_¡Narr!- gritó el zorro. _¿Por que mierda haces siempre lo mismo?
En el mas mínimo descuido del mas chico, el peliazul hizo una de las suyas y ahora estaban en el castillo.
_Si no lo hacia llegábamos tarde.- habló el mayor cruzándose de brazos. _deberías agradecerme.
El zorro soltó un bufido sarcástico y caminó por el pasillo en busca de Aysel, seguido de cerca por un sonriente Narr, el cual perdió poco minutos después de haber llegado.
Aysel se encontraba hablando con Luce -como siempre-, el zorro intercambio algunas palabras con el mas chico y se despidió rápidamente, llevándose consigo al payaso.
En el camino rumbo al estanque de los sapos cantores, los chicos no se encontraron con el fúrico Peeter, quien galopaba a toda prisa directo al castillo.
•°•°•°•°•°•°•
Una inconfundible explosión atrajo toda la atención del rey y el grito anunciando el nombre de su prometido en una maldición confirmo sus sospechas.
Al abrir la puerta de su despacho, observó al peliazul sonriendo des-preocupadamente mientras seguía al chico de cabello plata con quien a visto muy frecuente últimamente.
Sigilosamente camino detrás del bufón y lo jaló sin contemplación a su despacho, encerrándose con llave en este.
_¡Que demo...! ¿Edwin?- hablo confundido Narr. _¿Por que me jalas así?
_Has estado muy acaramelado últimamente con ese chico que viene por tu hermano ¿No es así?- pregunto el rey cruzándose de brazos y arqueando una ceja acusatoria-mente.
Narr imito el gesto del rey y dijo en el mismo tono. _¿Y eso a ti que te importa, tonto rey?
La actitud desafiante y burlesca del menor irritaba al rey, deseaba verlo como el día anterior, ocultándose y totalmente sumiso ante la amenaza, que obviamente seria él.
Dio un paso. _Serás mi esposo.- otro paso. _claro que me importa.- tres pasos. _Todo de ti me importa.
Narr quedó acorralado contra la puerta, un paso mas y quien sabe que haría ese rey, intentó huir abriendo la puerta pero está tenia seguro y cuando pensó en la técnica de traslado, ya el rey le abrazaba fuertemente de la cintura.
Asi no podía escapar, a donde fuera se llevaría al rey consigo, iba a decir algo, pero Edwin se le adelanto y lo beso bruscamente, demandando sus labios como aquella vez en el pasillo.
Los intentos de resistirse por parte de Narr eran totalmente en vano, el rey lo besaba tan pasional e intensamente que poco a poco fue cayendo ante el deseo.
Al notar que el menor ya lo aceptaba y comenzaba a responder aquel beso, rodeando su cuello con los brazos, Edwin no dudo en poner en acción a sus manos.
Acariciando el torso del chico por encima de la ropa, besando su cuello y acariciando sus entrepiernas en una enloquecedora fricción que los cegaba de deseo a ambos.
Entre besos y jadeos, llegaron a tropezones al sofá de la pequeña sala, aquel de cuero sintético color vino y con patas de maderas talladas con forma de patas de león.
Narr estaba acostado boca arriba, con aquel rey besando cada parte visible de su piel, deseoso de mas Edwin despojo al bufón de aquel suéter negro dejando ver su blanco pecho junto con aquellos pequeño botones rosas, a los que besó con rabia y deseo, provocando en el mas chico oleadas de placer por todo su cuerpo.
El bulto entre las piernas del rey era notable, casi tanto como el de Narr, quien jadeaba incoherencias.
Los azules y brillantes ojos llenos de deseo y la irregular respiración del bufón, provocaron mas al rey, quien con rapidez se despojo de sus prendas superiores, quedando solo con su pantalón negro ajustado.
La imponente figura del rey sorprendió a Narr, su piel bronceada y músculos bien definidos que marcaban todo su abdomen y terminaban en una perfecta V al final de sus caderas, le hacían desear mas de aquel hombre.
_¿Me quieres Narr?- pregunto el rey, murmurando al oído del chico mientras presionaba su cuerpo contra el mas bajo.
Narr apretó los labios, sintiendo el poder de aquel hombre y negó con la cabeza.
_No mientas.- susurro Ed besando su cuello y presionando mas sus entrepiernas, provocando un jadeo por parte de Narr mientras arqueaba sus caderas buscando mas fricción.
_Si no me dices lo que quiero oír, no te daré lo que deseas.- amenazó el mayor atrapando en su boca un pezón mientras que con una mano jugaba con el otro, y la otra la llevaba al bulto del chico.
Cada reacción de Narr provocaba al rey, quien luego de torturar aquellos frágiles botones de carne, bajó lentamente en un camino de húmedos besos hasta el borde del ya desgastado del chico.
Narr cruzó su mirada con la sonriente de Edwin, que le miraba lascivamente. _¿Me quieres o no, Narr?
El deseo era mas fuerte que él y por ello Narr cedió.
_No te oigo.- se burlo el mayor llevando una mano a su oído. _¿Que dijiste?
_S-Si T-Te quiero.- murmuro jadeantes el chico, provocando que el rey sonriera complacido y quitara rápidamente el pantalón ajustado llevándolo hasta sus rodillas.
La imagen era fascinante y embriagante a partes iguales, ¿como un joven como este podía ser tan tentador e inocente a la vez? deseaba devorarlo, consumirlo y nunca mas dejarlo ver la luz del día.
Su deseo mas oculto salió a flote con el primer sabor del chico, era el cielo cayendo en agonía por la deshonra de un ángel, era una gota de agua en el abrazador calor del infierno.
Era deseo en su mas puro y carnal acto.
Estrellas iluminaron sus parpados cuando la erupción del mas poderoso volcán rugió en su nombre.
Sin un principio todo llegó a su fin, jadeos y respiraciones pesadas invadían el silencio, de pronto el mas profundo dolor invadió al rey, ¿como lograr que Narr se enamorara de él si ya estaba totalmente perdido por el chico?
_No creas que perdonaré esto con facilidad._ escupió el bufón y escapó en su humo, dejando al rey con aquello que ya sabia, lo habia arruinado todo por completo.
_Soy un idiota.- se reprendió Edwin, comprendiendo que aquello arruinaría todos sus planes.
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El Circo De Luna
FantasíaEn un mundo donde la Luna reina en lo alto del cielo carmesí, la magia rige en el amor verdadero, entregando a las almas solitarias el corazón idéntico de su ser. Acepta el regalo que el destino te dio y amalo para siempre.