Promesa.

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Al día siguiente Ellen estaba haciendo el desayuno a la familia, muy feliz, cuando entra su hermano, que después de unos minutos se dio cuenta del cambio en ella.
-Oye! espera...
-Qué?-Preguntó algo asustada.
-Ya no hueles a excremento de vaca, ni a tierra. - Observó. -Ahora hueles a jabón, shampoo y a crema. Creo que hueles a... ¿Melly?
-Si, me bañé. -Respondió ella.
-Oye! -añadió -Usas zapatos, viejos, pero tienes zapatos. Aaahh! Y te peinaste. -Le molestaba.
-Cierra la boca.
-Ya dame mi comida.

Ellen pasó unas semanas muy estresantes, pero no le importaba, ya nada le importaban, ya que Había encontrado la manera de soportar lo todo. Evans esa manera de que todo fuera feliz.

Chris era alguien con lo que Ellen había soñado siempre. Creando historias imaginarias propias de su  imaginación ansiosa y torturada para tenerlo cerca y deseos de ese hombre codiciado por casi 5 millones de mujeres en el mundo. Ellen por semanas le enseñó a hablar español, él era inteligente, muy inteligente y aprendió enseguida. Ellen en su infinita soledad, se aprovechó de la abrevia que sufria Chris por el golpe que sufrió en el accidente. No recordaba nada del pasado, con lo cual Ellen convenció a su familia para que se pudiese quedar mas tiempo. En las manos de Ellen estaban los papeles de Chris, con los cuales podría recuperar su vida. Pero el miedo eminente, abrumador que le aterraba, que jugaba como un títere con sus pensamientos pesimistas que al enterarse Evans de quien era, se alejaría, volvería a aquel lugar tan alto, allá donde se le hacia difícil alcanzar, <<Volvería a la imposibilidad.>> En el plan de Ellen, no había el mínimo interés por enamorarlo, lo único que quería era conocerlo, pasar tiempo con él, saber quien era en realidad. Pero debía darse prisa, porque en cualquier momento su mente despertaría y sus recuerdos volverían.

Ya había pasado un mes, Evans ya entendía y hablaba español, aunque no a la perfección, aun le costaba pronunciar algunas palabras. vivía en la granja, ayudando en lo que se podía, cuidar los animales, sembrar y cosechar, se había convertido en uno de ellos, con un pasado y futuro incierto. Le habían dado una habitación al fondo de ese pequeño pasillo, con una cama pequeña, fría y dura, con cuatro sábanas, una mesa y una caja donde guardar su ropa, la poca que tenía, la cual le había conseguido la seño Lis.

Cierta mañana se acababa de bañar, y se encontraba en su habitación, aun con la toalla enrollada por la cintura y de pronto, entró Ellen, lo observó por unos segundos y después bajó la mirada con mucha pena, colocando una bolsa plástica en la mesa.
-Aquí hay más ropa, unas afeitadoras, eh! Zapatos nuevos, una loción. -Balbuceaba tratando de no temblar mientras se los enseñaba.
-De dónde lo sacaste? -Preguntó acercándose.
-Lo compramos, claro, con la ayuda de seño Liz, ayer fuimos a esas tiendas grandes que hay en la cuidad, y habían tantas cosas, mucha comida, ropa, y todo iluminado, habían unas escaleras que se movían y tantas cosas. -Le contaba con emoción, él la escuchaba con atención y sonreía al ver la manera en que su rostro se iluminaba al hacerlo.
-La seño Liz ayudándonos como siempre. -Observó Chris colocándose una camiseta blanca. Se acercó más a ella, y le dijo en voz baja, mientas acariciaba su mejilla.
-Pero tú, tú haz sido muy buena conmigo, ni creas que no me he dado cuenta lo que haces por mí, la comida que te toca a ti me la das a mi, que todo lo que tienes te lo gastas en mi y desde el primer momento en el que cobre razón me he dado cuenta que no me haz dejado morir. Y por eso te mereces todo en éste mundo, cuando quieras gastar tu dinero, que sea en cosas para ti, Ellen.
-Yo no las necesito. -Respondió ella, con palabras entre cortadas y muy nerviosa.
Era evidente que Evans era su debilidad, cuando estaba cerca de él, una mezcla de deliciosos escalofríos y nervios le hacían temblar.
-Compré algo para el desayuno, te espero en la cocina. -Le dijo, saliendo de la cocina muy de prisa.

Evans bajó a la cocina y se sentó a la mesa mientas observaba a Ellen muy detenido.
-No deberías preocuparte tanto por mi. -Le insiste.
-Me dejaré de preocupar cuando ya estés recuperado del todo. -Insistió ella, sirviéndole un plato de fruta y jugo de naranja.
-No es necesario. Pronto me recuperaré y sabré mi origen.
Ellen bajó la mirada por unos segundos y luego la levantó, yéndose a sentar frente a él actuando con tanta normalidad.
-Es muy probable que tu origen sea fuera de éste país, tus ojos son azules, tu piel es muy blanca, eres muy alto, cuando llegaste sólo hablabas inglés, estoy segura, bueno, casi segura que eres de por allá, del norte. -terminando con un nudo en la garganta.
-Aún no entiendo como es que vine a dar a tu puerta. -Preguntó algo pensativo Chris.
-No lo sé. -respondió Ellen, desviando la mirada, ocultando la verdad.
Evans tomó su mano pequeña y la acariciaba.
-Prometo que te lo voy a recompensar.
No existe palabras para describir lo que Ellen sentía al ver esos dos luceros azules.

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Gracias por leer.
Estrellita si te gustó.

MAD WORLD. (Chris Evans y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora