Let It All Go...

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24 de octubre...

Querido engreído...

La señorita Darzi me ofreció... en realidad me obligo, a escribir: un diario, pero yo siento... ¡En realidad creo que es una estupidez!, sin embargo escribirte a ti es distinto, es como sentir que estuvieras cerca. Siento una mayor convicción sí escribo a alguien del que trato de liberarme; me llaman demente ¿puedes creerlo? Todos los días son iguales sin embargo, hoy en especial me siento sentimental, como si una parte de mí se hubiese evaporado, entonces recordé que ha pasado un año más desde que te conocí.

¿Aún recuerdas esa noche? Yo sí, tan clara a pesar de que usarás magia para borrar cada uno de mis pensamientos hacia ti. Esa noche querías morir y yo me sentía tan plena y apuesto mi vida a que es lo contrario ahora...

Los pensamientos de Kelcy fueron interrumpidos por el repiqueteo en la puerta. Cerró con violencia el cuaderno, colocó este bajó la almohada y se desplomó de nuevo debajo de la sábanas. Se había vuelto una molestia, sobre todo su hermana.

-¿Kel? -susurró una voz tan femenina, tan juvenil aún.

La puerta chillo ante el pesó de la joven que entraba creyendo ser silenciosa. Si algo le había enseñado Loki a Kelcy era a ser buena escuchando y ahora, cualquier mínimos sonido la despertaba, incluso si estaba agotada y casi muerta en su cama. Los pasos era tan lentos y temerosos que hicieron a Kelcy sonreír, de verdad tenía tanto en común con su madre.

-Madison -dijo Kelcy. La pequeña saltó antes de lograr dar el siguiente paso-, te he escuchado.

-Tía Kelcy -susurró mientras soltaba una risa burlona.

Kelcy giró de manera que lograba ver la silueta de la pequeña, la gran masa de cabellos dorados que había heredado de su padre, sin embargo, su rostro era tan anguloso como el de Kecly, con los mismos ojos azules; tan profundos, del mismo tono que el mar.

-Deberías dormir -insistió Kelcy-, mañana irás al colegio y volverás a dormir sobre el pupitre.

-No he logrado dormir -dijo mientras hacía nudos en su camiseta.

Kelcy cedió y levantó las sábanas. Madison se deslizo junto a ella de inmediato, inclusive Kelcy sonreía con estupefacción. ¿Qué haría ahora si hubiese tenido hijos? Hijos del hombre que ama.

-He soñado con alguien tía -susurró Madison. Kelcy se estremeció.

-¿De nuevo él? -dijo mecánicamente Kelcy, en realidad no sonaba como pregunta.

La pequeña asintió y se contrajo sobre el pecho de Kelcy. Había sido tan cruel en entrar a la mente de una niña de diez años que aún no sabía ni creía la realidad ¿por que jugar con ella? Kelcy le daba vueltas al tema, sin embargo, no lograba solucionar nada; Madison a veces estaba aterrada, algunas estaba encantada.

-Está vez fuimos a un baile -sonrió la pequeña mientras se fundía en sus recuerdos-. Él me había dado un vestido, ¡hermoso! Rojo, como una princesa.

¡Baile! De pronto la curiosidad de Kelcy había crecido; había creído que Loki sería de nuevo infame y haría daño a Madison, sin embargo, de una manera la protegía y velaba sus sueños. Eran extrañas las veces en que la pequeña tenía un mal sueño: eso jamás lo contaba, ni a Kelcy ni a su madre, había insistido a Kelcy de que en realidad no era importante.

-Bailamos toda la noche -Madison se sonrojó-, él se veía tan elegante. Como un rey.

-¿Alguna vez te ha dicho su nombre? -sentía algo de envidia hacia su sobrina.

-Nunca.

Kelcy pensó por un momento; no había sido la primera vez que Madie había ido a ella para contarle todo, en realidad lo había tomado por ficción hasta una semanas antes, cuando la pequeña aseguraba el parecido de Loki con el hombre de sus sueños, a diferencia de que era un rey en los sueños de la niña.

La pequeña era demasiado inteligente para compartir todo lo que veía en especial si meses antes su madre había obligado a Kelcy a volver a casa de sus abuelos, con el simple pretexto de que estaba desarrollando una enfermedad grave. En realidad la tomaban por loca. Kelcy todas las noches durante un año había tenido sueños de todo tipo con Loki y comenzaba a perder la cordura. Gabrielle, su hermana había llegado en el preciso momento, en el que Kelcy estaba a punto de lanzarse desde un edificio de diez pisos.

Madie tenía tanto en común con Kelcy que la sentía mucho más cercana que una madre, era en realidad un sentimiento mutuo. Kelcy se sentía bien cada instante que veía a Madie volver a casa.

-¿Crees que sea tu esposo? -preguntó con ternura Madie, ella no sabía quién era Loki-, tal vez cuando murió no estaba en paz.

-Tal vez -mintió con dificultad-: él quería conocerte.

La pequeña sonrió siendo cómplice de Kelcy: compartían cierta locura por Loki, Madison paternal y Kalcy amorosa ¿una mejor familia para ella no existía?

-Deberías dormir -tomó Kelcy el pequeño cuerpo frío de la niña-, mañana es un gran día.

-Lo haré -se recostó sobre su hombro-, solo por ti.





2. StaunchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora