Exile

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Las mujeres reían y los hombres susurraban alguna cosa sucia, un hombre en singular, de largos cabellos rubios al igual que su rizada barba miraba con intenciones malas a Kelcy, tratando de desnudarle con la mirada, ella incluso sentía como estaba presionando a su cabeza para imaginarlo; ella sonrió y se mofó haciendo una reverencia, le recordaba al rey regordeto de alguna obra de teatro, regodeándose en su gloria, porque al parecer él era el que mandaba en el grupo de hombres, a pesar de los hombres fornidos que había. Porque en realidad era una prisión y ella lo sabía.

Avanzó sin sentirse intimidada por las miradas, si algo había aprendido de su dura vida, es que el depredador huele el miedo. Se sentó sola, alejada del resto, y en realidad era cómodo y podría acostumbrarse, en realidad ni siquiera sabia cuanto tiempo estaría dentro, soportando las miradas vacías de cada persona.

Y entonces pasó lo inesperado. Su compañero de celda estaba por entrar, lograba ver su rostro demacrado detrás de la reja y sin embargo la sala entera había guardado silencio; el sonido de la puerta retumbo en todos lados, como una alarma anunciando que lo peor estaba a punto de cruzar la puerta.

A pesar de haber pasado una semana con él, aún se sentía como el primer día, había logrado ver su rostro; la única persona del lugar con ojos realmente profundos, con una historia que anhelaba ser exhibida y entendida. Y no era un fenómeno, en realidad dormía y comía a deshoras y en su camastro, sin embargo, nunca hablaba, durante las noches solo podías escuchar el sonido de su respiración tranquila.

La puerta se cerró y Kelcy sintió que está vez fue mucho más estruendoso, algo así como "llegó el terror" incluso podía jurar que cada uno de los que estaban ahí se estremeció, porque ella si sintió cada carga de energía subir por su espina dorsal y dispersarse por sus hombros; y era la única que le agradaba la sensación, le hacía sentir que estaba viva.

Él caminó y como era de esperar, todos se apartaron de su caminó. Ella se percató de que la barba le crecía y oscurecía, lo cual enmarcaba su mirada haciéndola aun más dura y tenebrosa, pero no podía negar que era realmente apuesto debajo de todos sus harapos rotos y su enmarañado cabello. Era fuerte, cada musculo de su espalda, abdomen y brazos quedaba impregnado en la delicada tela de algodón blanca.

Cruzó entre tanta gente hasta casi estar unos pasos de Kelcy, ella ya estaba sintiendo el frío recorrer su cuerpo. Justo cuando pasaba junto a ella giró la cabeza, lanzando una mirada dura, elevando la ceja y tensando la mandíbula. Ella se estremeció tanto que aseguró que estaba más pálida que las paredes; alejó la mirada y respiró profundamente ¿cuándo había dejado de respirar? En realidad ¿cuánto tiempo había dejado de respirar? Sentía una presión sobre el pecho y la necesidad de tomar todo el aire posible, sintió que en cualquier momento iba a hiperventilar.

Se recostó sobre la mesa y cerró los ojos, pensando en lo único que la tranquilizaría, en la única forma "humana" que le devolvía la vida. Y lo vio, con sus elegantes trajes, sentado en la sala de cuero, observándola con una sonrisa: de esas que le hacían temer y querer a la vez. Una lágrima recorrió su mejilla y de pronto su mundo giró. 

Estaba de pie frente a él.

No sabía dónde estaba ni como había llegado ahí, sólo quería lanzarse sobre él pero no lo logró, algo se interponía entre ellos; y entonces los supo, él estaba en una celda y no podía verla, ella estaba fuera y lo veía, leyendo sentado sobre el suelo, con la mirada tan perdida en su lectura, con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados. Se le veía tan tranquilo, sereno, como siempre, ante todas las situaciones él prevalecía tranquilo.

Algo tiró de ella hacía atrás y todo se oscureció con el burdo sonido de una campana. Despertó entre la multitud que se levantaba con los platos de comida vacíos, hablando y haciendo una sola fila. Ella se levantó y tomó su plato, no se detuvo a escuchar nada y deposito su comida en el contenedor de basura, en realidad toda esa comida le provocaba nauseas y era lo único que quería evitar en ese instante. 

—Toma —dijeron a su espalda.

Una galleta cruzó frente a sus ojos. Era una mujer de piel negra, con hermosos rizos azabaches y una gran mirada castaña; era la segunda persona que tenía vida y que había visto en todo el edificio. Kelcy recibió la comida y la observó con curiosidad.

—A mi tampoco me agrada esta comida —dijo mientras depositaba toda su comida al deposito de basura—, es asquerosa. Se rumorea que son partes de los pacientes muertos, por eso siempre sabe a cerdo.

Había sido un comentario muy violento para el estómago de Kelcy. La chica comenzó a reír y se formó recia frente a Kelcy.

—Olvídalo —agitó su mano—. Solamente rumores estúpidos, en realidad aquí no sirven carne.

—¿Quién eres? —preguntó con indiscreción Kelcy.

La chica sonrió y golpeó el hombro de Kelcy.

—La única cuerda aquí, al parecer —abrazó a Kelcy y se alejó elevando la mano—. Naike.

—Kelcy.

—Lo sé —sonrió—, sentí el momento en que llegaste —señaló la mesa—, incluso sé que no estabas aquí.

Kelcy se quedó atónita y observó con los ojos como plato a Naike, ella se encogio de hombros y se alejó mientras todos avanzaban colándose entre otras personas para no tomar sus medicamentos. 

Su compañero de celda la observaba y sonrió, mofándose. Él había escuchado.           

Loki se movía de un extremo a otro leyendo el mismo libro tratando de descifrar lo que había pasado, ¿qué era lo que había salido mal en todo? Había leído más de diez veces el mismo párrafo con la esperanza de saber si era cierto su presentimiento

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Loki se movía de un extremo a otro leyendo el mismo libro tratando de descifrar lo que había pasado, ¿qué era lo que había salido mal en todo? Había leído más de diez veces el mismo párrafo con la esperanza de saber si era cierto su presentimiento.

Kelcy se había movido entre mundo, cómo lo había hecho la pequeña niña, pero ella no sabía que hacía y mucho menos Kelcy, lo que ambas no comprendían es que si entraban dos personas, las mismas debían salir juntas. Kelcy había tenido la fuerza suficiente para salir sola y dejar sola a la niña en un mundo que no conocía, no estaba muerta, él lo sentía, sin embargo la debilitar tanto ambos que no faltaba mucho para que ella muriera de verdad.

Sin embargo, Loki no dejaba de preguntarse cómo podía seguir con vida y cómo Kelcy aún podía viajar entre mundo. Ese  mismo día la había visto, no quiso advertirle, trato de fingir que no la veía que había sentido cada nervio de su cuerpo moverse al favor de ella.

Loki no quería que ella siguiera viajando entre mundos, porque tal vez quedaría encerrada en uno y no lograría sacarle de ahí. Se había desencadenado la convergencia y si llegaba a caer a una trampa podría haber dos caminos: la muerte o la locura. Él lo sabía porque había estado dentro de uno, porque trato de mantenerse cuerdo durante tanto tiempo que inclusive perdió la cuenta y solo deseo y soñó.

Gran parte de su mente aun trataba de recuperarse, con suerte y está vivo, sin embargo eso no significaba que vivía en paz. Todo lo que había hecho le esperaba en sueños, todo le recordaba que había hecho todo mal desde un principió. 

Golpeó una mesilla y se dejó caer al suelo, no la quería perder, no a ella. Juro con lo poco que tenía que la protegería, o moriría para reunirse con ella, cualquier forma era buena para tener un precio.


#No me odien por tardar en subir capítulo, los amo :3#

2. StaunchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora