01. El Cazador Y El Zorro

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Solo el crujir de los arboles, mientras el viento los envolvía, meciendo levemente sus ramas, era lo que se escuchaba en aquel oscuro bosque.

El cielo escarlata, contrastaba con el azul verdoso de aquel tétrico lugar, en donde aquel hombre, armado con una flecha y un arco, caminaba sigilosamente entre las hileras de pinos, el lodo y las hojas húmedas se pegaban a sus botas haciendo aún más difícil cada paso, aumentando cada sentido, realizando cada movimiento tres veces mas nimio al escuchar el retumbar acelerado de su corazón tratando de salir de su pecho.

AL verlo, se detuvo detrás de un tronco aguantando la respiración para no desvelar su presencia, todo era tan apacible que no daba crédito a sus ojos, ante él bebiendo plácidamente de aquel manantial que limitaba con el país vecino, se encontraba ese frágil y fugaz zorro, tan plateado como la luna que brillaba sobre ellos, su pelaje como los mas finos hilos de seda relucía cual cristal bajo la luz de la luna que permanecía enteramente llena.

Aquel zorro, el cual siempre se le escapaba, aquella presa, cual piel la usaría como su mas fino abrigo en el invierno próximo.

"o como orejeras, por lo pequeño que es" pensó el cazador sonriendo para si mismo, estaba seguro que esta vez lograría su cometido, aquel zorro caería en sus manos.

Se posicionó, tensó su arco soltando la respiración mientras apuntaba con la flecha uno de los costados de la indefensa criatura, el sudor le recorría la frente y gotas descendían por su espalda a pesar de la fresca noche, sus manos temblaban ligeramente por la adrenalina acumulada, pero ello no impedía el cumplimiento de su faena.

Tomo una bocanada profunda de aire, y lo retuvo. Cada golpe de su corazón bombeando fuertemente en su pecho denotaba un nuevo segundo, hasta que ya nos lo oyó, y supo que el tiempo se había detenido en ese preciso instante,sus labios se secaron, la adrenalina amenazaba con explotar sus venas, por fin atraparía al animal causante de sus noches de insomnio.

Relajo sus hombros, se humedeció los labios, mordiendo en el proceso su labio inferior, y enfoco la mirada, ya lo tenía, esta vez no iba a escapar.

Y justo cuando la flecha escapo de sus dedos un estruendo tan potente como el choque de dos inmensas tormentas se escucho por todo el bosque, provocando que esta se desviara solo unos pocos centímetros de su objetivo, y cayera muy cerca del zorro, alertándolo de su inminente peligro.

El animal giro su cabeza, mirando directamente a los ojos de su cazador, hombre y bestia compartieron miradas durante un instante, miradas que trasmitían tantas palabras silenciosas, que los envolvían en aquel extraño trance.

Cuando el alto cazador salio de su hipnótico estado, se apresuro a tomar otra flecha, mientras el astuto zorro se echaba a correr, en dirección al país vecino.

A pesar de los rápidos tiros, ninguna de las flechas alcanzo al zorro, pues era muy ágil en cuanto a esquivarlas se trataba, sin contar que había huido al país vecino, y en ese lugar aquel cazador no tenia permitido ejercer su oficio.

Lo perdió de nuevo.

Perdió a su presa una vez mas, ¿Cuantas veces a ocurrido eso? Tantas que ya ni se acordaba. Desde que vio por primera vez a ese zorro, no pudo evitar desearlo. Aquella piel, aquella silueta, quería todo de ese zorro, algo de él lo llamaba con fuerza, la luna brillaba mas cuando estaban cerca el uno del otro.

Ese zorro era único en su clase y él lo deseaba mas que a nada. Y lo obtendría como fuese.

_¡¡Maldición!!- gruño aquel cazador, la frustración de no haber conseguido su objetivo lo enfurecía.

Ya lo tenia, estaba tan cerca de conseguirlo, muchos lo creían loco por obsesionarse con ese animal, pero eso no lo detendría de hacerlo suyo, poseería a esa fiera indómita como fuese.

Nuestro cazador, quien tiene por nombre Peeter Cortins es el segundo en la lista de sucesión al trono de Rigins dominado por el fuego, su primo Edwin Cortins III es el Rey, quien es mayor que él mismo solo por un par se meses.

Peeter a sus 22 años de edad, era todo un apuesto caballero, fiel combatiente, y amigo leal, ademas de bien parecido, con sus ojos azul marino y su cabello castaño rojizo conquistaba a quien quisiese, y aunque tenia obligaciones como segundo príncipe del reino, en cada oportunidad que encontraba, salia al bosque a cazar alguna presa indefensa, aunque en los últimos meses, su único objetivo a sido ese zorro.

Con un chasquido de lengua que evidenciaba toda la frustración que corría por su ser, Peeter volvió sobre sus paso llegando al claro donde su caballo esperaba paciente, estaba por amanecer nuevamente en Rigins y debía atender su deberes reales.

Con el ceño fruncido, monto su caballo y volvió por el lodoso sendero que daba al castillo, maldiciendo por lo bajo al causante de aquel estruendo que anulo su ataque.

Algún día cazaría a la bestia, algún día seria completamente suyo.

_¡Oh! Luna... Ayúdame a conseguir lo que quiero.-  susurro el joven cazador, dirigiendo su mirada a donde me encontraba tranquilamente observando, me pedía con tanto anhelo que le ayudara, que no pude negarme.

Él quería poseer al pequeño zorro, y yo podía juntar sus caminos, quizás un poco de ayuda no le caería mal.

Decidida, comencé a descender poco a poco, mi luz se extendió sobre aquel cazador, y me materialice ante él, Peeter con mirada  sorprendida y la boca abierta no daba cabida a lo que presenciaba, y es que no todos los días la Diosa de todos los mortales de aquel mundo se mostraba ante uno de ellos.

Cuando la conciencia se apodero de él  y entendió que sucedía, cayó sobre su rodilla derecha, como el noble que es en alabanza hacia mi. _Mi reina... Mi Luna. Solo soy un simple mortal que ha pedido tu ayuda... No debía presentarse ante mi. No soy digno.- me hablo con sumo respeto.

_Al contrario, mi joven cazador. Has pedido de mi ayuda para poseer al pequeño zorro...- Peeter levanto su vista, mostrando en su rostro sorpresa. _Y así será... Aquel zorro al que tanto deseas, será tuyo... Pero cuidado mi joven cazador, no todo lo que tus ojos te muestran es la realidad...- extendí mi mano al rostro del joven de rodilla frente a mi, y con delicadeza, lo inste a erguirse.

_El zorro será para ti, como tú serás para él... Solo debes prometer no hacerle daño jamas.- hable dulcemente mientras tomaba su mano derecha entre las mías.

_Pero soy un cazador... ¿Como no hacerle daño a mi presa?- pregunto incrédulo.

_Es el precio a pagar joven Peeter. Nada en esta vida es gratis... Ese zorro es único en su especie, y no puedo permitirte que dañes a ninguna criatura bajo mi protección. Me has pedido al zorro y el zorro es lo que te doy.

El cazador bajo la mirada, y con un fuerte suspiro de resignación asintió.

_Acepto humildemente tu regalo, Mi Reina...

Sonreí satisfecha, eleve la mano que se encontraba entre las mías y bese su dorso gentilmente, dejando una marca en forma de zorro color plateada sobre esta. _ El zorro será tuyo... Recuerda... lo único que no debes hacer, es perjudicarlo.- y con estas últimas palabras, me desvanecí frente a sus ojos, personalmente me encanta hacer eso, pero esta no es mi historia así que continuemos.

El joven cazador quedo sorprendido. _¡Espera! ¿Como sabre en donde encontrarlo?- el silencio fue su única respuesta, cansado y abrumado por lo ocurrido, Peeter suspiro pesadamente, y se llevo la mano con la marca -que ahora ya se encontraba casi desaparecida sobre su piel- al cabello para peinarlo.

Luego de pensar unos minutos lo ocurrido, ató su caballo en las caballerizas y entro en el castillo, pensando en lo que yo le dije.

_La Luna me dijo que el zorro será mio...- susurro con una medio sonrisa dibujada en el rostro. _Si la luna lo dice, que así sea.

El Circo De LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora