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Kelcy despertó de golpe y gritando, lanzando su cabeza hacia arriba. Sintió repentinos espasmos, un tras otro, cubrió su abdomen con sus brazos y respiró como se lo habían indicado, lentamente, sin prisas, como si amaras la brisa.

—Eso fue tan real —susurró Kelcy.

—Tienes que dominar tu mente.

—Lo intento —Kelcy levantó la mirada—, pero lo haces cada vez más difícil.      

Knox le lanzó una toalla y sonrió maliciosamente, se estaba divirtiendo mucho con esto, sin importar que ahora hubiese liberado gran parte de su vida a Kelcy. Tomó una botella de agua de la mesa y se la dio a Kelcy que suplicaba con el rostro pálido y sudoroso. 

—Tus paisajes siguen siendo tan burdos —se mofó Kelcy—, primero llueve y después caen montones de nieve.

Él sonrió.

—Puedes distinguir la realidad con la fantasía.

Confundida Kelcy se levantó y caminó hasta él, sintiendo aún el ardor de sus pulmones a cada respiración que daba. Trataba de asimilar lo que acababa de vivir y lo que estaba pasando ahora.

—¿Cuando podré cruzar uno de esos?—enfatizó Kelcy.

A él le aterraba tener que hablar del tema, en realidad no quería arriesgarse a dejarla ir. Tragó con dureza y se dio la vuelta advirtiendo que estaba por amanecer, sintió un nudo en el estómago; la convergencia estaba más cerca de lo que pensaba.

—Te lo suplico. 

Él negó y tomó a Kelcy en brazos, porque todo ese sueño pudo ser falso, pero sus heridas de verdad estaban sangrando y debía curarlas antes de que sucediera algo peor. Ella había bajado de peso, estaba más liviana que unas semanas atrás, había detenido sus comidas, había olvidado que necesitaba hacerlo y él se castigaba por permitírselo.

—Deberías comer algo —le ordenó. 

—¿Por qué me obligas a comer? 

Ingresaron por un corredor estrecho, él tuvo que presionar a Kelcy, ella soltó una pequeña queja pero todo desapareció cuando le pareció conocido aquel movimiento. Era la primera vez que él la tomaba en brazos y aún así sentía que ya lo había hecho.

—Tus obsesiones te llevan al límite —dijo Knox—; ¿cuánto tiempo llevas haciendo esto?          

 Kelcy ignoró la voz de Knox, en realidad dejó caer la cabeza y observó a sus espaldas, trató de hacer memoria, pero cuando tenía pocas respuestas lo recordó, sin embargo, no estaba segura si era de verdad la persona que ella deseaba. 

Llegaron a una sala, y él la depositó en una cama que era mucho mejor que estar en el gélido suelo de la recepción, vagando por la mente de Knox y haciendo viajes interminables. Se sentía cansada así que se dejó llevar por sus torpes movimientos y trató de ponerse cómoda; por otro lado, él estaba arrancando sus ropas para poder curarla. 

—No es la primera vez que nos conocemos ¿cierto? —cuestionó de pronto Kelcy.

Él no respondió, se dio la vuelta y buscó entre cajones y cajas. Ella logró advertir como su mandíbula se tensaba al igual que sus hombros. Estaba escondiendo algo.

—No has respondido mi pregunta —respondió él—. ¿Meses o años?

—Años —Kelcy escupió las palabras—, pero eso ya lo sabías.

Knox volvió con un botiquín, ella pensó que iba ser sumamente doloroso, pero ya se había resignado a recibir las inyecciones y puntadas necesarias para sanarla. Podría hacerlo varias veces al día y no sentir más que pena por ella misma. Observó detenidamente lo que él hacía y cómo evitaba su mirada.

2. StaunchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora