Una semana

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Falta una semana. 

Una semana para salir del laboratorio.

Una semana para volver con mi familia. Con mis amigos.

Una semana para que todo sea como antes.


Han pasado dos semanas desde que llegué aquí. Extraño mucho a mis amigos pero en realidad no me quejo de la vida aquí. Tengo mi habitación, mi ropa (aunque todas las mudas son iguales, es bonita), y la gente aquí era amable.

En el día salimos de las habitaciones para recorrer el laboratorio (que parece un hotel) y socializar. Hay gente que se ve triste pero otras, en cambio, siempre están sonriéndo. Como Kylie, una chica que conocí hace poco mas de una semana, y que me ha ayudado a sentirme menos sola. A veces me desanimo un poco porque me hace acordar a Ali, pero luego recuerdo que ella no está aquí, que ella está en California y yo.. La verdad no se, porque no nos dejan salir del laboratorio.

En la noche.. a veces no puedo dormir, otras veces lloro recordando a las personas que quiero, y que seguramente están preocupadas por mí.


En fin.. hablemos del presente. Hoy es el día que me van a hacer la prueba. La verdad no se de que se trata tal experimento.. y estoy muy nerviosa.  Kylie no puede hablar sobre eso. Y yo decido no preguntarle nada al respecto. Ella ha estado aquí durante siete largos meses. ¿Por qué? Pues ella me dijo que la encontraron tirada en la calle, sin agua, sin comida, sin ropa, sin casa, sin familia, solo ella. Y la salvaron. Ahora está viviendo aquí. Y es raro, porque no se como no se aburre.

Un detalle de este lugar es que.. todos (y digo absolutamente toda la gente de aqui) tienen los ojos celestes. Supongo que tiene algo que ver con esta prueba inofensiva. Yo solo quiero irme pronto. Y la verdad, irme con ojos celestes no me importaría en lo más minimo. 

Estoy en mi habitación. Recién acabo de bañarme y me estoy vistiendo con la típica ropa. Una remera musculosa blanca al cuerpo, un pantalon blanco largo, y unos zapatos de tacón. De pronto siento como alguien toca la puerta.

-¿Puedo pasar?.- pregunta una voz detrás de la puerta. Megan.

¿Quién es? Bueno, ella es la mujer que conocí el primer día que estuve aquí. La rubia.

-Claro Megan.- digo mientras me miro al espejo. Ella pasa y le sonrío a través del reflejo. Me devuelve la sonrisa y yo me giro para quedar al frente de ella.

-¿Estas preparada, cariño?.- me acaricia el pelo y yo le sonrío débil. La verdad no estaba lista, pero ya había pospuesto la fecha dos veces y no pensaba hacerlo más. 

-Claro. Quiero hacerlo.-digo. La verdad ella me trata como si fuera su hija, es amable, y ahora que escuché la historia de por qué estoy aquí, estoy agradecida con ella. Demasiado agradecida.

-Ven conmigo.- salimos de la habitación y cruzamos el gran salón donde habia gente que iba y venia, salian y entraban a distintos cuartos, o simplemente estaban parados hablando entre ellos. 

Entramos a un cuarto con una camilla. Ya lo conocía, la enfermería. Ahí estaba el doc, que al tener la piel morocha le resaltaban sus ojos azules. Me mira y me sonríe. Le devuelvo la sonrisa y me indica que me siente en la camilla, y así lo hago.

-Tiffany, te explicaré cómo va la mano, ¿ok?.- se paró adelante mío y me miró serio. Asentí totalmente nerviosa. Estaba temblando.- Bien, como te darás cuenta.. todos los que vivimos aqui tenemos los ojos celestes. La causa de esto, es el experimento. Nosotros extraemos melanina del globo ocular, lo que hace que los ojos queden de un color celeste claro. Pero, tranquila, no lo hacemos por algún mal ni nada. Es para medicina.- oh, con que eso era. Bueno, todos aquí lo hicieron, y salieron sanos y con ojos preciosos. Obvio que lo haría.

Los Amigos No Se BesanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora