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No me extrañó para nada el tatuaje en la mano del desconocido, más bien me pareció cómico. Lo que me sorprendió es que lo tuviera en un lugar tan visual, puesto que había escuchado que en Corea aún no está bien visto del todo este tipo de prácticas, y menos si se trata de conseguir un trabajo.

— ¿No te...? —Causa problemas quise preguntar; pero nuestro encuentro duró menos que un relámpago y el semáforo dio luz verde a los peatones.

Aún permanecía empapada, no había segmento de mi ropa que se hubiera salvado de la lluvia. No sabía si el maquillaje se había corrido y lo más probable es que al día siguiente pescara un buen catarro. Ya me disponía a cruzar la calle cuando, sentí un tirón en el hombro izquierdo. 

Era el mismo sujeto extraño al que le había devuelto la cartera. Sentí miedo por unos instantes pero pronto entendí sus intenciones. 

Sosteniendo su paraguas verde oliva me cubrió de la lluvia y me hizo señas en dirección al otro extremo de la calle. Pensé que era quizás, una muestra de agradecimiento por haber salvado una de sus pertenencias personales.

Pasando a la mitad del rayado nos sorprendió la luz roja nuevamente, por lo que tuvimos que avanzar a trote y cruzar antes de que los carros comenzaran a pitar. A pesar de que aún no me había dirigido la palabra en todo nuestro encuentro, sentía una extraña calma cuando estaba caminando a su lado hasta la parada que me llevaría de vuelta. Sin embargo, ésta todavía estaba un poco lejos.

A pesar de no sentirme incómoda a su lado quería molestarlo lo menos posible, así que muy agradecida hice una reverencia y le indiqué que pararía por algo de comer antes de llegar a la parada.

— Gracias por tu ayuda, me quedo aquí —Mientras hacía una profunda reverencia.

A decir verdad, ni siquiera insistió por acompañarme y con un gesto de su mano izquierda, se despidió de mí para luego perderse entre algunos transeúntes. Nadie reparaba en su tapabocas negro. 

La calle en la que me encontraba se me hacía un poco familiar y más que haber inventado una excusa para evitar incomodar al extraño, de verdad tenía que parar en un sitio y comprar lo que sería mi cena y mi próximo desayuno. Una tienda de conveniencia era la mejor opción.

Lo primero que se me ocurrió comprar fueron algunas bebidas frutales. No quería tomar agua todo el día y no es porque tenga aversión alguna hacia ella, sino que una bebida con otro sabor no me vendría mal.

Al cabo de 20 minutos ya tenía en mi cesta las bebidas, algunos dulces y ramen de otros dos sabores que no tenía en casa, camarones y espinacas con papa. Tenía al menos seis personas por delante de mí pero la fila avanzaba bastante rápido. 

Mientras tanto, miré por la ventana de la tienda para percatarme de que la lluvia había cesado considerablemente. Me alegré por ello, a pesar de que me gusta este tipo de clima es mejor llevar un paraguas consigo. Era mi turno de pagar.

Salí de la tienda para encontrarme que apenas un rocío se cernía sobre la ciudad. La noche avanzaba de manera que yo creía que eran las 7:00 pm cuando en realidad eran las 8:00 pm. 

Había estado en la calle por más tiempo del que predije, por otro lado, ¿me habría llamado Jung Hyo? Saqué mi teléfono para encontrar que tenía cero llamadas perdidas.

No me apetecía tomar el autobús, por lo que hoy me permitiría ir a casa en taxi. No fue muy difícil encontrar alguno en Hongdae así que al tercer llamado, logré encontrar a quien sería mi conductor.

En qué momento sucedió, no lo sé precisamente. Pero justo cuando me disponía a cerrar la puerta del vehículo luego de dar las buenas noches al ahjussi que manejaba, otra persona tomó la manija y se montó a mi lado sin previo aviso. Abrí los ojos como platos pues pensé que se trataba de un secuestro o de algo mucho peor.

i got you, dragon → g-dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora