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La habitación de Neal aún estaba oscura cuando su padre abrió la puerta de par en par y entró directamente hacia su cama. Echó hacia atrás las sábanas y llevó su mano con fuerza hasta los muslos desnudos de Neal.
-¡Eres una mierda!
Neal se dio la vuelta hacia el otro lado de la cama y se puso en pie de un salto. Padre e hijo se enfrentaron con la cama deshecha en medio. Neal estaba desnudo. Iván llevaba pantalones cortos de boxeo y una camiseta blanca pasada de moda. Tenía el cabello gris enmarañado. Pero no tenía un aspecto cómico sino más bien furioso.
-¿Qué coño te pasa? -preguntó Neal colocando las manos en las estrechas caderas. Se le veía despeinado, soñoliento y malhumorado. El esbelto y fuerte cuerpo era más un producto de genética que de ejercicio. No hacía mal papel en las pistas deportivas pero no se esforzaba si no era absolutamente necesario. Veía su esbelto y fuerte físico como una cosa merecida.
-Acabo de recibir una llamada telefónica de Fritz -le contestó Iván.
-¿Y? Son las tantas de la noche. Me vuelvo a la cama.
-¡Y una mierda!
La cabeza de Neal estaba a mitad de camino de la almohada cuando Iván le cogió por el pelo y lo empujó hacia arriba. De repente le dio un golpe en la parte de atrás. Neal se apoyó en la pared más cercana. Se dio la vuelta, los puños alzados, listo para pelear.
-¿Violaste a una chica anoche?
Neal bajó inmediatamente los brazos.
-No sé de qué me hablas.
-Te hablo de Jade Sperry, que está en el juzgado acusándote de violación. De eso te hablo. -Iván apuntó con un severo índice el pecho de Neal-. ¡Será mejor que me digas la verdad!. -El rugido de Iván podía despertar a los muertos.
Neal echó una mirada por la sombría habitación, tropezando con varios objetos antes de fijar los ojos en el atronador semblante de Iván.
-Si ella declara que fue violada, no dice más que una asquerosa mentira.
-Así que sabes de lo que te estoy hablando, hijo de puta embustero.
-¡No miento! -chilló Neal-. Hutch, Lamar y yo la recogimos y la llevamos a pescar con nosotros. Bebimos algunas cervezas. Hicimos algunas bromas. Se puso simpática, quiero decir muy simpática, papá. Ella lo buscaba y se lo encontró.
Iván le lanzó una mirada feroz. Sus astutos ojos reflejaban la luz del amanecer como fragmentos de cristal.
-¡Y una mierda! Esa chica no es ninguna idiota. Está pegada como una lapa a ese Parker. ¿Qué iba a querer hacer con tres desgraciados como vosotros?
Neal murmuró una palabrota y se pasó la mano por el despeinado cabello.
-De verdad, papá, ella se lo buscó. Hace ver que sólo va caliente por Parker, pero a la mínima oportunidad mueve el culo delante de mis narices. Entonces, cuando aparece su novio, vuelve a darse tono y me trata como un pedazo de mierda. ¿Crees que voy a tolerar eso de una chica? ¡Y un cuerno! Anoche decidí que se enterara de cómo es un auténtico hombre. Si ella quiere llamarlo violación, ése es su problema.
-¿Ése es su problema? -Iván había escuchado la explicación de Neal con una paciencia sorprendente. Ahora, rechinó los dientes-. No es sólo su problema. Ahora es el problema del sheriff y también el mío.
Neal se rascó distraído en la entrepierna.
-¿Qué vas a hacer?
-Nada.
-¿Eh? -La postura de Neal perdió su aire altivo.
-No voy a hacer nada hasta que te pongas a mi altura y me cuentes lo que realmente pasó. ¿Forzaste a esa chica?
Los hombros de Neal se encogieron con tensión.
-La situación se descontroló un poco. -Rápidamente añadió-: Pero estoy seguro de que ella lo quería.
-¿Y qué me dices de Hutch y Lamar?
-También querían un trozo. -Sonrió burlón-. No soy egoísta.
Iván estuvo a punto de darle un revés por su insolencia, pero decidió no malgastar energías y bajó el brazo.
-De Hutch me lo creo. Pero no puedo imaginarme a ese hijo mierdecilla de Myrajane forzándose entre las piernas de una chica.
-Lamar necesitó algo de empuje, pero lo hizo bien.
Sonó un golpe en la puerta. Al girarse vieron al ama de llaves Eula, de pie en el umbral de la puerta.
-¿Desea ahora su café del desayuno, señor Patchett?
-¡No! -aulló Iván-. Ya le diré cuándo quiero café.
-Sí, señor. Sólo preguntaba. -Y desapareció.
Iván miró fijamente por unos momentos el umbral vacío. Luego, le dijo a Neal:
-¿Por qué no os fuisteis donde los negros y cogisteis una fulana que permaneciese con el pico cerrado? ¿Por qué tuvisteis que echarle un polvo a esa Sperry?
-Ella lo provocó. Esa es la razón.
-Dios, menudo lío.
Neal se dirigió con desgana hacia la cama y se puso los vaqueros que había colgado del cabezal la noche anterior.
-¿Qué vas a hacer, papá?
-Aún no le sé. Déjame pensar. -Iván dio unos pasos a lo largo de la cama-. Os podrían encerrar una buena temporada por violación, ¿sabes?
-¿Por qué? Es una mierda -tartamudeó Neal-. Una asquerosa mentira. No pueden enviar a un tipo a la cárcel por tirarse a una tía que lo necesitaba, y mucho.
-Eso lo sé yo y lo sabes tú. Tenemos que hacer que el resto de la gente piense del mismo modo.
-Bueno, yo no voy a ir a la trena, eso te lo aseguro. Allí los negros dan por el culo a los blancos. Tienes que hacer algo, papá.
-¡Cállate y déjame pensar! -chilló Iván. Luego, inesperadamente, golpeó con fuerza la cara de Neal-. ¡Me has jodido bien el día, cabrón!

El Sabor Del EscándaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora