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Donna Dee Monroe se encontraba en un dilema. No le parecía bien el estar a salvo en casa mientras desconocía aún el paradero de Jade. Seguro que si estuviese en casa la habría llamado.
Donna Dee sólo había esperado cinco minutos en el coche antes de que se detuviera una furgoneta en la que viajaba una familia de granjeros, que se ofreció a llevarla a la ciudad. Su madre la fue a buscar a la gasolinera, llenó una lata de gasolina y volvieron al coche. No habían pasado ni veinte minutos desde que se fueron los chicos, cuando ella ya estaba de vuelta en Palmetto.
Todavía le dolía que la hubiesen dejado abandonada. ¿Cómo se habían atrevido a hacerlo? ¿Y por qué no dejaron salir del coche a Jade cuando era evidente que ella no quería ir sola con ellos? Neal Patchett merecía que le fusilasen.
Como siempre, Hutch había cumplido las órdenes de Neal sin protestar. A Donna Dee le daba rabia que a Hutch le importase tan poco que la dejasen en una carretera desierta, a merced de cualquier indeseable que pudiese pasar por allí. Por supuesto, la idea de ser secuestrada de noche por Hutch Jolly era una locura romántica y una fantasía en la que pensaba muchas veces. Aunque lo ideal era que Neal y Lamar no fueran en el coche, pegados como lapas, Donna Dee envidiaba la aventura de Jade al ser «secuestrada».
Sola en su habitación, Donna Dee se preguntaba ahora qué debía hacer por Jade. ¿Habría intentado Neal devolverla al lugar donde la habían recogido, la habría llevado a la ciudad o la habría conducido directamente a casa de Gary? Sólo había una forma de averiguarlo. Donna Dee cogió el teléfono y empezó a marcar el número de los Parker. Pero ¿y si Jade no estaba? Después de la reciente disputa con Neal en el Dairy Barn, Gary se pondría hecho una furia en cuanto supiese lo que Neal había hecho.
Donna Dee no quería meter a Jade en problemas con su madre o con Gary. Tampoco quería que nadie se enfadase con ella. Pero no estaría tranquila hasta que supiese qué estaba pasando. Al final decidió hacer la llamada.

-¿Hacia la izquierda?
-Exacto, Velta -dijo Pete Jones-. Hoy volví del asilo un poco antes de las seis. Jade y esa chica Monroe botaban por las paredes. Cuando dejé marchar un poco antes a Jade, salieron volando. Me pidió que te dijese que dentro de una hora estaría en casa y que tenía buenas noticias que darte.
A Velta no le gustaban las sorpresas, ni siquiera las buenas. Y esa tarde no estaba para sorpresas. Se sentía cansada. Le dolía la espalda de estar todo el día doblada sobre la mesa. Tenía hambre. Quería llegar a casa, darse un buen baño y meterse en la cama.
Velta aparentaba los cuarenta que acababa de cumplir. Incluso más, como en ese momento en que frunció los labios con irritación.
-Jade no acostumbra a salir por ahí sin haberme pedido permiso.
Pete Jones rió entre dientes.
-Algo grande pasaba. Los pies de Jade apenas tocaban el suelo.
-¿Comentó cuáles eran esas buenas noticias?
-No.
-Bueno, ya aparecerá -replicó con forzada indiferencia. No tenía sentido echar más leña al fuego-. Gracias, señor Jones. Buenas noches.
De camino hacia casa, Velta escudriñaba las calles en busca de alguna señal del coche de Donna Dee. Seguro que esta escapada había sido idea suya. Desde que sus padres le habían regalado ese desvencijado automóvil, las chicas tenían demasiada independencia. Por eso Velta nunca le dejaba el coche a Jade, a no ser que explicase dónde iba y cuánto iba a tardar. La gente no pensaba bien de las chicas que tenían demasiada libertad.
Cuando llegó a casa, Velta estaba alterada. El buzón estaba lleno de cartas, pero ella estaba demasiado cansada y enfadada para examinar la correspondencia. Tiró las cartas encima de la mesa de la cocina sin molestarse en mirarlas. Se calentó un poco de sopa, y cuando acababa de bañarse sonó el teléfono.
-¿Diga?
-Hola, señora Sperry. Soy Donna Dee. ¿Puedo hablar con Jade, por favor?
-¿Cómo? ¡El señor Jones me dijo que estaba contigo!
-Bueno, sí, estaba. ¿Todavía no ha vuelto?
-Donna Dee, quiero una explicación y la quiero ahora mismo. Jade se fue de la tienda antes de las seis y son casi las nueve. ¿Dónde está?
-Íbamos a casa de Gary y nos quedamos sin gasolina.
-¿Por qué ibais a casa de los Parker a esas horas?
-Jade tenía algo que decir a Gary.
-¿Algo que no se podía explicar por teléfono?
-Señora Sperry, no vuelva a preguntarme esto, ¿vale? -Donna Dee contestó con un gemido-. Jade se lo explicará personalmente. En fin, nos quedamos sin gasolina a mitad de camino. Apareció Neal Patchett con Hutch y Lamar. Ellos..., ellos se llevaron a Jade.
-¿Se la llevaron? ¿Dónde?
-No lo sé. Se fueron y me dejaron tirada en la carretera. Supongo que lo hicieron en broma, pero es la broma más estúpida que ha hecho Neal.
-¿Estás ahora en casa?
-Sí, desde hace un rato. -Explicó cómo había vuelto a la ciudad-. Pensé que a estas horas Jade ya habría llegado a casa, que Neal o Gary la habrían traído. La última vez que les vi iban en dirección a la granja de los Parker.
-Bueno, pues ella no está aquí y no he tenido ninguna noticia.
-¿Cree que Jade está bien? -preguntó Donna Dee inquieta.
-Si Neal la ha dejado en casa de Gary, probablemente ha perdido la noción del tiempo. Estos últimos días he tenido que llamarle la atención por llegar demasiado tarde.
-¿Y cómo es que no vino a buscarme?
-¿Cuánto tiempo estuviste sola?
-No mucho.
-A lo mejor ya estabas de camino a casa cuando volvió.
-Supongo que lo mejor sería que alguna de nosotras llamara a casa de Gary para cerciorarse de que está allí. Yo no me he atrevido a llamarle porque Gary y Neal no se llevan muy bien. A Gary no le gustaría saber que Jade se había ido con Neal.
-Bueno, si ella está en su casa, entonces él ya lo sabrá, ¿no crees?
-Eso es verdad -dijo Donna Dee despacio, al caer en la cuenta-. A lo mejor está enfadado y Jade está tratando de calmarlo.
-No te preocupes, Donna Dee. Llamaré yo misma a los Parker. Buenas noches.
Velta consideró las ventajas de llamar a los Parker, pero decidió no hacerlo. Si Jade estaba con Gary, estaba segura. Si estaba con Neal Patchett, ¿para qué preocupar a Gary? Lo que no supiese, no le dolería.
Una sonrisa apareció en los labios de Velta y una extraña chispa se encendió en los grises ojos. Si Jade estaba con Neal mucho mejor. Quizás una tarde en su compañía le hiciese cambiar de opinión sobre algunas cosas. Tal vez se daría cuenta de lo importante que es codearse con la gente apropiada, y lo divertido que sería enamorarse de un chico rico.
Después de todo, quizás esto fuese lo mejor que podía haber ocurrido.

El Sabor Del EscándaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora