Peek #6

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POV Hangeng

Recuerdo muy bien que aquel día me levanté con la mano vendada y curada. Ya unas semanas habían pasado desde ese hecho, y las cosas no parecían haber cambiado mucho y todo apuntaba a que no lo haría. La atención de mis padres seguía dirigida al Enano, y ahora las cosas con Jiah... parecían no funcionar.

Debo reconocer que cada vez me portaba peor con el Intruso, cada vez era más hostil y agrio. Llegó un punto en que me miraba al espejo y no me reconocía en lo absoluto, para nada, ¿Quién era el que estaba ahí parado mirándome?

Las noches tampoco ayudaban a mi buen humor y cada vez se me hacía más difícil sonreír, incluso a mis padres que tanto les debía, a veces me costaba sonreírle. Pero lo peor de las noches sin dormir y la falta de ánimos para sonreír, eran las pesadillas que constantemente me acosaban en cualquier momento. Gracias al Usurpador -un nuevo apodo que descubrí hace unos días cuando me cocinó un platillo de anda a saber qué y por poco se lo lanzo a la cabeza- estaba perdiendo todo cuanto creía... Y no sé por cuánto tiempo más podría sostenerme en pie antes de tirarlo por el balcón, ahogarlo o simplemente envenenar su comida.

Lo único que realmente traía consuelo a mi vida era las múltiples horas que pasaba charlando con los 'amigos' todos distribuidos por la casa, también aprendí a encontrar consuelo en las danzas clásicas chinas que había aprendido cuando niño.

Ahora lo único que hacía era ir al colegio, salir con Eetuk, Kangin, Heechul y Siwon, charlar en casa con los amigos cantar y bailar. A eso se limitaba mi vida en estos momentos.

Esa mañana no había empezado muy diferente a las otras. No dormí en toda la noche y mis amigos ya estaban acostumbrados a verme con las ojeras hasta el piso -y más abajo si era posible- cada vez esperaba más ansioso los recreos para poder descansar, pero esta vez Eetuk me pidió que vaya a la terraza que se había olvidado algo allí.

Arrastré mis pies por los pasillos y quedé estancado y petrificado frente a la imagen que se alzaba frente a mi rostro. Era como verme a mí en los brazos de Siwon hacía dos años atrás. Allí estaba Él abrazando a Donghae llorando como un niño pequeño luego de que le hayan dado una paliza. Oh... Por supuesto que conocía quienes habían hecho eso.

De repente desapareció todo cansancio y sentí como mi cuerpo nuevamente se rendía frente a la ira y el remordimiento. Los encontré en el pasillo riendo como idiotas.

— Ustedes... —les dije fríamente, y enseguida percibí que tenía su atención en mi— Si son tan machos... —vi a las mujeres, que se encontraban en el lugar, con asco— ¿Por qué no me golpean a mí? ¿Eh? ¿No se atreven ahora, verdad? —los reté y vi como fruncían sus ceños y se golpeaban los bates en la mano.

Lentamente se fueron acercando a mí. Pero ya era muy tarde y habían elegido un mal lugar para corresponder mis amenazas; detrás de mí y como si de perros guardianes se tratasen, estaban mis cuatro mejores amigos, seguidos de sus amigos, y los amigos de los amigos.

No pudieron más que echarse a correr luego de ver la cantidad de personas que estaban dispuestos a enfrentárseles. Una vez que los vi doblar la esquina, descansé mi cabeza sobre el hombro de Siwon.

— Lo molestaron al Intruso —les dije bajito, mientras sentía como el brazo de Siwon rodeaba mi hombro y me conducía dentro del aula otra vez puesto que ya había sonado el timbre.

Ellos más que nada sabían que no lo había hecho por Él, sino por el mero recuerdo que me traía eso.

No me asombró no verlo en clases ese día, y tampoco es que hubiese prestado mucha atención. Creo que en total fueron seis las veces que me mandaron a dirección antes de poder sentir la comodidad del auto en el cual me quedé dormido el resto de la tarde, ya que le pedí al chofer que si me veía dormido, que no me despertara en lo absoluto.

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