_Quiero pedir la mano de su hijo, señora.- hablo de manera muy seria el Rey Edwin, mientras veía a los ojos verdes de Soledad, sentada frente a él.
_Me niego.- respondió Narr inmediatamente, obteniendo aquel par de miradas penetrantes como respuestas.
_Cállate, Narr.- le regaño la mujer.
_Pero mamá... Ni siquiera conozco a este hombre... Y si es porque esa loca lo dijo, puedo conseguir maneras de que se retracte.- Soledad suspiro con cansancio, no creía que el motivo del compromiso de Narr era debido solamente a la pequeña venganza que he tramado para él, y realmente así lo era.
_No debes hacer enojar a la Luna... Estoy casi segura de que esto no es algún tipo de venganza, sus razones tendrá.
Edwin observaba la discusión entre madre e hijo, sin comprender por que hablaban tan familiarmente acerca de mí, como si me conocieran desde siempre, y fuera normal para ellos tratar con la realeza, y aun mas con dioses.
_Es así madre... Esa loca se esta vengando de mi... Estoy seguro, que ahora mismo se esta burlando de mi situación.- y no niego estarlo disfrutando. _ pero cuando la vuelva a ver, juro que haré-
_No harás nada.- le corto la mujer dando por zanjada la conversación y volviendo su vista al rey. _Rey Edwin, aprecio su buena voluntad. Pero realmente, mi hijo tiene razón en una cosa, nosotros no le conocemos, y aunque la Luna lo haya dicho, me temo que no dejaría a mi hijo casarse con cualquier extraño, por muy Rey que sea.
Narr sonrío con suficiencia, su madre había negado su mano, y ante eso, ni yo podía interferir, Soledad es una mujer de armas tomar, y personalmente no deseo hacerla enojar.
_Entiendo perfectamente su punto, mi señora... Pero, si así me lo permite, haré lo posible para que me conozca y compruebe que soy el mejor partido para su hijo.- respondió elegante y con preponderancia Edwin, como todo un rey lo haría.
La mujer estudio con la mirada al joven frente a ella, clavando sus profundos ojos tratando de conseguir algún atisbo de duda para así negar algún acercamiento y al no notarlo suspiro derrotada. _Eso es algo que debes mostrarle a mi hijo, Edwin, no a mi.- dijo adoptando un tono mas natural y casual, que sorprendió al rubio al verse igualado a su nivel social. _así que intenta ganarlo a él, y vuelve a pedir su mano cuando lo hayas conseguido.
Edwin quedo totalmente atónito, aunque no mostró indicios de su sorpresa en ningún momento, ¿como era posible que esa mujer le pidiera que intentara ganarse a su hijo? ¿a un bufón? se supone que el Rey era él, y por lo tanto el bufón debería ganarlo, no al revés.
Indignado, mostró una de sus mejores sonrisas falsa. _Entonces, eso haré, señora.
_No me casaré contigo.- susurro Narr, al mismo tiempo que se levantaba para marcharse.
Soledad vio a su hijo partir, y con un gesto preocupado volvió a mirar al joven frente a él, en sus facciones notó el cansancio llevado por alguien obligado a madurar muy temprano, y que llevaba la carga de un reino entero en sus hombros, y pensó que tal vez Narr podría dar alegría a ese rostro serio y a su vez Edwin le daría algo de tierra sobre la cual aterrizar a su hijo.
_Es un buen chico... Solo esta algo molesto por razones familiares, y se descarga contigo quien no tiene la culpa de ser la cereza de su pastel. Habla con él, estoy segura de que se llevaran bien.- comento sin mas, dando una oportunidad ciega al joven frente a ella.
Edwin asintió sin ganas, y tras levantarse y despedirse siguió el camino que Narr había recorrido minutos antes fuera de la carpa. Camino varios pasos a la luz del atardecer de Rigins, y a lo lejos, sentado sobre una rama visualizó al joven de cabellos azules.
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El Circo De Luna
FantasyEn un mundo donde la Luna reina en lo alto del cielo carmesí, la magia rige en el amor verdadero, entregando a las almas solitarias el corazón idéntico de su ser. Acepta el regalo que el destino te dio y amalo para siempre.