Mi vida cambió, ya no era la chica que todos habían conocido, aquella chica tonta y dulce que creía en el amor. Ya casi terminaba el año escolar y mi manera de ver las cosas habían cambiado. Me había dado cuenta de eso y creo que todos ya comenzaban a notarlo.
Había hecho nuevos amigos, había entrado a un grupo muy popular en la escuela que se hacía llamar "La Secta". Un grupo muy conocido por todos, aunque para los maestros era un grupo de malas influencias. La vestimenta nos distinguía por su color negro que representaba la obscuridad interior. No era fácil ingresar al grupo, las pruebas que imponían eran más difíciles de lo que parecían a simple vista y no todos lograban pasarlas. Pero yo logré entrar y ahora era uno de ellos.
Me dediqué demasiado al grupo, mi mente sólo estaba en ello, a tal extremo que mis calificaciones fueron bajando con rapidez. Pero eso no me importaba. La popularidad me había cambiado, lo admito.
En el grupo me iba cada vez mejor, pero de los estudios no podía decir lo mismo. Mis calificaciones estaban por el suelo. Todo marchaba bien, era popular en la escuela y tenía nuevos amigos, pero se acercaba el día de entrega de notas de fin de año y pasó algo con lo que yo no contaba: mis profesores habían hecho un reporte por mis calificaciones y mi mala conducta.
El director me entregó un sobre que contenía una carta para mi madre y me dijo que era necesario que se presentara en la oficina. Me inquietó tanto la curiosidad que al salir de la escuela quise saber el contenido de la carta, y la curiosidad me llevó a tomar la decisión de abrirla y leerla. Quedé atónita. Sabía que si mi madre se presentaba en la escuela se enteraría de todo y no quería ni imaginar en el enorme problema que me iba a meter.
No sabía que hacer, pero algo me decía que no podía dejar que mi madre viera aquella carta, algo me inquietaba, y en mi interior algo me decía que tenía que enfrentar la realidad, pero conociendo a mi madre, sabía que no me salvaría de sus fuertes castigos y regaños. No estaba para meterme en un problema con ella.
Caminé varios minutos y llegué a mi casa, de tanto pensar tomé la decisión de esconder bien la carta para que mi madre no la viera.
¿Qué hago? ¿Como le digo a mi madre?
No sabía qué hacer. Cualquiera en mi lugar con una madre como la mía hubiera hecho lo mismo, supongo.
Los nervios hacían que mis piernas temblaran, no me atrevía a salir de la habitación ya que mi madre notaria que algo me pasaba. Era muy buena en eso.
Alguien golpeó la puerta de mi habitación con suaves golpecitos y mi corazón se aceleró.
— Alison, abre la puerta -me pidió.
— ¿Qué pasa, mamá? —pregunté nerviosa con mis manos intranquilas.
— Nada, hija. Es que... como llegaste tan deprisa y te encerraste, pensé que algo malo te pasaba.
— No pasa nada, mamá. Todo esta bien —dije intentando sonar lo más convencible posible.
Mi madre era una mujer difícil de engañar, por eso tenía que pensar bien como podía evitar que fuera a ver al director.
Mi madre no le agradaba que anduviera con malas juntillas, es por eso que al llegar a casa me quitaba la ropa negra y me volvía a poner el uniforme. Le oculataba muchas cosas a mi madre. En ocasiones sentía que debía ser sincera con ella y decirle la verdad, pero algo me lo impedía. Además, conociéndola, sabía que no me dejaría andar con mis amigos del grupo y no me dejaría salir los fines de semana. Y por otro lado, no quería tener de espía a mi hermano. Él siempre hacía lo que mi madre le pedía.
Ella, al quedar convencida de que todo estaba bien, se marchó tranquila.
— Ve a lavarte las manos para que comas —me dijo antes de ir a la cocina.
ESTÁS LEYENDO
De un sueño a la Realidad(editando)
Сучасна прозаA lo largo de nuestras vidas, siempre vivimos de sueños esperando que se hagan realidad. Pero logramos despertar y abrir los ojos y es ahí cuando nos damos cuenta de que la realidad es otra, la cual tenemos que enfrentar día a día. Pero... ¿Que pasa...