Peek #12

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POV Hangeng

Desde el día en que me emborraché muchas cosas habían cambiado. Para empezar, el Enano parecía ignorarme cada vez que se encontraba conmigo daba vuelta la cara. ¡Ya ni siquiera me hablaba!, en segundo lugar, mis padres avisaron que tardarían más de lo pensado en china y que me quedaría a cargo de la casa, por ende, del Enano, y en último lugar pero por eso no menos importante, había visto muchas veces a Jiah escabullirse yendo a no sé dónde.

Zhoumi me había recomendado que la olvidase, puesto que de nada serviría seguir amándola si ella no lo hacía y que por mucho que yo intentase ella ya lo había decidido, y no estaba en sus planes volver conmigo.

Por otro lado, el Intruso había pedido a mis padres que le cambiasen la habitación y no sé cómo lo hizo, pero ellos accedieron y se mudó cuatro puertas a mi izquierda.

Estaba tirado en mi cama el Miércoles a media noche cuando súbitamente recordé que todavía había un montón de cosas debajo de mi cama que necesitaban ser ordenadas, ya que al llegar Rye...el Enano por primera vez a mi habitación lo había tirada todo por ahí, todo lo que para mí era importante en ese gran lugar.

Otra cosa que no había cambiado era mi falta de sueño, pero ya no eran pesadillas y tampoco sueños sino extrañas visiones del Enano y mías durmiendo en el sofá. Cada noche comprobaba más mi teoría de que aquella noche había pasado algo, algo que el Intruso quería ocultar de mí y que, a decir verdad, lo estaba haciendo muy bien.

En quince minutos ya había reordenado todo: las fotos que tenía de pequeño con Zhoumi, el enorme cartel que me había hecho al enterarse de que me iría a vivir al país limítrofe y, también, las múltiples cartas de mis otros amigos de china sin olvidar, por supuesto, el violín de mi segundo mejor amigo chino, Henry. Me lo había dado porque estaba roto. De hecho, yo se lo había roto accidentalmente al sentarme en él, por supuesto que para su cumpleaños le había comprado otro, pero no un violín cualquiera. Un Stratovarius.

Como era mi costumbre en las noches en vela bajé a la cocina y me senté en la mesa pensando en que hacer. Todo el problema del jengibre había pasado y ya podía comer cualquier cosa que se me antojase, pero no se me antojaba comer nada.

Entonces lo vi entrar por la cocina y sentí como la habitación se llenaba con su presencia, y me di cuenta como me hacía falta ese mismo sentimiento en mi habitación; por supuesto que él nunca se enteraría.

— Hola —me dijo— ¿No puedes dormir?

No respondí, estaba muy concentrando viendo como mis dedos se movían y como en mi mente se formulaba una pregunta que hacía mucho tiempo quería hacerle.

— Buenas noches —se dio la vuelta y entonces me paré como si tuviese un resorte en mi parte trasera.

— Espera —lo agarré del brazo, leve, pero firme— Ryeowook, ¿por qué estas....? —me miró a los ojos y quedé impactado, eran enormes

— Lo siento tengo mucho sueño —parecía algo incómodo— Hasta mañana.

— Dije que esperarás —lo agarré más fuerte: esta vez no se me iba a escapar.

— Me haces daño —vi como intentaba soltarse, como lo exigía, pero no haría caso hasta que pudiese preguntarle— ¡Suéltame!

Pasaron minutos mientras él me empujaba y yo resistía, a veces, dando un paso para atrás. Sus quejidos retumbaban en toda la habitación y pude sentir como él, usando toda su fuerza, me empujaba para atrás.

Pero mi pantalón estaba bastante largo y tropecé con el cayendo al suelo.

— Auch... —me quejé por mi espalda.

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