Peek #35

35 9 6
                                    

POV Ryeowook

Las horas pasaban, los días también y con ellos los meses transcurrían a prisa. Tanto esfuerza, agotamiento en mi cuerpo, no había notado el tiempo que iba ya aquí.

— Solo un mes más —me dije a mi mismo sentándome en un escritorio.

Luego de aquel obsequio que le había entregado, me había dedicado completamente al trabajo. A mejorar. A convertirme en otra persona, delicadamente tomé un pequeño sorbo de mi café.

— Sr. Kim —llamó desde el otro lado de la puerta— ¿Puedo pasar?

Era la voz de mi secretaria. Había olvidado añadir que trabajo en una oficina, finalmente había logrado algo. Mi jefe, Kim Jaejoong, era un joven bastante amable y humilde. Rico y poderoso, pero sobre todo generoso.

— Pase.

La joven entró llevando entre sus manos un folder amarillo. Papeles que firmar, que revisar y controlar que todo estuviera bien en la empresa.

— Sus papeles de traslado ya han sido autorizados —le miré sorprendido— El Sr. Jaejoong ha dejado que se vaya una semana antes.

— ¿Eh?

Aun no podía creer que finalmente había llegado el día de mi retorno, de encontrarme con Hangeng. Una sonrisa boba apareció en mi rostro en señal de la gran felicidad que sentía en ese momento, luego de tres semanas de emoción y desesperación por volar. Por fin luego de tanto trabajo regresaría a donde había encontrado el amor, volvería por Hangeng.

— Kyuhyun, apúrate que el avión...

— Ryeowook ni siquiera han anunciado el despegue —me dijo sonriendo.

— Veo que estas emocionado, Ryeowook —Jaejoong estaba allí.

Asentí feliz. ¿Cómo no estarlo?
Nos encontrábamos en el aeropuerto de China. No podía creerlo. ¡Regresaría a Corea una semana antes de lo previsto! Donghae no sabía nada, me había callado durante un tiempo esto. Seguro me regañará después de conversar semana a semana vía web.

El menor asintió. Había tenido tanta suerte. Por fin estaría junto a la persona que amase.

— Cuando llegues a Corea te encargo mucho la sucursal de allí —mi jefe me dijo mirándome y apoyando una mano sobre mi hombroꟷ Sé que eres aún pequeño pero tu capacidad y dedicación para lograrlo es grande a pesar de tu edad.

— Gracias, señor —le respondí— Confíe en mí. Haré lo que esté a mi alcance para hacer crecer a la compañía.

— Lo sé Ryeowook, lo sé.

Kim Jaejoong hombre maravilloso, había cumplido mi sueño. Me convertiría en el jefe de la sucursal de la empresa ~Colors and Harmony~ en Corea. No podía esperar para cruzar la puerta, subir al avión y salir corriendo de él para buscar a Hangeng.

— Pronto estaré allí —besé el colgante que tenía en mi cuello. Mi gran tesoroꟷ Hangeng, iré por ti.

POV Hangeng

Los meses se habían ido volando y me había dado cuenta que cada vez trabajaba más, estudiaba más y dormía menos. Solo los domingos me los pasaba tirado en la cama intentando descansar, buscar refugio en mis sueños y, de no haber sido por el hermoso colgante, no lo hubiese conseguido nunca.

Cada día me esforzaba al máximo intentando ser paciente, sin embargo a veces no podía evitar pensar que no volvería. Nuevamente ahí estaba el collar diciéndome lo contrario. ¿Por qué me lo había dado si iba a ser de otra forma?

Nuevamente ahí estaba yo trabajando después de la facultad. En todo este tiempo había progresado mucho e incluso ya había cumplido mis diecinueve años de edad, y estaba a tres exámenes de aprobar mi primer año de la carrera. A pesar de su ausencia estaba feliz, muy feliz. Lo único que faltaba para sentirme completo y poder vivir a pleno era él, pero sabía que pronto vendría, algo me lo decía.

— Hangeng, esto es para la mesa cuatro de afuera— tomé la bandeja y me encaminé hacía afuera.

— Aquí tienen —les dije muy cordialmente mientras ellos me devolvían unos platos sucios que acababan de terminar.

Suspiré y mi vista se dirigió unos instantes al enorme edificio que habían construido recientemente, al parecer una compañía china iba a abrir sus negocios aquí en corea.

De repente un auto negro y elegante paró en la puerta. ¿Al fin vería a los nuevos empresarios? Quien sabía, por ahí ya eran socios de mi papá cosa que no me agradaba en lo absoluto.

Entonces lo vi bajar y creí que despertaba de las más horribles pesadillas: allí estaba él, vestido de traje, un poco más alto y con las facciones levemente más masculinas. ¿Cuánto? ¿Un año? Si, un año y seis meses había pasado.  Comenzó a caminar en dirección al edificio con una sonrisa puesta sobre sus labios, aquella sonrisa que me volvía loco de remate.

Gaze of LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora