Capítulo 10

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Al llegar a la agencia vi a Judit sentada junto a un señor que nos miraba a través de sus lentes.

— ¿Como están? —preguntó Judit.

— Ellos están bien —respondió Mercedes.

— Pasemos a la oficina allí esta la supervisora, ella tiene los documentos.

La señora Mercedes pasó a la oficina junto a Judit y el señor de los lentes y nos dejaron en la sala de espera para que no escuchemos lo que hablan.

— ¿Y si nos escapamos de nuevo? —me preguntó Steven.

— ¿Estás loco?

— Es broma, sólo quería ver tu cara.

Rió.

— Kely me dejó su número para que la llame cuando quiera -saqué un pequeño papel de mis zapatos.

— Guarda eso, que si lo descubre Mercedes te lo va a quitar -me dijo y me  cubrió en lo que lo escondía.

Luego de media hora de espera, al fin salieron de la oficina.

— Ha llegado el momento de irse, pero no olviden que siempre estaré al pendiente de ustedes —se despidió de nosotros la señora Mercedes.

Steven y yo nos fuimos con la señora Judit y no sé por qué, pero algo en mi corazón me decía que mi vida estaba con Isabel y su familia. Durante todo el camino mi hermano no dijo nada, sólo mantenía su vista fija en el camino y de vez en cuando volteaba a verme.

Al cabo de aproximadamente una hora llegamos a la casa de Judit y me sorprendí al ver a unas chicas en ese lugar. Pensé que se trataba de otro hogar sustituto y que nos habían engañado, pero mi sorpresa fue mayor al ver que esas dos chicas eran nada mas y nada menos que Carmen y Margaret, las dos chicas con las que nos encontramos en la casa abandonada cuando Steven y yo nos escapamos aquella vez de la casa de Isabel.

— ¿Alisson? ¿Steven? ¡¿Qué hacen aquí?! —dijo Margaret tan sorprendida como yo.

— Judit es nuestra madre biológica —le dijo Steven.

— ¡No lo puedo creer! —gritó Carmen emocionada.

— ¿Qué hacen ustedes aquí? —inquirió Steven.

— Judit también es nuestra madre biológica.

— Eso quiere decir que los cuatro somos hermanos -afirmó Carmen.

— Sí, son hermanos —nos interrumpió Judit quién seguramente llevaba escuchando desde hace un rato.

No lo podíamos creer, pero al parecer la vida nos unió con algún propósito. Los cuatro por la misma situación y ahora estamos aquí, en la misma casa, con la misma madre.

— ¿Dónde estaban ustedes? —preguntó Margaret con interés.

— Es una casa sustituta y creeme que extraño ese lugar -le dije con algo de tristeza en mi voz.

— Yo no sé que es peor, si estar allá o acá. ¡A mí ya todo me da igual! —dijo Steven muy enojado.

— A mi me gusta allá, con Isabel y su familia —le dije.

— Pues yo no me encariñó con nadie en los lugares sustitutos, así no sufro cuando me toca irme, ya bastante tengo con el tipo de vida que me ha tocado -dijo Carmen despreocupado.

— No le hagan caso, ella siempre es así —susurró Margaret.

— Alison, ve con Margaret para que te diga donde guardar tus cosas.

— Ven Alison, vamos a la habitación.

Ambas nos dirigimos a la habitación y noté que sólo habían tres camas, y en una de ellas se encontraba una chica recostadas escuchando música.

— Alison, ella es Juli. También es hija de Judit, así que es nuestra hermana mayor.

— Mucho gusto, soy Alison —intenté ser amable.

— ¿Acaso te pregunté quién eres? —respondió hostil.

— No, pero...

— Pero nada -me interrumpió—. ¡Ahora salgan y cierren la puerta! —ordenó molesta.

— No le hagas caso, ella siempre es así de amargada —me dijo Margaret.

— ¿Tenemos que dormir en la misma habitación? —pregunté.

— Si, por desgracia sólo hay una habitación para las cuatro porque las otras dos son de Judit y otra de Steven por ser el único chico —nos alejamos de la habitación donde estaba aquella chica rara.

— No sé cuanto aguantaré estar aquí.

— A mí tampoco me gusta estar aquí pero no podemos hacer nada.

— ¿Y si nos fugamos?

— No sería buena idea, ya que nos regresarían al centro si nos atrapan. Además nos separarán otra vez.

— Tienes razón, pero algo tenemos que hacer.

— Vamos a quedarnos un tiempo y si nos va mal ya veremos que hacemos.

— Estoy de acuerdo, pero hay que ver que opina Steven.

Ambas nos fuimos a buscar a Steven, además, queríamos salir para conocer los lugares, aunque Judit no lo permitiría, el que tomaba las decisiones en aquella casa era su esposo, un señor muy gruñón que nada le parecía bien.

De un sueño a la Realidad(editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora