Los pasos de Peeter resonaban por las paredes a medida que este se abría paso por el pasillo, buscaba a Edwin o a Luce, o a quien fuese que le diera algún tipo de explicación.
Al llegar al despacho de su primo, toco incansablemente a la puerta sin recibir respuesta alguna, al notar que Edwin no lo atendería, decidió buscar a Luce, a quien no encontró por ningún lugar.
_¿Donde estará ese chico?- pregunto a la nada, observando como desde el comedor salía una de las sirvientas del castillo.
Era una chica algo baja de cabello negro que le daba hasta el hombro y ojos tan verdes y profundos que hipnotizaban, algo misteriosa, pensó Peeter para sus adentros.
_Disculpa.- atrajo su atención. _¿Sabes donde se encuentra el príncipe Luce?- la detallo mejor.
La chica, a quien nunca habia visto, se inclino rápidamente ocultando su rostro con el cabello. _N-No lo he visto, mi señor.
Peeter pareció pensar algo por un momento. _¿Cuanto tiempo llevas trabajando acá?- pregunto extrañado.
_S-seis meses, mi señor.- respondió rápidamente. _Antes estaba en la cocina, pero madam Lamiré me envió a servicios domésticos.
Peeter dudo ante la respuesta, nunca habia visto a esa chica y le parecía extraño que madam Lamiré, la ama de llaves, realizara ese tipo de cambios sin avisarle antes, decidió que investigaría mas a fondo la presencia de aquella chica en el castillo, pero primero debía buscar a Luce y preguntarle si ya Renard habia ido por Aysel.
Asintiendo aun dudoso, se alejo de la domestica, dejándola sola mientras se perdía entre pasillos, sin percatarse de la pequeña y ladina sonrisa que adornaba su rostro.
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Los rayos de luz iluminaban las hileras de arboles, mientras Aysel y Renard caminaban tranquilamente por el bosque, ya iban de regreso al castillo, cada uno inmerso en su propio mundo.
Aysel pensando en aquella pregunta, aquella que no le dejo dormir y que no abandonaba sus pensamientos, ¿Que era Luce para él? Se preguntaba una y otra y vez, tanto que el simple hecho de saber que ya estaba considerablemente mejor y que en tan solo pocos días vería de nuevo, no le importaba.
Renard por su parte, pensaba en la cita que tenia con Peeter, consideraba si ir o no, aunque habia dado su palabra y no pensaba romperla, pensar en volver a ver al cazador en una situación como la vivida anteriormente hacia que su corazón latiese como loco.
Caminaron en silencio, hasta llegar al circo, donde fueron interceptados por Kim y Jim, los gemelos hermanos de Aysel, quienes los llevaron a donde su madre.
Soledad hablaba y hablaba con lo chicos de todo tipo de temas, preguntaba por el bienestar de Lua y de donde rayos se habría metido Narr, hablaba de su felicidad al tener a Renard con ellos y de lo bien que le habia caído volver a ver a Dichter.
La tarde fue cayendo dando paso a la fría noche y soledad aun hablaba con los chicos, teniéndolos cautivos y sin escapatoria, Renard ya se sentía ansioso, la noche ya habia hecho su entrada hacia mucho y el aun no iba a su encuentro en el bosque.
En un descuido que tuvo la mujer, Renard escapo con la excusa de ir al baño, dejando solo al payaso con su madre.
Luego de verificar que nadie le veía, se adentro al bosque en su forma de zorro para no llamar tanto la atención, iría a su encuentro con el cazador.
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Peeter esperaba en aquel lugar donde se encontraría con el chico zorro, ya llevaba alrededor de seis horas y media esperando y este aun no aparecía, estaba cansado, tenia frio y hambre y la rabia que en un momento sintió habia cambiado a decepción, el zorro lo engaño de nuevo pensaba mientras miraba un punto en la nada.
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El Circo De Luna
FantasyEn un mundo donde la Luna reina en lo alto del cielo carmesí, la magia rige en el amor verdadero, entregando a las almas solitarias el corazón idéntico de su ser. Acepta el regalo que el destino te dio y amalo para siempre.