Capítulo 35.

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Me lo quedé mirando, no sabía que decir.

¿Y si le digo que yo también?

Antes de decidirme mis labios fueron más rápidos que mis decisiones.

—Yo también. —dije casi en un suspiro.

Y él sonrió, eso hacía que me dé vida. Por todos los cielos Damon, ojalá pudieras leer mi mente...

Tal vez lo hacía. Se acercó lentamente a mí y me planto un beso, de esos que extrañaba.

Y todo mi ser no se contuvo, ésta vez no, así que decidí que nuestros cuerpos se pegaran, para juntar más el beso.

Mis brazos se envolvieron al rededor de su cuello y los suyos al rededor de mi cintura.

Extrañaba su contacto.

Una puerta se escuchó y, bruscamente nos separamos.

Me senté rápido en la silla, para fingir que estábamos hablando. Y él seguía parado, en una especie de ¿shock?

—¿Van a salir afuera? —dijo el que había interrumpido, Graham.
—Sí, ahí voy. —salí de ahí antes de que Damon me lanzará una mirada.

¿Esto era el comienzo de algo?

(…)

Desde lo del beso, ver a los chicos era incómodo. Aunque no sea Damon, ver a los chicos me hacía recordar aquel momento.

Graham me preguntó varias veces por qué me sentía incómoda incluso con él y, yo le contesté que estaba imaginandolo todo. Pero en fin, igual seguía viéndolos.

Hoy teníamos que tocar en el mismo lugar. Justo, en el mismo. Junto con Justine y su banda... Elástica.

—¿Te gustan? —dijo Alex.
Hice una mueca de “algo”.

Ya estábamos en el bar. Me quedó mirando.

—¿Ya te pregunté por qué actúas tan rara? —rio y luego bebió de su botella.
—Todos, incluso Dave. —hice una sonrisa de lado.

Ya tenía en mente que si veis a Damon y Justine juntos, mi corazón no se rompería en miles de pedazos. Porque el beso solo fue eso, un beso.

Y además ya sabía cómo era Damon, él solía evitar siempre las situaciones con las que no quería lidiar. Incluyéndome.

Pero, aún así no podía perder a Damon, aunque fuese como amigos.

—¿Y? —dijo Alex, insistente.
Lo quedé mirando con el.entrecejo fruncido.— ¿Ocurre algo con Damon? —levantó una ceja.
Mi corazón comenzó a palpitar rápido ¿eramos tan obvios?

Seguí frunciendo mi ceño.

—¿Piensas que no nos damos cuenta? —dijo Alex, yo le iba a responder, pero apareció (gracias a Jesús) Graham.
—¿Que hay? —dijo.
Al parecer el chico más agradable del mundo, estaba ebrio. Otra vez.
—¿Voy a tener que llevarte cargando hasta tu casa? —le dijo Alex, bebiendo de su botella.
—Hasta que la muerte nos separe. —y comenzó a reír.

A veces ver reír a Graham era raro y, a la vez te alegraba el día.

Me hacía olvidarme de lo que tendría que.

Nota de autor:

Perdón por tardar tanto, estuve boludeando y no escribí ningún capítulo, pero ya estaré actualizando más seguido.

*se tardaba otros miles de años* en fin, gracias por leer :'v

Extrañamente yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora