Capítulo 52.

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Él besaba mi cuello, mientras su húmeda lengua se dirigía sagazmente hacía mi vientre, los gemidos que salían de mi se escuchaban como ecos en toda la habitación.

Como si fueran millones de gemidos en una habitación tan pequeña.

Abrí mis ojos rápidamente, miré hacia todos lados, estaba sola. Y se encontraba oscuro.

Mierda.

Esos sueños inmundos acerca de él y yo, otra vez.

Todas las noches eran lo mismo, soñaba con él y despertaba mirando hacia todos lados. Se sentían tan reales, aunque no quisiera soñar con ello.

Me encontraba durmiendo en mi casa, toda la habitación estaba oscura, parecía como si hubiese tenido el tiempo de tapear las ventanas, pero no.

Creo que inconscientemente lo estaba llamando, quería encontrarme con él, porque era como si estuviera en abstinencia. Necesitaba que algo sucediera.

Pero no, la realidad es más dura que eso.

Froté mis ojos, para luego suspirar. Un suspiro de frustración.

¿Por qué era tan difícil? ¿Y por qué todas mis preguntas tienen un por qué?

Lo que yo quería no era una solución, era a él. Pero eso no podía ser posible. No al menos por ahora, porque lo odiaba.

Me senté en el medio de mi cama, abrí apenas las cortinas y luego me abracé a mis piernas. Comencé a pensar. Todo.

Todo lo que había sucedido desde el comienzo, donde lo conocí y hasta ahora. Y me di cuenta de que había sucedido todo tan rápido, era como pestañear y ya estar en otro lugar.

¿Como no me había dado cuenta de aquello? ¿fui tan ingenua?

Tal vez solo era un amorío escolar, como los que tienen todos alguna vez en la vida, y esta vez era yo. Pero ¿yo había elegido o Damon me arrastro con él?

Creo que nunca lo iba a entender muy bien a eso, pero lo bueno es que si lo odio, es porque lo quise alguna vez.

Aunque mi corazón sentía otra cosa, a veces ni lo podía ocultar.

La realidad es que yo sola me había arrastrado a la situación, yo me había enamorado de alguien como él. Que tal vez no esté tan enamorado de mi como yo creía que lo estaba.

Creo que eso dolía más, más que saber que a veces podía ser muy imbécil.

Me paré sobre mi cama, y abrí ampliamente las cortinas. El sol invadió lo que era toda mi habitación.

Por cierto, me había comprado mi propia casa, era solo mía. Me había independizado finalmente de mi madre. Aunque ella se la pasaba yendo de un lado a otro, como vacaciones eternas.

Yo me encontraba sola, en un lugar que no era tan grande ni tan pequeño. Pero para una persona sola, tal vez es suficiente espacio.

Aunque me gustase estar sola, sabía que no completamente.

Solía ir a bares a desayunar, porque necesitaba al menos sentir voces a mi al rededor.

Esta vez era el día. Al menos para despejarme un poco del odioso sueño que tuve. El bar donde iba a desayunar, era de gente anciana. La tranquilidad era abundante en el lugar.

Nadie me conocía y, a nadie le importaba quien era. Y eso era tranquilizante.

Me había sentado en la parte final del lugar, me habían servido el desayuno. Les estaba dando la espalda y, mirando la pared. A un lado tenía una ventana, y veía a la gente pasar.

Extrañamente yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora