Momento íntimo

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Jamie volvió en sí, gimoteando un poco.
–Lo siento, cariño… no, no lo sabía…
–Y eso no es todo.–Se aventuró a su amiga.
–¿Qué? ¿te demandó?–Preguntó asustada Erin.
–¡No! Yo… estaba tan enojada y enamorada de él… que… para olvidarme lo sucedido… escribí.
–¿y?–Erin alzó una ceja, mientras Jamie sonreía con culpa.–Dime… ¡que no te inspiraste en él para crear a Kaffir!
Jamie, angustiada asintió, dejando caer su cara entre sus manos.
–¡Oh por dios! ¡por dios! ¡esto será genial! ¡¿Sabes la publicidad que atraerá ésta historia?!
–Erin…
–¡El sujeto del cuál se inspiró la gran escritora, Jamie Jones, será el verdadero Kaffir en la película!–alzó sus manos imaginando un cartel luminoso.–Se venderá como pan caliente…
–¡Erin!
–¡¿Qué?!
–No, no lo quiero para Kaffir… el no se beneficiará de mi éxito…
–Bueno, no tienes muchas opciones… a tus fans les gusta, es el único actor de renombre que es marroquí, y… además, otro plus es que ya no es solicitado como antes en la actuación, por lo que su cheque será bastante barato como para poder tenerlo en la película.
–Erin, te lo suplico.–Rogó Jamie, persiguiendo a su agente, quien como esas locas, comenzaba a marcar números.
–Tengo que localizarlo, pediré a mi amigo con beneficios que lo busque por mi… y…
–Erin…–murmuró de nuevo, siendo abandonada por su agente, dejándola hablar sola.

Jamie busco su plan de “DESNERVIARSE” (aunque esa palabra no existiera) en su lenguaje, si.
Puso un par de velas sobre la tina, preparó música clásica y sales para un baño de inmersión.
Justo cuando parecía que la tranquilidad y paz mental llegarían, el teléfono sonó, sacándola de su trance.
Tuvo que salir para alcanzarlo, secarse medianamente bien para poder atenderlo sin mojar la pantalla táctil.
–¿hola, Erin?
–¡Jamie! ¡a que no sabes con quién estoy reunida!
–No lo sé, Erin. Estaba dándome un momento intimo, desnuda, escuchando a Beethoven cuando tuviste que llamar…–Un par de risas se escucharon desde el otro lado.–¿Qué es tan gracioso?
–Eh, Jamie… estás en el alta voz.
Jamie quedó helada, mientras una voz conocida de hombre comenzó a hablar.
–tu agente habló con el mío, y me dijo que eras una gran fan de mi trabajo… pero jamás pensé que involucrara sesiones “íntimas desnuda”.
Jamie no respondió a la ofensa, en cambio, tragó saliva, aclaró su garganta para poder hablar.
–¿Erin?
–¿Si?
–Te llamo mas tarde… si es que no te despido antes.–Y colgó.
Jamie comenzó a chillar y dar alaridos molestos, pisando con fuerzas su ropa en el suelo. Enfada y avergonzada, sólo quería una cosa: que la tierra se hiciera un hueco gigante y acabar en china.

¡NUNCA te daré mi autógrafo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora