Miel sobre hojuelas.

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Ellen y Chris estaban aun en el jardín, después de la confesión y de la declaración de amor por parte de Evans, ya había más confianza entre ambos. Él estaba recostado sobre las piernas de Ellen, mirando el cielo, mientras ella acariciaba amorosamente su hermoso y sedoso cabello, haciéndole sentir un sin fin de escalofríos. Chris sentía tanta paz en las manos de Ellen, esa paz que por años buscó después de aquel terrible día del año 2003, en el cual perdió a su mejor amigo y no había podido superar, que en el fondo, en el más profundo sitio de su subconsciente, lo sentía, aunque su mente dormía.
-Que cosas has visto que han cambiado en mi. - Preguntó él, un tanto pensativo.
-No podría decirte con exactitud. Sólo unas cuantas cosas. -Respondió acariciando su mejilla.
-Dime. -Insiste él.
-Hablas español. -Ríe ella. -Te ha crecido la barba, sabes ya desenvolverte en tareas de campo, y sobre todo, a soportar a mi grosera familia.
-A tu familia aun no del todo. -Dijo Chris, con una sonrisa media confusa. Hubo un momento de silencio entre ambos.
-Qué significa la P? -Curiosea Chris, al observar la inicial de su pulsera en la mano izquierda de Ellen.
-Hace años, un señor me la regaló. -Chris escuchaba con interés y atención. -El llegaba todos los días a venderlas afuera de la escuela donde yo estudiaba. Fue un día muy difícil, ese día me la regaló. Me dijo que «"Paciencia y perdón." Eso es lo que tenía que practicar en mi vida para ser feliz ». -Le contaba con tristeza. -Al día siguiente ya no llegó, ya nunca llegó.
-Paciencia y perdón = felicidad. -Replicó Chris.
-Así es. -Sonrió ella. Chris, se puso de pie diciendo.
-¡Ven acá! Quiero abrazarte.
-Es mi primer abrazo. -Suspiró ella.
-Todo esto lo haces por primera vez.-Preguntó él.
-Todo lo que haga contigo o junto a ti, es primera vez en hacelo. -Dijo ella, Chris enarcó su ceja por instinto y ladió su sonrisa.
-Eso me gusta. -Se inclinó un poco, para que Ellen lo pudiese alcanzar al abrazarlo. Un abrazo cálido, donde los huesos crujían y se calaban hasta el punto de dejarlos inmóviles.
-Quiero que éste momento sea infinito. -Murmuró él.
-como el universo?
-No. El universo no es infinito. Infinito pero como la misericordia de Dios. -Dijo él.
-Así será.-Suspiro ella.

Segundos después, empezó a caer una inmensa lluvia, con rapidez levantaron en mantel y la canasta. Corrieron a refugiarse en el corredor de la casa.
-Lo que faltaba. -río ella.
-Es nuestra noche. -Dijo él sacudiendo las gotas de lluvia que había absorbido su ropa.

Ellen intentó abrir la puerta de la casa, y con suerte, estaba sin seguro.
-Ven, mira. Está abierta. -Le mostró Ellen.

Todo estaba oscuro y cubierto con sábanas blancas. Los relámpagos iluminaban momentáneamente el lugar. Ellen se acercó a la lámpara de una mesa y la encendió, una luz débil iluminaba el lugar.
-La lluvia está muy recia, espero que pase luego para regresar. -Comentó Chris, observando el lugar.
Ellen quitó la sábana empolvada de uno de los sofás y tomó asiento.
-Esta cómodo. -Masculló. -Esperemos a que pase la lluvia aquí. -Dijo frotándose los brazos para generarse calor y poder calentarlos.
-Tienes frío? -Le preguntó el, colocando su canasta en la mesita del centro, yéndose a sentar junto ella y abrazarla.

Elle se le quedó viendo, lo miraba de la manera más dulce y tierna que se le puede ver a un hombre cuando se le ama de verdad. Chris la pervivió y bajó enseguida su mirada a ella, y desiosamente el beso llegó. Besos tiernos, besos dulces.
Chris se detuvo por un instante, al ver que ella se estaba yendo por un rumbo que él también quería pero se atrevía hasta que ella le diera su consentimiento.
-Quienes estar conmigo? -Preguntó él, observándola muy detenidamente. Sus mejillas le empezaron arder y trago un poco de saliva que se le había acumulado en su boca.
-Sí. -Suspiro ella. Su mirada estaba fija en los labios enloquecedores de Chris. Y fe nuevo los besos volvieron, pequeños besos que poco a poco se fueron trasformando en besos llenos de pasión. Ellen empezó a besar su cuello, mordiendo existantemente sus bellos lunares. Era un instinto femenino el cual se despertó en ella, y poco a poco su boca camino hasta su barbilla, dando seductores mordiscos. Él sentado en el sofá, ella abrió sus piernas para sentarse sobre de Chris, él empezó acariciarla desde su espalda, bajando lentamente hasta sus glúteos, y los presionaba para pegar su cuerpo contra el de él. Ellen sin mucho esfuerzo logró despertar en él una parte de él, sus manos acariciando su musculoso cuerpo, unas manos delicadas pero fuertes, manos de niña que se estaban como convirtiendo en manos de mujer pudieron despertar en el una fascinante erección. Después de unos minutos, abandonaron el sofá, Chris la tomó de la mano. Y subieron unas escaleras a su paso, buscó una habitación, y encontraron la principal. Al entrar, él cerró la puerta con delicadeza, y la miró a ella, sentada, a la orilla de una gran cama.
-Qué pasa? -Preguntó al verla tan, tímida, tan temerosa. -No quieres?. -Ella sentía que no era digna de ese hombre, de ese cuerpo glorioso, que seguramente conocía cuerpos perfectos, con vientres planos y pieles olorosas y finas, y senos perfectos.
-No. Claro que sí quiero, pero...me da pena. -Suspiró ella cabizbaja. -No estoy segura de que te guste mi cuerpo. No tengo gran cuerpo por entregarte. Él caminó a ella y se colocó de rodillas ante ella.
-Amo lo que eres, te amo a ti. A la Ellen de adento, y también amo a mi Ellen de afuera. Ella es tan hermosa, sus hermosos sentimientos hace que ella se vea hermosa, perfecta. -Le dijo él. Ellen lo besó y de nuevo la pasión despertó. Chris arrebató su camisa, lanzandola lejos. Ella con complicaciones quitó su vestido quedando atrapado en su cabeza cubriendo sus ojos.
-Te sirvo asi? -bromeó ella.
-Te ayudo. -Rió él. Ellen se acomodó en la cama, recostada, Chris se quitó completamente l ropa. Y a gatas llegó hasta ella, tratándola con delicadeza un ternura. Empezó a besar su boca, ella sentía sensaciones nuevas, sensaciones placenteras que le parecían deliciosas sentir. Tocó su estómago agitado subiendo lentamente hasta sus senos, donde se posaron. Ella se abrió para él, los gemidos de Ellen se empezaban a escuchar cada vez más fuertes, y en momentos los de Chris también. Las manos de Ellen jugaban en la espalda de Chris, la recorrían de arriba a si a bajo y de abajo a si arriba. Él puso todo su peso sobre ella, y empezó a subir lentamente cuidadoso de no lastimarla. Al sentir ella, de como Evans se adueñaba de su cuerpo, su alma, su virginidad, se aferró fuertemente a su espalda.
-Tranquila! -Le susurró bajando, y de nuevo volvió a subir con más presión. Por instinto femenino, Ellen enarco sus caderas dando más opresión a su parte con la de Chris, sacándole un existente gemido a él, donde mencionó su nombre.
-Nunca me imaginé lo maravilloso que es esto. -Murmuró ella, con una sonrisa en sus labios.
-Yo siento que es mi primera vez. -Dijo él mirándola a los ojos. Y volvió a subir con mas fuerza y rapidez llegando el codiciado y anhelado orgasmo entre ambos. El gemido de Chris en el oído se Ellen hizo que ella presionara más para intensificar aun más su orgasmo. El dejó caer todo su peso sobre ella, mientras se recuperaba del esfuerzo.
-Es cierto lo que dicen en las películas. Sobre ver las estrellas. Yo vi dos, y muy brillantes. -comentó ella refiriéndose a los ojos de Evans.

Era tan increíble lo que Ellen y Chris estaban viviendo, se amaban, realmente se amaban.
La tormenta pasó, ambos dormidos en la cama de la casa de los Mendoza. En la madrugada Ellen se despertó, y al verse, en esa misma cama, con Chris, su sorpresa era enorme, él dormía a su lado. No era un sueño, era una realidad, él estaba con ella. Ellen cayó desmayada por la impresión.

Ya casi amaneciendo, Chris ya estaba despierto, pero aun junto a ella, observándola dormir. Ellen empezó a despertar, sus ojos se habrían despacio, parpadeaba muy lento y al verlo, sonrió.
-Qué haces mirándome? -Preguntó ella, sus mejillas estaban rojas.
-Cuidando el sueño de mi amor. -Acarició su frente.
-Nunca me habían dicho algo así. ¿sabes?
-Me alegra ser el primero. Espero ser el último. -Besó su frente.
-Lo eres. -Suspiró Ellen.

Caminaron de vuelta a casa, tomados de la mano, Evans llevaba de la mano a su mujer, rían y carcajeaban, mirando los horizontes, veían salir el débil sol, sentía su calor. Clarita regaba las plantas de la seño Lis, cuando los vio pasar muy contentos. Inmediatamente corrió avisarle a ella. La seño Lis estaba aun en su cama, despierta, viendo las noticias en la televisión.
-No me va ha creer lo que le voy a decir. -Le dijo muy exaltada.
-Dime Clarita. ¿Qué pasa? -Preguntó muy preocupada.
-El joven Rob, o Chris, o como se llame, acaba de llegar con la señorita Ellen, parecían muy contentos. Ella se puso de pie para ver por la ventana, pero ya no alcanzó a ver nada.
-Usted? Cree...
-Clarita! Eso no nos interesa. -Le regañó.

Ellen llegó a su habitación, donde Melly, la esperaba con afán.
-Donde pasaste la noche? -Le preguntó con enojo.
-De que hablas?
-Tu cama está tendida y la de "tu actorcito" también. -Insinuó ella.
-Ah! Es que...la señora Lis nos invitó a su fiesta de cumpleaños. Y como ustedes no les cae bien, pues no los invitó. -Dijo ella. Con tanta astucia. Pero a Melly no le terminaba de convencer su respuesta.
-Espero que sea cierto. -Le advirtió ella, saliendo de su habitación.


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Espero que les guste el nuevo capítulo.
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MAD WORLD. (Chris Evans y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora