Invitación de la A. E. L.

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¿Cuál es la razón que movia a alguien como Jamie? Una mujer temerosa, reprimida, cambiante pero por sobre todo, acostumbrada a la soledad de sus libros y escritura a adentrarse en un mar de flashes y entrevistas incomodas…
Jamie temia a todo, pero mas temia a la posibilidad de que sus sueños se estanquen.
La primera vez que escribió algo, y lo hizo bien, allí, en la escuela, recibiendo el apoyo de su maestra de grado, sintió que quizás no era una inútil, no era una buena para nada. Que tenia un don, y ese don, era escribir.
Cuando publico su primer libro, corriendo el riesgo de ser abucheada y criticada, en realidad, logro algo que jamás se había podido, y eso era que su padre por única vez, no haya podido decirle nada malo, en cambio, todas las historias fantasiosas que alguna vez escondió, ahora salian con orgullo.
Pero Jamie necesitaba mas, no le importaba el reconocimiento del resto del planeta, puesto que esto no le interesaba si la persona mas importante en su vida decía que ella “perdia el tiempo”
Jamie llevaba casi dieciocho horas seguidas sentada frente al computador. Solo se había tomado unas cuantas pausas para hacerse un te y comer galletas con chips de chocolate, y claro, ir al baño dos veces.
Había estado teniendo su racha de suerte, y quizás se debiera a sus nuevas experiencias en la vida, quizás que Emmanuel la haya rechazado la había hecho escribir una escena en la que por causas del destino Kaffir sufriera un incidente con la maquina de afeitar, quedando casi calvo.
Tal vez, su beso sin sentido con Yurem, la había hecho imaginar a su protagonista femenina principal, besar fríamente de forma cruel.
O… una tercera opción era que Jamie estaba castigada por haber salido e interponerse en una pelea de borrachos, y que Erin le había cambiado la contraseña del wifi para que ella no pudiera usarlo… (Y claro, Jamie no podia ir a un ciber).
— ¡J!— Erin caminó con haciendo que sus zapatos negros de tacon rojo resonaran como pisadas galopantes de caballos.
— ¿Qué?— Dijo apenas alzando levemente la vista del incandecente luz del computador.— ¿ya no estoy castigada?
— Ya quisieras.— Dijo Erin quitándole la netbook de sus manos para ingresar de forma oculta la contraseña del wifi.
— ¿Qué es, Erin?— Protesto.— Estoy super inspirada.
— Lo siento, cariño, pero mira esto…— La super agente, ingreso al correo oficial de Jamie Jones y mostro un e— mail donde la Asociación de Escritores Latinoamericanos la invitaban a ser parte del concurso navideño de ese año.
— ¿Cómo?— Jamie limpio sus cansados ojos, mientras Erin se disponía a leer.
— “Señorita Jones, la invitamos cordialmente a formar parte de nuestro selecto equipo de escritura, para realizar relatos breves sobre navidad. La tematica consiste en que usted cree un one shot sobre su historia (“Ése tipo malo…”) conmemorando las fiestas de fin de años.
Ademas, de formar parte del jurado.
Desde ya esperamos ansiosamente su respuesta deseándole un muy feliz final de año.
Atte, Directorio de Escritores Latinoamericanos.”
Jamie quedo en corto circuito, como si no absorbiera aun del todo las palabras pronunciadas por su amiga.
— ¿J?— Erin paso su mano por su campo visual, cuando Jamie dio un estruendoso grito y corrió por toda la sala como esas lunáticas.
— ¡Lo hicieron! ¡Lo hicieron! ¡Me convocaron! ¡Dios! ¡Al fin! ¡Reconocieron mi talento!
— Asi es, Jamie. Te felicito, estoy orgullosa de ti, mi pequeño saltamontes.— Jamie daba saltos en círculos mientras era observada por Erin, como una madre ve a su hijo loco de alegría.
— ¿Sabes una cosa? ¡Llamare a papa!
— eh, Jamie… ¿Por qué no…?
— ¿Dónde esta mi celular? ¡Dios! ¡Siempre lo pierdo cuando mas lo necesito! ¿No lo has visto, Erin?— Jamie camino revolviendo las cosas sin prestar atención a su amiga, que la seguía de par a par.
— Jamie.— Erin la tomo de ambos hombros deteniendo su paso.
— ¿Qué pasa?
— Escuchame.— Fijo sus ojos marrones fuerte, bañados por un ligero verde en los bordes sobre los débiles ojos miel de Jamie. (Muy comunes, según ella misma)— Cielo, mira, se que lo primero que quieres hacer siempre con las buenas nuevas es decírselo a tu padre, y me parece genial, pero luego de que hablas con el… siempre terminas… sintiéndote fatal, y lo odio. Odio que te odies, y odies tu trabajo por culpa de el.
— No es asi, Erin.— Dijo Jamie sacudiendo su cabeza con una sonrisa enmarcada en sus labios.— A papa le encantara saber que la A. E. L. al fin, quiere que forme parte de ellos, es decir, ellos son como la R.A.E. aquí… ¿Qué mejor forma de hacerle saber que lo mio es serio? Que realmente puedo escribir.
— Cariño, yo…
— ¡Aquí esta mi teléfono!— dijo Jamie marcando el contacto numero dos (El uno era por supuesto, Erin)
La agente suspiro con fuerza y desgano, tirándose en el sofá mullido que se encontraba frente a Jamie.
— ¿Hola?— Dijo la voz de una femina, lo que desconcertó un tanto a Jamie.
— Uh… ¿Esta mi padre? ¿Quién es?
— Oh… tu debes ser Jamie, lo siento, tu padre cambio de teléfono  y perdió casi todos sus contactos. Alejandro es asi, lo lamento.
— ¿Quién… Quien eres?
— Supongo que tu nueva mami, pero no te preocupes, puedes decirme Star.— La voz era realmente como el de una niña, pero a Jamie le tenia sin cuidado, mucho mas perturbador era su apodo. “Star” sonaba a un mal nombre de una actriz porno.— Mi segundo nombre es Estrella, pero le puse mas glamour… asi que… Jamie, ¿Qué necesitas?
— Hablar con mi padre.— dijo a secas.
— Si, si… claro… ¿Amorcito? Ten, es Jamie… Oh, bueno, le dire… dice tu padre que puedes decírmelo a mi, que es como hablarlo con el después de todo…— La voz de fondo de su padre solo hizo que Jamie comenzara a sentir un nudo en el estomago. ¿Por qué la obligaba a hablar con el a través de una completa desconocida?
— Yo… uh… dile que…— Las lagrimas comenzaron a caer sobre la camisa blanca que Jamie solia usar para dormir. Fue el punto exacto en el que Erin tomo cartas en el asunto y le quito el teléfono de su mano.
— Mira, maldita zorra insensible, dile a Alejandro que si quiere recibir su cuota para pagar el bonito Cadillac que compro al coleccionista y que Jamie muy amablemente ofreció como regalo, se ponga al teléfono en este instante… ¡ya! ¡Ahora!— exigio Erin de una forma no muy simpatica.
Se escucho un leve sonido de respiración y luego como si el teléfono chocara con algun objeto sobre el, como si rodara sin parar.
— Habla Alejandro.— La voz del hombre no parecía feliz, cuando Erin le entrego de nuevo el celular a Jamie. Esta limpio sus lagrimas para sonar normal frente a su padre.
— ¿pa?
— ¿Qué sucede, Jamie? ¿Y por que permites que Erin maltrate a mi prometida?— El hombre sonaba furioso, pero ella no permitió que Erin robase de nuevo el teléfono.
— Lo siento papa, era muy importante lo que queria decirte.— Volvio a sonreir.
— ¡¿Qué?!
— Es que… La A. E. L. me convoco. ¿Puedes creerlo?
— ah… ¿Y?— Por un segundo, toda las frases que vinieron al cerebro de Jamie de lo que le diría su padre se esfumaron formando un nubarrón dentro de ella. Jamas se hubiese imaginado que el reaccionaria de esa manera, mas alla de que su padre jamás había sido lo que se dice “comprensivo”, queria pensar que ella le interesaba, el se había quedado con ella, no huyo como su madre sin volver a verla.
El había pagado las cuentas, el le había leído historias de niña, el había creado un mundo imaginario para que ella no temiera del coco por las noches… el, había sido su referente a la hora de soñar.
El, se propuso salir adelante, trabajar duro y abrir su propio negocio de la nada. Entonces, ¿Por qué Jamie sentía romperse cada vez que sus sueños empezaban a tomar vuelo y el solo minimizaba el asunto?
Entendia, que ella había sido la chica de los libros, la que vivía fantaseando despierta, la que no le importo ir contra los conceptos que el le había implantado de “Se simpatica” “Se sociable” “se realista, jamás podras vivir de eso”
Erin tomo lugar de ella, pero esta vez, Jamie no se resistió, en cambio, se sento en el sillon y rompió a llorar desconsolada.
— Eres un idiota, Alejandro.— Erin le corto el teléfono sin esperar respuesta. Hacia tanto que estaba conteniéndose, porque a su parecer, no le convenia intentar convencer a Jamie de la realidad: Su padre era un hombre demasiado materialista, demasiado centrado en el dinero como para extender sus alas y creer en la magia de las palabras que su hija escribia y que lograba enloquecer a mas de uno.
“Jamie era como una maga”, se decía a si misma, “Una maga que hace feliz, pero que difícilmente puede serlo… te hace creer que las palabras son curativas, cuando ni ella las tenga para si misma.”, Y se sentó a su lado, acariciando su espalda, como la buen amiga que era, en silencio.

— Yurem.— dijo con severidad Alex, mirando el monton de botellas que se apilaban a un lado del sujeto tirado en el lujoso piso de su habitación de hotel.
— ¿eh?— Abrio un ojo, dejando ver en sangre y apesumbrada su mirada.— ¿Qué?
— Yurem, estas llegando veinte minutos tarde, ¿lo entiendes? ¡llegas tarde!
— Oh, vamos, Alex… diles que estoy enfermo y dejame dormir.
— ¿sabes que es lo gracioso?— Dijo Alex sin prestarle importancia, chocando con las botellas, dirigiéndose a las cortinas…
— ¡Oh! ¡Maldito! ¡Cierra eso!— se quejo Yurem como si le hubiesen traspasado con un rayo laser.
— …La ultima vez que te vi en un estado tan deprorable…— Alex siguió escribiendo mientras le hablaba sin importarle las quejas.— Fue cuando supiste que Liza estaba embarazada, y vaya que hiciste un berrinche de niño pequeño… aun no me lo creo…— Se burlo Alex.
— ¿Y tu punto es…?
— Que por mi basta experiencia, solo te pones asi cuando algo no sale como lo esperabas… ¿Qué es? Se que no tiene que ver con Liza, hoy hasta me sonrio, supongo que no es por Melec, ella esta creciendo bien y la veras pronto en vacaciones… tienes trabajo, algo que aprecias desde que estuviste recibiendo solo propuesta para hacer propagandas de detergentes y yogures en tu país… Solo me queda una cuestión pendiente, pero no lo creo, no me atrevo a creerlo… ¿será posible que estes de esta forma por dicha escritora con la cual no quieres cruzarte...?
Yurem no respondió, en realidad, sintió como su estomago estaba revolviéndose de nuevo, y ni siquiera la había nombrado.
¿Por qué de repente le dolia el hecho de que ella dijera que lo  había besado sin sentir nada? Ya había besado a mujeres y estas a el sin sentir nada, en realidad, era lo usual. Sólo había amado a una mujer antes, a su posesiva ex novia y ahora madre de lo único que mantuvo entero a Yurem, aun asi, estaba sintiendo que estaba perdiendo el control de si mismo, y ver a Jamie lo empeoraría, ver a Jamie significaba sentirse vulnerable y rechazado, y Yurem no era de los hombres rechazados, el era la razón por la cual los demás lo eran.
— ¡Maldita sea!— dijo Alex al ver por el ojo de la puerta. Su teléfono había sonado pero no había atendido, ahora, Erin estaba en la puerta, golpeando atrozmente como para asesinar la madera… o Alex y Yurem por llegar tarde.— ¡Vistete! ¡Ya!
Alex corrió limpiando y ordenando el desastre, mientras Yurem a cuestas, se ponía en pie y pasaba una pierna sobre el pantalon, intentando mantener el equilibrio.
Al final, Alex abrio la puerta, tragando saliva en seco, rezando a todos los santos posibles porque Erin no lo asesinara a sangre fría, pero al verlo, se podría decir que lo haría sin dudas.
— Erin, preciosa, ¿Cómo…?
— Ni lo sueñes.— Erin paso de largo el beso al mismo tiempo que entraba junto con Jamie.
— ¡Chicas! ¡Vaya sorpresa! El señor Jalaf esta prepandose para ir, anoche leyó mucho su guion y se quedo dormido…
— ¿en serio?— Dijo Erin caminando directo a la cocina.— ¿y que me dices de estas tres bolsas de latas de cerveza?
La mujer intimidante alzo una ceja, comenzando una acalorada discusión con Alex, que se puso en papel de abogado defensor de los intereses de su cliente.
Entre tanto, Jamie miro a Yurem pero este no alzo la mirada, tampoco la saludo. Temia que ella notara todo lo que le sucedia al verla aparecer.
— ¿Cómo estas?— Pregunto Jamie, tomando lugar a su lado en el sillon.
— Bien.— Yurem se puso en pie el mismo tiempo que ella se sento.
— ¿Ocurre algo malo?— ella volvió a ponerse en pie, intentando buscar sus ojos. En realidad, Jamie por alguna razón queria comentarle que la habían invitado al concurso de fiestas de fin de año.
— Nada, no es…
— Pero… Has bebido, mucho. No bebes tanto desde que Melec nació y chocaste el Ferrari…
— ¿Cómo…? Oh, si, salió en todos los periódicos.— Rasco su nuca con nerviosismo, sin fijar su mirada aun en ella, lo cual era poco usual, ya que siempre era ella quien la apartaba.
— Yurem, ¿Qué va mal?— Jamie toco su mano, obligándolo a mirarla. Se sentio perturbado con el roce sus dedos en su piel.
— Nada, dejame en paz, ¿quieres?
— Pero… ¿Qué hice mal? ¿Por qué me hablas asi?— Ahora que Yurem la miraba, parecía contener muchos sentimientos en el, y por alguna razón no queria decirlos, pero desbordaban por si solos.
— No has hecho nada, Jamie, solo que no somos amigos ni nada de eso, eres mi jefa, y por eso te respeto, pero para serte sincero, no veo la hora de acabar con esta estúpida película tuya y jamás volver a cruzarnos.
Lo que Yurem dijo fue tan malo que incluso Erin y Alex se detuvieron y lo miraron.
— ¿Cómo dices?— Pregunto Jamie sin creer cuanto desconocía a aquel sujeto que una vez admiro.
— Lo que oyes… no somos nada, no me gusta tu trabajo, no me gusta tu novela y no me gusta Kaffir… no veo la hora de acabar para no tener que filmar esta porquería…— Alex se interpuso empujando a Yurem hacia el cuarto.
— No le hagan caso, ha bebido hasta tarde y tiene un poco de resaca. Se duchara e ira de inmediato a terminar con las escenas que le tocaba hoy, lo prometo.
Ambas mujeres quedaron en silencio en la sala de estar.
Erin camino hacia Jamie, quien con sus manos hechas puño, dejaba caer lagrimas rabiosas.
— J, vámonos… tienes que escribir para la A. E. L. ¿recuerdas?
— Erin.
— Dime.— las dos caminaron hacia la puerta.
— Agradezco que no me haya dado su autógrafo… no quisiera llevar tatuado algo que tuviera que ver con el.

¡NUNCA te daré mi autógrafo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora