Capítulo 19.

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Entonces nos fuimos, Damon y yo solos. Menos mal que no tomé.

—¿Seguro que estas bien? —Le dije al rubio. Él caminaba en zig-zag.
Yo reía.
—MUY seguro... —Arrastró las palabras finales.— Me vas acompañar a mi casa ¿no? —Me miró. Se le notaba la mirada cansada.
—Claro... ¿Quien crees que te va ayudar a entrar por la ventana? —Reí.
—¡GANADO... —Casi sedesvanece, menos mal que lo atrapé a tiempo.— RA! —Finalizó, poniendo su brazo al rededor de mis hombros. Y su nariz olfateaba mi cuello. Me daba cosquillas, pero no podía soltarlo. En su estado, sería como una pluma.
—Me debes una Albarn... —Afirmé.
—¿Quien es Albarn? —Susurraba, entre mi oreja y mi cuello.
—Un chico... Muy... pesado. —Casi se me cae.
—¿Es lindo? —Lo miré un instante, el sonrió de lado. Con los parpados caídos, casi.
—Algo... —Fingí una cara de: “No, para nada”. Él rió.

¡Por fin llegamos a su casa!

Las luces estaban apagadas, fuimos por el pequeño pasillo que había entre una casa y la casa de él. Allí estaba la ventana, cerrada. Apoyé a Damon contra la pared y despacio, la abrí. No tenia traba.

Ayudé (y la verdad no sé como hice) a Damon entrar por ésta.

Pero entró (si, si. No piensen mal)

—¿Estás bien? —Susurré en la obscuridad. Él balbuceó.
—Mmmh. —Y prendió la luz.
Cerré la ventana con cuidado y, me volteé a verlo. Estaba hecho un desastre en la cama. Ya estaba dormido. Fui a apagar la luz.

Cuando volvía para irme, una mano me detuvo. Estaba sosteniendo fuerte mi muñeca. Sonreí.

—Damon, tengo que irme a mi casa, es tarde. —Susurré agachandome en el mismo lugar donde me encontraba. Me acerqué silenciosamente, la luz de la luna no me ayudaba mucho a divisar su rostro. Y un rayito de luz, que decían que ya eran las seis de la mañana. Me iluminó sus ojos azules, mirándome.

Brillaban, si que estaba ebrio. Reí.

—No te vayas. —Dijo.
—Pero es muy tarde. —Susurré.
—No... —Rogó, parecía un pequeño.
Reí por lo bajo.
—¡Ash! Está bien... ¿Y que hago si mi mamá pregunta?
—Dile, que... La fiesta seguía. —Sonrió de lado.
Yo reía.

No podía creer, como hace meses, no le daba mi interés a alguien y ahora mirenme. Arriesgando mi alma (si, muy exagerada) por un chico. Igual, lo que estaba haciendo por él no era la gran cosa. Seguro que mamá se quedó durmiendo en la casa de mi tía.

—No mires. —Dijo. Automáticamente, me volteé tapandome los ojos. Si, muy dramática y, toda la cosa.— Listo. —Entonces me volteé. Él estaba metido entre las sabanas. Sonriendo.— Ven... —Se volteo hacia el otro lado, dándome la espalda. ¿Se supone que dormire con él?
Entonces me acosté también, dándole la espalda.

Sentí como él se volteó. Su cuerpo estaba alejado de mi, pero su rostro no. Estaba tras mi oreja.

—¿Y si nos quedamos así para siempre? —Susurró él. Yo sólo sonreí.

Entonces me pregunté...
¿Y porqué no me volteo?

Pero no, no lo hice.

—Seria genial. —Susurré.
—Prometeme que jamás, querrás a alguien más, que no sea yo. —Dijo. Ya no parecía ebrio.
—Lo prometo... —Suspire— ¿Y tú? —Cerré mis ojos, esperaba una respuesta, afirmativa.
—Lo prometo... —Susurró.
Yo me estremecí. Nadie, jamás, me había hecho sentirme de ésta manera.

Así, nos quedamos dormidos. Damon, abrazandome a mis espaldas. Y yo no rechazando su muestra de cariño.

(...)

Amaneció, el sol sin previo aviso, entró en el cuarto.

Me restregue los ojos y, los iba entrecerrando y tratando de abrir. Me ardían, me había acostado muy tarde. Aunque... Estaba acostumbra, sabia que luego se me pasaría.

La mano de Damon estaba caída en mi cintura, su otro brazo, estaba debajo de su cabeza en dirección hacia arriba, respiraba en mi cuello. Me daba cosquillas, pero no tanto como para que me moleste.

Ni trate de moverme o cambiarme de posición, estaba cómoda. El poco sueño que tenia, me venció y, me volví a dormir.

(...)

Una alarma lejana sonaba. No, no era en el cuarto donde estábamos. De seguro era de sus padres...

¡¡¡SUS PADRES!!!

Rápidamente me safe de Damon, él estaba enroscado a mi. Caí de la cama con el apuro. Él despertó, pero sin entender lo que sucedía.

Me refregue los ojos.

—¡Tus padres! —Susurré alarmada.
Él se me quedó mirando.
Le hice muecas, como para que reaccionara. Pero solo se volvió acostar. Dándome la espalda, agarrando la sábana, sólo tapó su pecho y los pies. Si, parecía una serpiente entre ramas. Bueno, él estaba así con la sabana, no tenia remera... Entonces vi su bóxer, azul.

Genial... Le vi el bóxer...

Lindo trasero Albarn.

Me paré rápidamente y, lo sacudí.

—¡Damon despierta! —Lo movía. Yo gritaba bajo, no quería que sus padres me escucharan.
—Mmh... —Se quejó. Desordenó su pelo y siguió durmiendo. Boca abajo.

¡GENIAL! Gracias DAMON, me metes en un problema y luego... No me quieres sacar de el.

¡MUCHAS... GRACIAS!

¡Ash!

—¡Damon! —Le hice cosquillas en el cuello.
Él reía, pero no abría los ojos.
Me agarró del brazo y me tiró en la cama con él.— ¡DAMON, YA BASTA! —Le grite histérica, claro, susurrando. Nadie tenia que escuchar nada.

Él se encontraba encima de mi, agarrándome los brazos. No tenía escapatoria, sonreía como un loco. Lo quedé mirando con los ojos abiertos, como un plato.

—Así que no me dejas dormir ¿eh? —Rió.
—Damon... Tus padres de seguro se levantaron. Tengo que irme. —Me quejé. Tratando de irme a la fuerza o en forma de berrinche, pero eso no funcionaba con él. Bufé, resignándome, después de varios, pequeños intentos, inútiles.
—Shh... —Se acercó a mi y de repente, ya lo tenia pegado a mis labios. Que chico más pegote.
—¡Damon! —Me quejé inútilmente, otra vez, cuando él se separó rápidamente de mi.
—Si te sigues quejando... Te seguiré besando. ¡QUEJATE! —Gritó como un loco, mientras también reía como uno.
Mi ceño se fruncía de pánico, quería darle una bofeta y que se calle de una buena vez, pero no, no podía.
—¡Damon callate! —Susurré histérica.
—Sh, no tu callate. —Volvió a encogerse para besarme. La diferencia de éste es que se lo seguí y, él no paró.
—Mmmh... —Dijo él, mientras me besaba.
Hice media sonrisa, mientras tanto.
Se separó de mi. Sonrió.— Eres libre. —Dijo haciendo un gesto gracioso. Yo reí. Miré como estaba, en cuero y boxers... ¿Así durmió conmigo?
—¡Tapate degenerado! —Bromeé, tirándole una almohada, él la caza y la atrapó. Tapándose... Ya saben. Reí.

Y salí por la ventana...

Uf... Que día.

Extrañamente yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora