Pasaron las horas, mis nervios no aminoraban, ya casi eran las siete de la mañana y la señora Isabel llamó a la puerta de mi habitación.
— ¡Alison! —dió suaves golpes en la puerta.
— Estoy despierta —dije casi en un susurro para no despertar a los demás.
— Cuando te vistas bajas a desayunar y le avisas a Steven.
— En unos minutos estoy lista —dije con una amplia sonrisa.
Terminé de vestirme y corrí para darle aviso a mi hermano.
— ¡Steven! —lo llamé del otro lado de la puerta.
— ¿Qué quieres tan temprano?
Me preguntó hostil.
— Dice Isabel que te alistes para que bajes a desayunar.
— Es muy temprano —respondió desde su habitación sin abrir la puerta.
— ¿Se te olvida que vamos a ver a nuestra madre?
Le recordé.
Steven abrió la puerta y me miró fijamente sin ninguna expresión en su rostro.
— ¡Si tantas ganas tienes de verla, ve tú y a mí me déjame en paz! —espetó.
De pronto se escuchó a alguien subir las escaleras con pasos firmes, era Isabel que había escuchado a mi hermano.
— ¿Que pasa aquí? —preguntó.
— Pasa que no me pueden obligar a nada que yo no quiera -dijo Steven cruzando los brazos.
— Se que nadie te puede obligar, pero son requisitos de la agencia y no podemos negarnos.
-dijo.— En un momento bajo —gruñó Steven.
— Te esperamos en el comedor.
Pasaron dos horas y a la puerta principal llamó la señora Mercedes.
— ¿Ya están listos? —preguntó con cierto entusiasmo.
— Si, todo esta listo —respondió Isabel.
Sentí una corriente recorrer todo mi cuerpo con velocidad acompañado de un frío que puso mi piel de gallina.
— Alison, ¿estás bien? —me preguntó Isabel viéndome preocupada.
— Si, estoy bien —dije mirando por la vidrio del auto al subirme en el.
Mi hermano estaba sentado a mi lado en el auto sin decir nada, sólo miraba el camino como si su cuerpo estuviera presente pero sus pensamientos se encontraran en algún otro lugar, cómo si algo tramara y, conociendo a mi hermano, sabía que no era algo bueno.
El camino se me hacía largo y mis nervios aumentaban cada vez más. Sentía una emoción porque por fin tendría a mi madre frente a frente, pero a la vez sentía temor, eran sentimientos confusos.
El auto se detuvo frente a un edificio de varios pisos.
— Ya llegamos —avisó.
— No quiero ir —dijo Steven aún en desacuerdo y enojado, como un niño pequeño y berrinchudo.
— Todo estará bien. Sólo será una hora —dijo Mercedes.
Entramos al edificio y nos dirigimos hasta el segundo piso. Allí se encontraba una señora de tez un poco clara y unos ojos pequeños de color marrones.
— Ella es la señora Judit Méndez —dijo Mercedes tomandonos de la manos.
— Ella es su madre —habló Isabel.
Sentí un sudor frío, era una sensación muy extraña; y mientras ellas hablaban yo me fui alejando sin darle paso a que me tocara. Sentía alegría pero a la vez coraje.
— ¿Qué te pasa? —me preguntó Isabel.
— Me pasa que no quiero estar aquí, no quiero que ella se me acerque —dijo Steven viendo a Judit con desdén.
Tenía tanto coraje que comencé a gritarle cosas a esa señora.
— ¡Eres una mala madre! —le grité furiosa.
— ¡Alisson! Tienes que controlarte —dijo Isabel.
Tomé a Isabel de la mano sin parar de gritarle cuanta cosa a aquella señora.
— ¿Ves a esta señora que esta aquí? ¡Ella sí es mi madre! —le grité con toda la ira y el rencor que sentía.
Furiosa salí corriendo de la oficina, sentí que mi respiración se acortaba, era como si el aire me faltara, dejé de correr y sin más caí al suelo.
Al abrir mis ojos vi a Isabel, sentía como me tomaba entre sus brazos y me colocaba en un sofá.
— Todo esta bien, tranquila —acarició mi cabello.
— ¿Como esta Alison? —preguntó la señora Judit preocupada.
— Ella esta bien, no es nada grave.
— Señora Judit, disculpe el mal rato, nosotras nos retiramos y luego me pongo en contacto con usted, tengo un asunto del que quiero hablarle -escuché a Isabel.
Nos retiramos de aquel lugar y mientras nos dirigiamos a la casa, solo se escuchaba el ruido de los autos que pasaban por nuestro lado. Mi mente aún no estaba presente en el mismo lugar que mi cuerpo, fue entonces cuando pude entender a mi hermano.
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De un sueño a la Realidad(editando)
Ficção GeralA lo largo de nuestras vidas, siempre vivimos de sueños esperando que se hagan realidad. Pero logramos despertar y abrir los ojos y es ahí cuando nos damos cuenta de que la realidad es otra, la cual tenemos que enfrentar día a día. Pero... ¿Que pasa...