Enamorado de ti.

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Chris y Ellen salieron a la calle, ella iba sostenida de su brazo, tomando el rumbo con dirección a la laguna.
—A dónde me llevas? A la laguna? —Preguntó ella con emoción.
—Pronto lo sabrás. —Respondió él, sin quitar la vista del camino, que licia a algo oscuro.
—Una sorpresa, EH! —Comentó Ellen.
—Sì, así que no mas preguntas.
—Esta bien. Yo espero. No yo no espero, ya dime que pasa. —Insistió.
—No voy a decirte nada.

Él paró el viaje y sacó de su bolsillo un pañuelo.
—Es hora de colocarte esto. —Musitó viéndole a los ojos.
—Quieres secuestrarme?
—No sería mala idea. —Respondió vendandole los ojos.
—Wooow! —Susurró Ellen.

Caminaron unos metros más. Chris abrió una pequeña puerta de madera pintada de blanco, de una hermosa casa, con un bellísimo jardín verde frente, rodeada con una cerca blanca como la de la Seño Lis. En la pequeña grama de enfrente de la casa, tenía ya listo tendido un mantel cuadriculado color azúl con una pequeña canasta. Él empezó a quitarle el pañuelo a Ellen.
—Ya llegamos? —Pregunta ella.
—Ya. —Ellen restregó sus ojos con las yemas de sus dedos y observó con una sorpresa calmada lo que Chris le había preparado.
—Sorpresa. —Le dice cruzando miradas.
—Rob. Qué es esto? —Ellen lo vio muy sería.
—Es un piknik. —Ambos se observaron con calma en silencio, no pintaron expresión alguna en su rostro.
—Un piknik en la noche? —Sonrió ella. El momento tan tenso se había roto. —¿Enserio?
—Si, todo es pasible, hasta un picknick en la noche. —Le extendió su mano para que ella se pudiera sostener mientras se sentaba.
—Es la casa de los Mendoza. —Comentó ella.
—Ase meses que ya no la habitan. Así que por hoy será nuestra nuestra casa, o por lo menos nuestro jardín.
—Le dijo observando inmensa casa.
—Cual es  el motivo de éste "Piknik?
—Son varios motivos. Uno de ellos es agradecerte todo lo que has hecho por mi. —Le anticipó sacando dos vasos desechables y una botella de vino de la canasta.
—Vaya! Una botella de vino. —Se sorprendió Ellen.
—Es para brindar. —Dijo él sirviéndole. Ambos sonrieron.
—Salud! —Dijo Chris.
—Salud! —Resonó Ellen. Cruzaron miradas mientras bebían.
—esto es tan sólo jugo de uva. —Saboreo Ellen.  Evans carcajeó.
—Donde podría encontrar una botella de vino en este lugar. —Comento él y los dos carcajearon.
—Compré estas galletas y este frasco de mermelada de fresa en la pequeña tienda. —Le cuenta, Ellen únicamente lo observaba muy tiernamente.
Mientras comían, Chris interrogaba muy interesado a Ellen.
—Como es tu chico ideal? —Pregunta. Ellen rápidamente encogió sus hombros. En señal de que no sabía. Chris fruncio el ceño y escogió también sus hombros diciendo.
—Como que no sabes?
—Ideal? _Pregunta Ellen.
—Si.
—Amm! Bueno yo siempre he soñado con uno de esos que salen en las películas.

—No es verdad. O sí?
—Claro que si. No te burles.
—Sueñas con un leonado Dicaprio, un Vin Diesel, o quizá un Antonio Banderas? —Insinúa Chris.
—No exactamente. Su nombre es...Chris Evans. —Dijo Ellen arriesgándose. Cruzaron miradas intensas, y a Chris con confusión se le hacia conocido él nombre pero no lo reconoció.
—Suena conocido, pero no lo recuerdo de él. —Dijo él, intentando recordar.
—Ya mas adelante lo recordarás. -Suspiró ella. —Dime, y tú chica ideal?
—Preguntó ella. Él se quedó en silencio un momento, suspiró muy profundo y mirando a él cielo, respondió.
—Ella tiene que ser hermosa, pero no como esas chicas en las revistas de tu hermano... —Ambos rieron. —..Ella tiene que ser hermosa por tener una chispa en sus ojos tiernos cuando habla de algo que ama.  Ella tiene que ser hermosa por la habilidad para ser reír a otros, aunque esté triste. No ella no tiene  que ser hermosa por algo temporal como su apariencia. Ella tiene que ser hermosa en lo profundo de su alma. Que me vuelva loco y no pueda dejar de mirarla, que me haga sentir la desesperada necesidad de tenerla todos los días de mi vida. —Suspiró Chris.
—Yo... —bajó la mirada Ellen, —Yo...Sé... que la... encontrarás. —Balbuceo Ellen, sonriendo tristemente y tragándose un gran nudo en la garganta, pues no se sentía identificada.
Chris empezó a guardar todo, despejando él mantel y tomando de la mano a Ellen, le dijo.
—Ven nos recostemos y miremos las estrellas. _Ella haciendo lo que pedía dijo.
—Pero está nublado.
—No importa. «cuando quieres ver las estrellas, no hace falta que esté despejado, si las quieres ver, las veras». Ambos se acostaron, con los brazos bajo la cabeza, y vieron el nublado cielo gris por cinco minutos sin decir nada.
—Ahí estás tu. —Dijo él, sin apartar la mirada del cielo.
—Dónde? —Preguntó ella buscando entre las nubes grises.
—En las historias que quiero que pasen. —Contestó Chris.
—Así? Y que soy? La villana? Tu mejor amiga?..
—El amor de mi vida. —Dijo volviendo su mirada a ella.
—Es un broma? — Dijo muy seria Ellen. —Tiene que serlo.
—Quiero una historia romántica contigo. —Le repitió.
—Deja de bromear, no es divertido. —Se sentó firme ella.
—No es una broma. Yo...—Suspira Chris. —Yo me he enamorado de ti. Y quiero que seas mi novia. —Se sentó firme también.  
Ellen no sabía lo que estaba sintiendo, no sabía si reír o llorar, Chris la tomó de las manos, la respiración de ambos se  aceleraba y la piel se erizaba.
—No sé que decir. —Balbuceo Ellen cabizbaja.
—Solo di que quieres pasar el resto de tu vida conmigo y yo lo aré. —Suspiró él acercándose lentamente a ella. —Estas temblando. —Observó Chris. -Tienes frío?
—No. No es el frío, eres tú quien me hace temblar. —Suspiró ella. Él dibujó una sonrisa en su rostro.
—Aceptas? —Insistió él.
— No lo sé, tu pronto vas a recuperar la memoria, recuperarás tu pasado, tu mundo y yo...
—Y tú te iras conmigo. —Le prometió él. Ellen se estaba ahogando por dentro y en un respiro profundo dejó salir unas cuantas lágrimas apartando de él la mirada.
—Qué es esto Dios? —Suspiró ella. El limpió sus lágrimas. Su respiración se aceleró aun más, la forma de moverse su pecho la descubría. Y sin pensar más le respondió.
—Sí. Si quiero. —Se mordió el labio. Evans acercó sus labios a los de ella, los de ella estaban secos, deseosos de un beso suyo, respiraron el aliento vivido de ambos y por fin. Sus labios se juntaron. Ellen por fin pudo sentir el sabor de sus labios, sentir la vida que daban. Unos labios grandes, rojos como el pecado, puros como la vida. El abrazó su cintura y la estremeció contra su cuerpo, un leve gemido ella soltó. «Evans sintió por primera vez en su vida la necesidad de vivir en la falda de una mujer, de esa mujer».

La seño Lis estaba en su habitación, muy pensativa, acompañada de Clarita, que estaba preparando la cama para la seño Lis.
—En que piensa  mi señora? —Pregunta Clarita.
—En ellos. Clarita. —Responde seño Lis algo pensativa.
—En el joven Rob y la seño Ellen?
—Te puedo confiar algo? —Le preguntó la seño Lis sentándose en un pequeño sofá.
—Claro mi señora, usted sabe que yo jamas traicionaría su confianza le respondió Clarita muy convencida.
—Es muy delicado lo que te voy  a decir.
—Digame. Mi señora.
—Las dos sabemos que Rob y Ellen están enamorados...
—Sí, se les nota, en la forma en que se miran, se hablan, en la forma en la que la que la seño Ellen cuida al joven Rob, se ve que lo ama y el ni que se diga.
—Yo ya presentía lo que iba a pasar.
—Es que con esa historia que me contó, de que la seño Ellen salvó de la muerte al joven Rob, lástima que no recuerda quien es. —Lamentó Clarita.
—No es coincidencia que ambos se hallan enamorado, Ellen ya estaba enamorada desde mucho tiempo atrás. —Le confesó la seño Lis, mientras se dirigía a su cama, a recostarse, Clarita la siguió quedándose sentada en la orilla.
—Qué? Pero... Cómo? —Pregunta asombrada.
—Ellen está metida en un grave problema con ese chico. Él no es de éste país.
—Con lo guapo, alto, ojos azules que es... —Comento Clarita.
—Su nombre es Christopher Evans.
—Usted lo conoce? Mi señora.
—No lo conocía, ella me lo dijo. Casi medio mundo lo conoce. Lo he investigado y es un buen muchacho.
—Y por qué no le dicen  la verdad? —Curiosea Clarita.
—Es ella quien no quiere que lo sepa.
—Ella quiere que él se quede?
—No, supuestamente, su intención es pasar tiempo con él. Ella sabe que se irá, y no volverá. —Suspiró ella. —Bueno. Eso es lo que creía poco después de que me dijera la verdad.
—Y Ahora que piensa? Mi señora.
—Es su destino estar juntos. Cuando yo llegué a éste lugar, Ellen era una chica muy apagaba, todo el día mantenía su rostro cubierto con lágrimas, despeinada, con una mirada profundamente triste, sin vida, sin expresión, se le veía todo el día en melancolía, sola. Y ahora con Chris... Ha cambiado mucho. —En entonces... Cual es el miedo? Mi señora.
—Cuando la verdad llegue, entones, espero que su amor, el de él, halla crecido tanto para soportar la verdad. —Concluyó la seño Lis.

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Hola, para las que me leen fielmente, lo siento por no haber actualizado.


MAD WORLD. (Chris Evans y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora