Capítulo 5

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Nos llevaron de regreso a la casa adoptiva y Steven subió corriendo las escaleras en busca de Dylan para reclamarle por habernos traicionado. Tocó la puerta de la habitación y tan pronto abrió la puerta, Steven se lanzó sobre él, y sin medir su coraje comenzó a golpearlo.

— ¿Qué pasa Steven? —preguntó Dylan confundido.

— ¡Eres un traidor! —le gritó Steven furioso sin parar de golpearlo.

—¡Yo no le dije nada a mis padres! —decía cubriendo su rostro de los golpes de Steven.

Steven se detuvo pero aún repitiéndole que era un traidor, una y otra vez.

— Ya olvida eso, hermano, no vale la pena que le pegues, ya sabemos que no podemos confiar en él —dije dirigiéndome a mi habitación para guardar mi mochila.

— Perdón, Steven, pero estaba muy preocupado por ustedes, pensé que algo les podía pasar —dijo Dylan con sus ojos cristalizados.

— Lo voy a olvidar. Pero ya en ti no confiaré más.

Me encerré en mi habitación, observé a través de la ventana y mis lágrimas brotaron sin poderme contener y una gran tristeza se apoderó de mi pecho.

¿Qué será de nosotros?

Ya había oscurecido y yo no podía parar de pensar, era una noche serena y el brillo intenso de la luna iluminaba toda mi habitación colándose por la ventana. Me quedé observando las estrellas hasta quedarme dormida.

Al día siguiente:

— ¡Alisson, Steven, vengan un momento! —gritó la señora Isabel.

Bajamos hasta la sala donde se encontraba Isabel junto a su esposo y una señora delgada de cabello negro.

— Chicos, ella es la señora Mercedes Ramos y tiene algo muy importante que decirles —la noté un poco nerviosa.

— Steven, Alison. Sé que ha pasado mucho tiempo y quizás no se acuerden de mi —habló aquella señora.

— Mañana Mercedes viene a buscarlos para que vean a su madre —dijo Isabel acercándose a mi hermano con una mirada triste.

— ¿Mi madre? —pregunté extrañada.

— Si, tu madre.

— ¡Yo no tengo madre! —gritó Steven molesto.

— Si la tienes y esa es una realidad que jamás podrás cambiar —habló Mercedes abrazando a mi hermano.

— ¿Dónde esta ella? —pregunté confundida.

Quería saber más, obtener más respuestas.

— Mañana podrán verla —nos dijo Isabel.

— Yo no quiero verla —habló Steven.

— ¿Por qué no quieres verla, hermano? No entiendo que te pasa.

— No entiendes nada porque siempre vives soñando —espetó con su entrecejo fruncido.

— ¿Qué tiene de malo soñar?

— Alison, esto es real, no una de las burbujas en las que vives.

— ¡Basta ya de discusiones y suban a sus habitaciones a dejar todo listo para mañana! —interrumpió Isabel.

— Yo me retiro —dijo Mercedes.

— La esperamos mañana temprano —le dijo Isabel a la señora Mercedes.

Pasé todo el día pensando en como sería mi madre, ya que no recordaba como era. Yo estaba muy pequeña cuando dejé de verla y ya han pasado muchos años desde ese día.

De un sueño a la Realidad(editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora