¡NUNCA te daré mi autógrafo!

El contrato

Cuando llegó al lugar que le había dicho Erin, caminó un poco incómoda por las personas refinadas.
A pesar de haber sido una escritora de un best seller, no tenía tanto dinero como otros famosos que degustaban en aquel sitio. Nadie la reconocía, porque, claro, ella no era Britney Spear ni mucho menos algún personaje de la televisión.
Los escritores gozaban en el anonimato, y a pesar de que sus fans sabrían quién era sin dudas, para el resto y mayoría del mundo, ella, no era nadie.
–Buenas noches.–Dijo saludando a un hombre de lentes con marco cuadrado, vestido de pie a cabeza en negro, a su lado, una fina mujer con un vestido como para los oscars.
Erin hizo las presentaciones correspondientes, y se sentaron a cenar mientras el sonido de la orquesta los acompañaba.
–Bueno, señorita Jones, hemos quedado encantandos con su idea, aunque… quizás se deban hacer unos reajustes… ya sabe como es, la película es una versión comprimida, un vistazo general que engloba la idea, y por supuesto, un asunto comercial, que deberá vender…–Dijo la mujer, llama Hanna Montreal.
–Oh… yo creí que…
–Estamos dispuesto a cambiar ciertas cosas, pero queremos que la esencia se quede…–Completó Erin con audacia.
–Si, pero tiene que entender, que la película no sólo será para lectores.–Habló el hombre, quien había dirigido muchas otras películas éxito de su cadena a nivel mundial.
–Es que… yo… no quisiera decepcionar a mis lectoras, ya saben, ellas me hicieron ser quien soy. Gracias a ellas tuve éxito y…
–Lo que la señorita Jones quiere decir es que, sólo haremos la película con ella como escritora adjunta.
–Si, con respecto a eso.–Dijo Hanna sonriendo leve y falsamante.–Preferimos tenerla como consulta en caso de perdernos, pero como escritora ya tenemos todas las vacantes llenas…
–Pues, abran otra.–Respondió severa pero serena, Erin.
Ambas mujeres se miraron, desafiantes.
–Señorita Jones.–Hablo Hanna.–¿Usted entiende que su obra será representada pero no hecha tal cual, no es así?
Jamie asintió.
–El problema, Jamie, es que el director soy yo, y ya ha pasado antes que los escritores, creen que por haber escrito el original tienen derecho a dirigir e interferir entre las tomas y actores…–El sujeto frunció el ceño.
–Yo…
–La señorita Jones…
–Erin, yo responderé.–Jamie estaba nerviosa. Era claro que ella no tenía ni idea de cómo hacer algo así, apenas si estaba cayendo en que haría posible la película de su libro. Pero ella no había llegado a la cima por dejar que la hagan a un lado.–Mire, ustedes produciran parte de la película, yo también. Yo escribí la historia, pero usted le dará vida.
Yo la vi nacer de mis manos, pasé muchas noches en vela, y sufrí y renegué porque se lea… pero lo cierto es que los necesito, porque yo de cine no sé absolutamente nada…
Jamie tomó aire, mientras Hanna y el directo Leon De La Olla asentían a su par.
–Quiero que mi historia pase a las mayores y yo ya hice lo que pude, ahora, se los dejo en sus manos… sólo, pido que me dejen verlo crecer y formarse. ¿Quién mejor que yo para saber resumir la historia que yo misma parí? Prometo no inmiscuirme en nada más. No pediré que vistan a nadie de cierta forma, o que caiga nieve como en algún pasaje… por lo único que pelearé, es porque la esencia, el mensaje, quede a salvo… ¿de acuerdo?
Leon y Hanna, sonrieron a la par.
–Entonces… ¿Dónde firmamos?–Inquirió Erin complacida de su representada.