12. Marco Polo.

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Miércoles en la noche, Dichter caminaba a paso apurado por los pasillos del castillo, las lecciones del príncipe Min ya habían terminado y aunque este se paso la mayor parte del tiempo cabeceando o en otro mundo, tarde en la noche al fin habían logrado terminar.

Después de bajar una escalera en forma de caracol y cruzar en una esquina, Dichter poso una mano en el picaporte de una puerta de madera vieja, abrió y entró.

_¿Que se supone que hacías ayer en tu forma de zorro en los jardines del castillo?- reclamo al chico dormido en su cama. _Levántate idiota... Te estoy hablando.- pateo el moribundo cuerpo que se acurruco aun mas en la cama.

_La Luna me lo pidió.- hablo medio dormido.

Dichter se inclino de cuclillas, quedando al nivel de la cama para encarar al menor.

_Renard, si te descubren en el castillo, me meterás en problemas y ya no podrás quedarte conmigo. ¿Es acaso eso lo que quieres?

El chico zorro abrió lentamente los ojos y observo el rostro neutro y pacifico de su amigo.

_Lo se... Lo lamento, tendré mas cuidado la próxima vez.

Dichter suspiro derrotado y acaricio con ternura el cabello plata del chico, mostrando una media sonrisa, la cual se desvaneció al recordar que el chico se habia escapado la noche anterior.

_No creas que con un "lo siento" te salvaras... Aun sigues castigado y por ello harás el doble de los deberes que te impuse ayer.- exclamo cruzándose de brazos e irguiéndose.

_¿¡Que!?- grito el menor incorporándose en la cama. _Pero si fue la Luna quien me lo pidió.

_Habrá sido el mismo rey de Vailor quien te lo haya dicho. Tu estas bajo mi cuidado y harás lo que yo te diga... Y yo te digo que estas castigado y no vas a salir por lo mínimo hasta el próximo año.- decreto firmemente el de cabello gris azulado.

Lo dicho por Dich me preocupo un poco y por ello decidí intervenir.

Una luz brillante ilumino la pequeña habitación del escritor cegándolos a ambos y frente a ellos, aparecí clamorosa como siempre.

Dichter, al notar mi presencia, se inclino en reverencia. _Mi reina... Es un placer tenerla acá.

_Ay Dich, vamos. Levantate. Sabes que odio que seas tan formal conmigo.- exclame alegremente, a lo que el aludido sonrió y realizo lo ordenado.

_¿Que haces aquí Luna?- pregunto calmado mientras se sentaba en la silla de su pequeño escritorio.

Dichter es un fiel amigo y compañero. Mas que eso, mi consejero real. Todos van a mi en busca de ayuda y consejos, pero yo solo voy a él cuando necesito ayuda y buenos consejos. Si Dichter así me lo pide, le daría reinos enteros, le debo mi vida solo a él.

_Necesito que mi pequeño zorro cumpla con una orden que le di y para ello debes hacer una excepción en tu castigo.- hable formalmente.

_¿Que tipo de excepción?- enarcó una ceja.

_Permite que salga algunos días al reino vecino, para buscar a mi hijo y que este cumpla con su tratamiento, ya que se encuentra algo indispuesto en este momento.

Dich me escruto con la mirada y luego suspiro. _De acuerdo, lo haré.- vio de reojo como el menor sonreía satisfecho. _Pero eso no significa que su castigo no sea cumplido, igual hará el doble de los deberes y no saldrá si no para lo estrictamente necesario.

Renard se cruzo de brazos y bufo maldiciones por lo bajo.

_Gracias.- sonreí amplia mente. A lo que el mayor asintió y así desaparecí nuevamente.

El Circo De LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora