Remember me forever

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Ella estaba aterrada, con un lío de emociones sobre su cabeza y cientos de asuntos que resolver, como el hecho de que su cabeza ya tenía precio, y bastante alto. También estaba Naike, ¿dónde estaba? ¿Por qué no había llamado a Nick?

Estaban a unas millas de llegar, a la pesadilla de Kelcy, su antiguo departamento; tenía un nudo en la garganta y las extremidades le temblaban. No había estado ahí hace más de un año y sentía que era como volver al pasado.

Nick estaba molesto con ella, ¿cómo de pronto éste par se había convertido en algo cercano? Sin importar como hubiese sucedido, a ella le importaba. Sin embargo por algo se sentía más leal al hombre desconocido de la carretera, al que le había prometido no hablar.

Nick estuvo durante el trayecto con la mirada siempre al frente, de vez en cuando viendo por el rabillo del ojo a Kelcy recostada en la ventanilla.

-Es aquí -dijo ella desganada.

Y ahí estaba, a los pies de un gran edificio, con miedo a toparse con Loki, con miedo inclusive de ella, porque sus pensamientos le traicionaban, porque más allá del recuerdo le atormentaba comenzar a sentir cosas distintas por alguien que a penas había visto dos ocasiones. Derramó una lágrima y la limpio de inmediato. Nick se percató pero antes de siquiera tocar su hombro ella ya estaba abriendo la portezuela.

Él bajó con ella, observando como caminaba con miedo, con las manos dentro de los bolsillos y encogida como si tuviese frío. El hombre de la entrada la reconoció de inmediato.

-Señorita Connolly -dijo él con la misma calidez a pesar de lo que había escuchado.

-Charles -ella sonrió-, ha pasado tanto tiempo.

Él asintió y abrió la puerta para ella y Nick que le seguía el paso deprisa. La recepción era justo como ella la recordaba, a excepción de las bombillas, ahora eran más blancuzcas. Pero todo seguía siendo igual.

La mujer de la mesa le sonrió, siempre olvidaba su nombre y a cambio le sonreía para evitar comentarios fuera de lugar. Kelcy se observó en el espejo detrás de la recepcionista, se le veía pálida y cansada, pero tenía más vida que antes y ella lo sabía.

-Señorita Connolly.

-Hola, he vuelto para usar mi departamento.

La chica asintió y buscó en el escritorio hasta encontrar las llaves. Con alegría le entregó las llaves a Kelcy, ¿a caso a nadie le importaba lo que decían? Ambas sonrieron, sin embargo la atención de la chica estaba en Nick, Kelcy se percató.

-Estaré arriba -dijo Kelcy-, puedes quedarte aquí si deseas.

Nick asintió y se acercó a la recepcionista. Sin más Kelcy avanzó hasta el elevador y subió hasta el décimo piso, sintiendo que cada vez se queda más sin oxígeno.

***

Estaba frente a la puerta, ya no había podido contenerse y estaba temblando, torpemente introdujo la llave en el cerrojo y escuchó como crujía éste al ceder. La puerta se abrió, acompañado de un chillido, había olvidado arreglar eso, soltó una risa discreta.

Exhaló y cerró unos segundos los ojos. Estaba preparándose psicológicamente para lo que estaba a punto de hacer. Un pequeño paso a la vez: abrió los ojos y entró, cerrando la puerta con cuidado.

Todo estaba exactamente igual, las persianas cerradas, el sofá frente al ventanal y la cocina, con la puerta abierta de par en par. Avanzó hasta el ventanal y corrió las persianas, dejando partículas de polvo volando frente a ella.

"Si te lo dijera no me creerías"

Sonrió ante el primer e insignificante recuerdo, incluso sintió que su corazón latía con más fuerza. Se sentó unos segundos y pasó su mano sobre el lugar dónde él siempre se sentaba y la abrazaba mientras observaban el atardecer.

-Observa con atención y encontrarás los magnifico en lo insignificante -susurró Kelcy.

Se levantó, con cierto dolor y vacío, como si no pudiese respirar. Se movió lentamente hasta la cocina, soltó una pequeña risa al recordar a las mujeres del edificio a la disposición de Loki, rogando por limpiar lo que ensuciaba a cambio de una muestra de cariño, incluso una mirada coqueta bastaba.

Él solía preparar café cuando ella no podía levantarse temprano, él había cocinado para ella, el inclusive había velado sus sueños. Kelcy observó el reloj en la pared de la cocina, se había detenido 6:50pm, justo cuando él se había marchado.

Salió de la cocina y se movió hasta su estudio, abriendo con miedo la cerradura. Todo dentro estaba ordenado, sus pinturas colgaban por toda la habitación y ella jamás lo había notado, jamás volvió a tocar un pincel o pintura, él fue el último en entrar a esa sala. Sonrió, ¿había colgado él todos los cuadros o alguien lo había hecho por él? Se percató de que eran cuadros que el amaba y había elogiado desde antes de ser terminados.

Ella tocó cada lienzo, quedándose con polvo en la yemas de los dedos, no importaba, ella disfrutaba sintiendo su arte, su mundo plasmado en tela. Sintió como su pecho se hundía al ver el retrato de la niña de rizos dorados, se asemejaba a Madison incluso en la posición en que estaba sentada; ahora se sentía presionada.

Salió de prisa del estudio y se quedó de pie fuera unos segundos, reteniendo el llanto y el deseo de gritar, estaba conteniendo cada emoción fuerte, no quería derrumbarse allí, no de nuevo.

Avanzó a su habitación, despojándose del miedo y la ansiedad. Entró con lentitud, observando todo el lugar. Lo odiaba, había pasado tantos insomnios ahí dentro, tantas luchas desesperadas por evitar el miedo.

Salió de ahí para encontrase con la habitación de Loki, estaba cerrada, tal y como recordaba. Estaba arrastrándose hasta allá, sintiendo esa presión sobre sus hombros y corazón. Recordó esa noche, cuando le trajo aquí, de verdad ambos estaban tan perdidos, ella asustada de su realidad y él de la muerte que de aproximaba. Eran un dúo disfuncional, con sus buenos y malos momentos, con tantas decisiones a la deriva y a espaldas del otro, tan típico de ambos.

Su mano se postró sobre el frío pomo, lo giró con cuidado, sintiendo que todo desaparecería si hacia algo brusco. Algo incluso le decía que disfrutará cada recuerdo que estaba teniendo dentro de ese departamento. La puerta cedió. No chilló, sólo se abrió, tan liviana como una pluma.

Las persianas aquí también estaban cerradas, el lugar estaba en penumbra, lo único visible era el espejo frente a la cama. Dio un pasó, escuchando las tablas del suelo responder a su peso, suspiró. Estaba lista.

Caminó hasta las persianas y tiró de ellas con fuerza, dejando toda la luz entrar a la habitación. Estaba el atardecer en su mayor esplendor, uno de los mejores paisajes que jamás hubiese admirado.

De soslayo advirtió el abrigo, su dichoso abrigo negro. Ella sintió algo de calidez de nuevo y está vez no pudo contener las lágrimas. Corrió hasta él y lo tomó por la fuerza, aún tenía su olor, inclusive podía sentir calor en él, como si hubiese sido usado minutos antes. No tardó en colocárselo sobre los hombros, era tan enorme que abarcaba su ahora extremada delgadez. Era como abrazarle de nuevo.

Sollozó, con todas las fuerzas que tenía, sintiendo odio y felicidad dentro, llenando algo de ese vacío que había estado por meses ahí y que sólo él podía llenar. Se desplomó sobre la cama, en el mismo sitió dónde él acostumbraba dormir o recostarse a leer. Dejó salir todo, sosteniendo con fuerza el abrigo, adhiriéndolo a su piel e inhalando su aroma hasta que estuviese en sus entrañas. Su corazón estaba acelerado, de verdad le extrañaba.

-Loki -susurró a la almohada.

Cada recuerdo que tenía incluso esos que estaban tan confusos volvieron, claras como gotas de agua, los buenos y malos, y entonces se percató de que había estado más tiempo con él del que a penas y recordaba.

Lo odiaba, por haber borrado cada parte de su tiempo juntos, por haberse llevado lo que más amaba, sin embargo le entendía, no quería verla sufrir.

Ella suspiro y sonrió.

-Te amo.

Cerró los ojos y la invadió una oscuridad confortable.

2. StaunchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora