Estaba caminando con la mirada baja, viendo como sus pies se mojaban por la reciente lluvia. Necesitaba salir después de tantos días dentro de ese cuarto, haciendo rayones y escribiendo cartas para alguien que jamás las leería, escuchando música deprimente, esas clásicas de los 80's, las que traían buenos recuerdos, inclusive gran parte de los 60's formaban parte de ella.
Sintió un vacío repentino, parecido a cuando estás en un elevador nuevo, es como si tu estomago se hubiese quedado abajo. Ella hizo una mueca y observó a los lados, sintiendo un nudo en la garganta. Ahí estaba de nuevo el hombre de la carretera.
Estaba de pie frente a una tienda de regalos o artesanías, con un cigarrillo en la mano. El corazón de Kelcy comenzó a palpitar con fuerza, su cuerpo emanaba adrenalina más que cualquier otro día.
Era bastante tarde, más allá de media noche, la calle estaba casi desierta, a excepción de ellos, pero al parecer él era el que había provocado semejante soledad. Estaba distraído, viendo lentamente cada pieza detrás del cristal, era como si pudiese ver más que una persona común, inclusive parecía sonreír. Salían nubes de humo de su boca, el ambiente era tan gélido que estas podrían apreciarse a la distancia.
Kelcy tomó coraje y observó a ambos lados de la calle antes de cruzar, introdujo sus manos frías a los bolsos de su abrigo y avanzó, de pronto sentía que estaba helada, quería volver a casa a envolverse en sus sábanas. Estaba avanzando con lentitud, eso no parecía real, sentía que iba a sonar el despertador y todo se acabaría, sin embargo el frío era lo que la mantenía despierta. Tragó con fuerza notando que se estaba aproximando.
Él giro la cabeza y ella se detuvo en seco, de verdad le temía, era bastante extraño ya que ella no le temía casi a nada. Él le sonrió amablemente y volvió la mirada al cristal, tenía la mirada fija sobre un oso de felpa de color avellana. Kelcy retomó el paso y se acercó unos centímetros más hasta encontrarse a un metro de él.
-Cuando era niño -señaló el oso-, mi madre me obsequió uno idéntico.
Ella se sintió extraña, incomoda e indecisa. Él la observó y lanzó una bocanada de humo.
-Cuando ella murió, él se dedicó a destrozar cada pedazo que había dejado.
-¿Qué? -ella estaba confundida.
-Asesino cada recuerdo de ella, mi padre.
Kelcy asintió, trató de acercarse un poco más pero su estómago no se lo iba a permitir.
-¿Qué haces aquí? -tartamudeo Kelcy.
-Te ofrecí un plazo de dos días -dijo él bajando la voz-. He venido por una respuesta.
Ella hizo una mueca, lo había olvidado por completo, había estado hundida en tantos problemas, deseando escapar que ni siquiera había pensado en él.
-Lo siento lo olvide -murmuró.
-¿Tienes algo más en mente, cierto? -le estaba apuntando con su cigarrillo.
Asintió como una pequeña niña. Jamás había tenido un padre abusador, pero él se sentía tan similar que le provocaba nauseas a Kelcy. Él avanzó hasta ella y fue repentino, sus arterias estaban a punto de reventar.
-Todos tenemos otros planes en mente -dijo con arrogancia-, no te culpo.
-Lo siento -fue lo único que se le venía a la cabeza.
Él lanzó su cigarrillo, haciéndolo caer al agua, para ella había sido sorprendente ya que había caído a metros de distancia. Su miedo empeoraba, sus manos dentro de sus bolsillos ya eran puños, los presionaba mientras temblaba, quería ocultarlo pero no iba a tener éxito.
-Te diré algo -se acercó el hombre-, alguien me dijo que debía ayudarte, pero pareces desinteresa.
-¿El señor Watterson?
No respondió, se limitó a encogerse de hombros, y cruzarse de brazos. Se recostó en el vidrio, observando como comenzaba a llover de nuevo, como la poca gente que quedaba ahí se refugiaba en cualquier local o corrían a sus automóviles.
-Le pedí ayuda para después -dijo ella.
-Yo nunca dije que viniera de parte de ese hombre.
La sangre de Kelcy se heló, no podía ser cierto. Sentía que iba a llorar pero lo aminoró, clavando sus uñas en las palmas de sus manos. Sentía la boca seca y un dolor en la boca del estomago.
-¿Quién te ha envidado? -tartamudeó ella.
-Es evidente que ya lo sabes -señaló los bolsillos del abrigo.
Sus puños se abrieron de inmediato, estaba segura de que estaban sangrando. Su labio inferior estaba temblando y los ojos le ardían.
-Él te envió -dijo Kelcy.
-Me confinó tu seguridad -alardeó-, me aseguró que serías de ayuda.
-¿Ayuda?
Asintió levantándose del vidrio. Se acercó a ella tratando de no invadir su espacio personal.
-No te haré daño.
-¿Cómo puedes corroborar eso? -la voz de Kelcy estaba quebrándose.
-Alguien cercano a ti te hará daño.
Kelcy no quería creerle, pero en su mirada había cierta verdad que causaba escalofríos. En ese instante ella no podía pensar en quien, sólo en el hecho de que se había quedado de pie frente a él sin temerle, pero seguía sintiendo cierta excitación cuando estaba a su lado, era como si el mismo acto de respirar junto a él representará riesgo, aventura, adrenalina. A ella ciertamente le atraía esa sensación.
-¿Cercano?
-Alguien que consideras amigo -dijo él.
¿De quién hablaba? No lo sabía, ya se había perdido.
-Eres bastante inteligente e intuitiva.
-Gracias -Kelcy se ruborizó.
-Puedes venir conmigo -dijo él mientras buscaba en sus bolsillos-, o puedes esperar hasta que todo eso te carcoma.
-¿Qué?
Él le dio una tarjeta, era de metal, ella de sorprendió porque era el mismo metal que el del collar que por supuesto llevaba en ese momento, y de nuevo no se dio tiempo de leer ni admirar, sólo la introdujo a su bolsillo.
-Llámame cuando no te sientas tan infantil e insegura -hizo un ademán-, cuando dejes de tener tanto miedo.
Se alejó, moviéndose entre la lluvia, y como había pasado en la carretera, la gente volvió de golpe, todos con sus sombrillas, todos cubriéndose del agua. Kelcy perdió de vista al hombre, solo veía cabezas y oscuridad.
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2. Staunch
FanfictionElla se transformo, y no metafóricamente; en realidad algo había cambiado después de tantos meses. |Secuela de With You|