Capítulo 58.

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En la habitación solo se escuchaban los sollozos de Damon y ambas respiraciones, lo cuál me hacía poner incomoda ¿que debía hacer o decir? Tal vez nada. Pero no era de esas personas, necesitaba una respuesta o al menos una explicación de por qué esto.

El abrazo seguía intacto, discretamente trataba de soltarme pero él no me dejaba, él no quería. Supuse que era por el hecho de que le avergonzaba que lo vean tan vulnerable como se encontraba, pero para mí no era un hecho de vergüenza.

—Damon... —susurré calmada, tratando de que el otro lado me hablase y no solo fueran sollozos.— Damon... —volví a insistir. Él se apartó de mí.
—Soy un idiota, lo arruiné todo. —hablaba pero su nudo en la garganta no lo hacía tan entendible, hablaba entrecortado y las lágrimas caían de sus ojos.
—¿Que sucedió? —dije, con un tono de voz comprensivo, no quería alterarlo más de lo que estaba.
—Justine ella solo me dejó, así... como si nada. —secaba sus lágrimas que caían rápidamente.

Yo frunci mi ceño, ¿como alguien deja así nada más a su pareja? ¿acaso no había motivos suficientes?

Quise decir algo, pero si decía algo más tal vez lo podría llegar a herir, y no era lo que quería no ahora como se encontraba.

—Creo que voy a morir. —y otra vez se ahogó en un llanto que lucía como si realmente le estuvieran sacando el corazón con las manos y sin anestesia.

Puse mi mano en su hombro, y lo miré. Comencé a pensar que Damon tal vez estaba exagerando, que no era para tanto, pero para él si lo era. Y me puse en su lugar, realmente sabía lo que se sentía porque él había hecho exactamente lo mismo conmigo, yo no sentía que moría pero si sentía que mi corazón se partía en dos, tal vez por mi gran idealización del amor o porque idealicé realmente a Damon, no lo sé. Ese corazón que se parte en dos como tanto promulgan las canciones de desamor, bien, así se sentía. Pero, para él era algo más, sentía realmente que moría. Un poco de envidia y celos se apoderó de mi pequeño corazón, sentía que yo nunca había significado tanto para él como Justine sí, también un poco de tristeza, lo admito.

—Todo va a estar bien. —le dije sobando su hombro en señal de que no sabía que otra cosa hacer. Él me miró y volvió a secarse las lágrimas que seguían cayendo.
—Gracias Megan, ¿podrías quedarte hoy? —me miró directo con sus azules ojos inundados en un mar de angustia. Suplicando que dijera que sí, o tal vez no estaba suplicando pero así lo interpretaba.

Entonces asentí. Él se paró rápidamente y yo quedé sentada en el suelo, me extendió su mano y me ayudó a levantar.

—Bien... —carraspeó su garganta.— ¿Quieres tomar algo? —se refrego los ojos. Yo lo miré y esbocé una pequeña sonrisa.
—Claro.

(…)

Habíamos estado todo el rato mirando películas, porque obviamente no quería ver los programas de televisión que hablasen de Justine, no quería si quiera recordarla.

—Bien... —miré por la ventana, el día se estaba yendo, casi se podía ver la luna en su totalidad.—, debería irme. —suspiré.
—¿Que ya? —frunció el ceño— No, no. Quédate más. —insistió. Realmente me daba pena dejarlo solo y como se había puesto, pero ¿quedarme?
—Es tarde y... —volvió a interrumpirme.
—Pediré una pizza, vamos Megan por favor. —mis instintos habían sido los acertados, él me estaba suplicando obviamente no quería quedarse solo, pero no había nadie más ¿Graham? digo, se supone que es su mejor amigo, inseparables. Pero aquí estaba yo, su "ex". La verdad nunca supe que eramos con exactitud.
—Está bien. —dije no muy complacida, y la verdad no sabía por qué. Tenía apenas una media sonrisa. Él sonrió ampliamente, se levantó y fue hasta el teléfono a pedir unas pizzas. Suspiré, y comencé a pensar por qué había dicho que sí, muchas cosas venían a mi como; que aún sentía algo por él y por esta razón quería que esté feliz. Bueno, uno de los sentimientos más imbéciles y odiosos del mundo.— En quince minutos viene. —dijo y se desplomó sobre el sillón alado mio, se acercó a mi y me dió un beso en la mejilla. Se alejó y me quedó mirando, mi cara de pánico se hacía presente, lo miré. Volví a sonreír de lado, pero esta vez incómoda.
—Pon otra película. —hablé para cambiar de tema, pero había olvidado que eso no funcionaba con Damon.
—Megan, yo sé que he sido el peor contigo y que no te merecías todo esto, pero ahora tú estás aquí y realmente te lo agradezco, no sé qué haría sin tí. —su voz profunda y gruesa temblaba al decir esto, tal vez el momento más sincero de Damon Albarn.

Me paré y fui hasta el fregadero por algo de agua.

Ignoré completamente lo que acababa de decir ¿por qué? porque esto ya lo había dicho tantas veces y de tantas formas posibles, que esta vez era una versión 2.0 de algo ya dicho.

—¿Vamos a ver otra película? —insistí, él asintió. Creo que ya sabía a que me refería con ignorarlo. Y si no lo sabía tendría que empezar a hacerlo.

Extrañamente yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora