Peek #37

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POV Ryeowook

Mis lágrimas cesaron, mi llanto se calló. Los besos, todos y cada uno de ellos me hacían sentir tan suyo. Único.

Me seguía amando como yo a él, después de un año sin contactarnos, sin vernos sin escuchar o sentir el aroma del otro.... Aún seguíamos enamorados el uno del otro.

— También te amo.

Aquello basto para que me acercará más él, suspirara con cada beso que me diera. Se sentía tan bien tenerlo cerca.

— Hangeng —solté apenas entre suspiros.

Sentir como mordía, succionaba y lamía aquella parte de mi cuello me hacía sentir que volvería a ser suyo y él... sólo mío.
El mayor se separó de mí, a escasos centímetros me miró. Rozando nuestras narices, sintiendo nuestra respiración.

— Esto te... pertenece a ti —dejando su cintura sola, elevé mi mano derecha entre medio de nuestros rostros, mostrándole la cadena que había devuelto— Tú eres el único que lo puedes llevar. Te amo.

Poniéndome de puntillas, intenté subir hasta su linda cabeza para colocárselo. Una vez entrando el collar, comencé a repartirle besos por su hermoso rostro, cada vez más... acercándome a esos labios que había extrañado tanto.

— No me cansaré de besarte nunca —le dije entre beso y beso en sus labios, colocando mis manos alrededor de su cuello.

— Y yo de hacerte saber que eres mío —susurró mientras lamía mi labio inferior.

— Hazlo siempre. Soy todo tuyo y tú —apunté hacia su pecho dulcemente— Todo mío. Solo para mí.

Lo volví a besar, esta vez intensamente. Cuando escuché unos aplausos detrás de nosotros.

— Consíganse un hotel —dijo Donghae sonriendo. Acercándose a ambos.

POV Hangeng

Sonreí como hacía un año entero no lo hacía, incluso llegué a sonreírle a Kyuhyun quienes seguramente, habría estado apoyando en todo a Ryeowook. Mi Wookie, debía agradecérselo algún día, pero este no era el momento.

— Hay lugares mejores que un hotel —le dije antes de tomar de la mano a Ryeowook y salir a la calle, dejando olvidados a aquel par que reían en el callejón.

Paré un taxi, no quedaba lejos, pero tenía muchos planes para el camino. Le di la dirección y el la siguió. En el camino a mi casa no había parado ni un instante de besarlo, ignorando completamente la sonrisa idiota o las caras de asco que ponía el conductor.

¿A él que demonios le importaba?

Lo bajé en mis brazos y lo conduje a la puerta sin despegarme de sus labios. Recuperar un año iba a ser difícil. Luego de que entrara cerré la puerta y le di un respiro a sus labios.

— Bienvenido a mi casa —le dije con amor mientras lo abrazaba. No era un lugar grande, pero era acogedor y más que nada... era mío, igual que él.

POV Ryeowook

Tomó mi mano rápidamente tras darle un comentario a mis amigos y me subió a un taxi. ¿A dónde íbamos?

Quise preguntar, pero apenas abrí mis labios para inhalar aire y preguntarle, mis labios fueron sellados. Y en todo el trayecto no dejó de besarme, literalmente.. casi me quedaba sin labios.
Pero no podía quejarme. Me gustaba, aún si aquel dueño del taxi nos miraba raramente.
¡Al demonio con él!
Solo me concentraba en los dulces besos que me propiciaba el mayor.

El auto se detuvo, Hangeng dejó de besarme y abrió la puerta. Apenas salí por ella, me tomó de mis piernas y mis hombros. ¡Me llevó alzado hasta adentro!
Como en las películas. Aquellas donde unos enamorados se casan y la novia es llevada en la luna de miel -con la bella luna de testigo- hacia el nido de amor más hermoso.

Sin soltarme aún, se detuvo en una puerta. ¿Era su casa?
Miré el alrededor, ¿por qué... vivía en un barrio como... este?
Cerró la puerta y finalmente me bajo directo a tomarme entre sus brazos.

— Bienvenido a mi casa.

No pude evitar sorprenderme. Mirar el lugar. ¡Era pequeño!
La mansión era mucho más grande que esto, su departamento era solo el tamaño del cuarto de servicio. Pequeño. ¿Realmente.. vivió todo este tiempo así?

— ¿Vives aquí? —le pregunté alzando una ceja. Supongo que sabría a donde iba mi pregunta.

— Si —me empujó, sin soltarme, hacia atrás. Cayendo sobre el sofá. Muy suave debo decir— Es pequeño... como tú. Pero amo donde vivo. Amo mi vida... porque tú estás en ella.

— Hangeng... —susurré, viendo cómo se posicionaba entre mis piernas y subía hacia mi cuello— Te amo.

El mayor subió sus manos por debajo mi camisa, queriendo quitarme aquel traje que ya comenzaba a molestarme.

— Si quieren hacerlo aquí —Escuchamos una voz a unos metros de nosotros— Revisa el lugar antes de empezar.

— ¿Zhoumi? —con mis mejillas sonrojadas ante tal situación. Hangeng aún tenía sus manos sobre mi pecho, debajo de la camisa, y él estaba encima mío. Una situación comprometedora.

— ¡Hola, Wookie!

Me saludó.

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