Narr caminaba rumbo al castillo, ya habían pasado dos horas después del medio día, por ello asumió que Aysel y el zorro ya estaban de vuelta al castillo.
Iba a paso lento por entre la multitud, parándose en cada esquina, observando cada cosa que llamara su atención.
Hasta que después de tanto rondar, decidió que ya era hora de llegar a su destino y después de una explosión azul, desapareció sin dejar rastro.
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El sonido de un leve toque en la puerta se escucho, llamando así la atención de Edwin.
Después de un "adelante" por parte del rey, una sirvienta de cabello negro y ojos verdes, muy baja, entro en el despacho.
_¿Te puedo ayudar en algo?- hablo cortante enarcando una ceja.
La chica sonrio de lado y se acerco al rey, quedando frente a este y sentándose sobre él, para besarle, Edwin se sorprendió al principio, pero luego forcejeo con la chica, tomándola de los brazos y alejándola de su rostro.
_¿¡Que se supone que haces!?- le grito.
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Narr llegó al castillo y deambulaba por entre los pasillos, en busca de alguien pero no veía nada, ni siquiera a los sirvientes.
Rumbo al jardín, se encontró con una peculiar puerta la cual reconocía perfectamente, el despacho de Edwin.
Sonrió con malicia, sabiendo que posiblemente el rey de Rigins estaría allí y que por ello podría hacer una de las suyas, ya era hora de vengarse del tonto rey.
La relación entre ellos era un desastre, después de lo que Edwin hizo solo logró profundizar el desprecio del chico, y aunque aveces intentara hablar con él, realmente Narr no le daba oportunidad de acercarse demasiado.
Lentamente y sin hacer ruido se acerco a la puerta, la cual se mantenía extrañamente entreabierta, y la empujo para sorprenderle.
_¡Holaaaaaa!- grito fuertemente. Pero su grito se quedo en mudo, cuando vio al rey con una de las sirvientas sentadas en sus piernas, y besándolo.
Edwin vio la cara de espanto de Narr y rapidamente empujo a la mujer. _Narr, yo... Lo puedo explicar.- intento acercarse.
Narr retrocedió un paso y la ira comenzaba a dominarle. _¿¡Que vas a explicar!? Una imagen dice mas que mil palabras Edwin.- no entendía por que aquello le afectaba y decepcionaba tanto al mismo tiempo, ni siquiera sabia porque le importaba, tenia lo que quería, la excusa perfecta para acabar con toda esa estupidez del matrimonio.
Y aun así duele.
_Narr.- murmuro Edwin.
_¡No digas nada!- grito alzando su mano para detenerlo. _Gracias por arruinarlo.- sonrio sarcásticamente.
_¡Narr!- grito Edwin, pero ya era muy tarde, se giro a ver a la sirvienta quien no paraba de reír como desquiciada. _Tú... ¿Que crees que hiciste?- intento sujetarla.
_Uuuh... No, no, no. No se toca.- hablo en tono burlón. _Solo hice lo que debía, mi rey.- se carcajeo y antes de que Edwin reclamara algo mas, la chica desapareció en una explosión de humo amarillo, dejando al rey confundido.
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Soledad se quedo en blanco por un instante, imágenes de Peeter siendo controlado mentalmente y de Renard muerto, junto a la traición de Edwin llegaban como rayos a su cabeza, de pronto la explosión azul que anunciaba a su hijo se hizo presente, las lagrimas escapaban de los ojos de Narr, quien solo corrió a quien sabe donde.
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El Circo De Luna
FantasyEn un mundo donde la Luna reina en lo alto del cielo carmesí, la magia rige en el amor verdadero, entregando a las almas solitarias el corazón idéntico de su ser. Acepta el regalo que el destino te dio y amalo para siempre.