Sweet Dreams

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Kelcy despertó con los suspiros de la pequeña Madison, se remolineaba sobre las sábanas con rapidez, parecía tener una pesadilla; Kelcy agitó el pequeño cuerpo de la niña mientras susurraba "despierta" sobre su oído.

—¿Quién eres tú? —exigió saber la pequeña aún con los ojos cerrados.

—Soy yo Kelcy ¡Madie!

—¿Dónde está él? 

La mirada de Kely se quedó petrificada sobre el pequeño cuerpo de Madison, mientras escuchaba los murmureos que salían en advertencia. De pronto fue como si nada existiera solo las palabras que había emitido la pequeña "¿Qué le has hecho a él?" Kelcy reaccionó al escuchar la puerta abrirse de golpe.

—Madie —era la voz de su hermana.

Las miradas de ambas se encontraron, hubo odio y amor entre amabas; desde el regreso de Kelcy a su hogar había perdido la amistad sobre ambas, incluso Gabrielle prefería mantener a su hija lejos de ella, creía que se volvería loca de la misma manera.

Y como una fiera, Kelcy se lanzó sobre el cuerpo de la niña, si algo había aprendido durante su estancia con la pequeña: era no molestarla cuando dormía, solía lanzar tantos insultos por haberla interrumpido. Gabrielle la observó con recelo y sin importar los largos brazos que cubrían a su hija tomó su hombro.

—¡Gabrielle!—Kelcy lanzó su mano lejos de la niña.

—¡Tiene una pesadilla y tú lo permites! —gritó desesperada—, no intentes hacer que forme parte de tus locuras Kelcy.

Madison despertó con un alarido bastante fuerte para alarmar a todos dentro de la casa. Los brazos de Kelcy no se apartaron y observaba con odio a Gabrielle quien trataba de acercase con delicadeza. Pronto comenzaron a llegar el resto de la familia aletargada frotando sus ojos para asimilar lo que sucedía.

—Mamá —musitó la niña—, ¡No!

El padre de Kelcy se acercó a su cama, observando atónito sobre el hombro de Gabrielle. Ambas chicas no dejaban de observarse, en realidad retándose para saber quién sería la más fuerte, los ojos azules de Kelcy se reflejaban en los castaños de Gabrielle.

—¡Suficiente ambas! —replicó su padre.

—Gabrielle —era la delicadeza de su madre—. Kelcy.

Kelcy retiró los brazos de la niña y se levantó de la cama, pasando su mano entre sus cabellos, no le quedaba más que esperar a que Madison saliera sollozando de su habitación; habían tenido una promesa, ella dormiría y jamás la molestaría, era por supuesto una promesa de niños tan típica como cualquier mentira, sin embargo, está vez sentía que la había traicionado de verdad y no sabía la razón.

La niña se levantó frotando sus ojos con ambas manos, retirando todas las lágrimas posibles. Su madre estaba a punto de acercarse cuando la niña se alejó de inmediato.

—¡No! —musitó Madison.

—Lo siento tenías...

—¡No debías! —le interrumpió con un grito. Madison retiró todo su cabello de su rostro y se alejó.

«Es demasiado inteligente para tener diez años—pensó Kelcy—, sabe lo que hace». Kelcy giró para observar la noche, el pueblo en calma, el manto negruzco con todos esos destellos blancos, entonces creyó lo que su hermana le había gritado todos los días de su vida de vuelta en casa "estaba loca". De pronto sintió un tirón de su pantalón, unas pequeñas manos que le rodeaban.

—Tía Kelcy.

Ella se encorvo de tal manera que tomó en brazos a Madison, ella colocó el rostro sobre su hombro y murmuró: "Loki te necesita". Cada musculo del cuerpo de Kelcy se tensó de manera inesperada, sin embargo no dejó caer a la pequeña. 

—¿Cómo sabes eso? —devolvió el murmuró sobre el manto rubio.

—Lo vi, me dijo su nombre...

—Es suficiente —interrumpió Gabrielle—, la devolveré a su habitación.     

La madre se acercaba con los brazos abiertos, sin embargo, Kelcy no prestaba atención, tan solo escuchaba lo que la niña decía...

—Dijo que buscarás a Anne —la mejilla de Madison estaba sobre la de Kelcy—, ella podrá ayudar a buscar a alguien, te llevará con él.

—¿Madison? —de nuevo la voz de su madre.

—Ayúdale, algo está mal con él...

Fue un tirón tan brusco que incluso las ropas de Kelcy se fueron con Madison, la pequeña dio puntapiés al aire, gritando que la dejara irse; Kelcy no hizo nada, solo observó como todos se iban, moviéndose uniformemente.

—Descansa linda —era su padre con voz tan mecánica que su espina dorsal se estremeció.

Pensó un momento ahí de pie, tan inmóvil que sus extremidades se enfriaron. La niña era bastante inteligente, pero no por sus padre, Loki había hecho eso; podía aun sentir la elegancia de sus palabras en la mente de Madison.

—Loki, eres un maldito enfermo —sonrió y caminó hasta su cama.

Levantó su almohada y tomó el diario, abriéndolo justo dónde se había quedado y continuó.

Eres un enfermo, sin embargo te voy a encontrar... Lo juro.              

              


2. StaunchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora