Capítulo 59.

292 28 7
                                    

El cansancio de ver una película tras otra me había ganado, comencé a quedarme dormida en eso de las tres de la mañana, casi cuatro. A veces veía de reojo a Damon estático, mirando la televisión a veces sin parpadear, lo cuál me daba un poco de miedo. Sin embargo el sueño me ganó y me quedé dormida.

Cuando desperté, miré a mi lado, él dormía plácidamente, parecía que hace días que no lo hacía y sus bolsas en sus ojos lo hacian notar.

Me levanté suavemente para no despertarlo, tenía que pasar por su lado para poder ir a tomar algo de agua, entonces el me agarró de la muñeca.

—Buenos días. —dijo agarrándome fuertemente, como si no quisiera que me vaya. Yo me volteé a verlo, no me iba a ir a ningún lado.
—Voy por agua. —susurré, entonces el me soltó delicadamente.

Oí que se levantó y caminó detrás de mí. Me envolvió en un abrazo por la espalda, y susurró en mi oído.

—Gracias Megan... —me di vuelta con algo de brusquedad e incomodidad. Nos teníamos frente a frente y tan cerca, entonces él hizo el primer movimiento y me besó. Un beso que no sentía hace años y que por supuesto me dejó estática.

Continúo besándome, hasta llegar al lavamos en el cuál estaba acorralada. Mis manos ni siquiera hacían el esfuerzo de separarme de él, era como si nuevamente cayera en el hechizo de sus malditos besos. Sus besos siguieron, pero sorpresivamente cesaron. Me miró a los ojos.

—Megan yo... quiero que estés aquí conmigo.

Tal vez justo ahora estaba alucinando y por esa razón escuchaba esas palabras de él.

¿Acaso había enloquecido? ¿acaso estaba bajo los efectos de estupefacientes?

Ni siquiera sabía que decir.

—¿Qué? —frunci el ceño.
—Lo que escuchaste. —respondió sin rodeos.
—¿Acaso estás loco? ¿o qué? Acabas de terminar con Justine y ¿quieres estar conmigo? —esta vez mi manos si fueron funcionales con mi mente así que lo aparté de mí. Estaba indignada, esa es la palabra indignada.
—Esta es una gran oportunidad Megan, piensalo yo... —lo interrumpí irritada.
—¡Ayer estabas llorando porque te dejó! ¡¿Que mierda te sucede?! ¡¿Acaso estás drogado?! —decía en voz alta estallando mi ira completamente. Nunca me había sentido tan enojada con él como ahora.— ¿Que pretendías? ¿que venga te consuele y responda que sí? —mis puños estaban cerrados, ni siquiera sabía por qué no lo estaba golpeando en la cara de una buena vez.

Él realmente tenía una cara indescifrable, no sabía si estaba sorprendido o su cerebro se había apagado a lo que le estaba diciendo tan furiosa.

—¡Eres increíble! ¡¿Piensas que la gente va a hacer todo lo que le digas?! ¡¿Que todo el mundo va a estar a tu disposición?! Ahora entiendo por qué Justine te dejó, realmente está mejor sola que con un imbécil como tu. —finalicé hiriente. Sabía que le había dolido porque ahora su cara sin decifrar lucía como si alguien le hubiese dado una bofetada invisible.

Entonces agarré el fino abrigo que había traído y me encaminé para irme de aquí. Él por su parte me había seguido hasta la salida, y en cuanto ambos llegamos a la puerta y la abrí para salir un montón de flashes invadían nuestros ojos, dejándonos un poco aturdidos. Damon agarró mi brazo con fuerza metiendome adentro nuevamente. Los sonidos de las cámaras seguían haciendo ruido.

—Mierda. —murmuró.
—Genial, estoy atrapada en esta casa contigo. Justo lo que quería que pasara un día en mi vida.

Damon se mantuvo en silencio, con una expresión de culpa en su rostro. Supuse que trataba de pedirme perdón por lo de hace minutos, pero no lo hacía, solo tenía esa mirada en sus ojos que querían decir 'lo siento' porque en palabras no podía.

Suspiré frustrada y puse mis ojos en blanco.— ¿Cuanto tiempo voy a tener que esperar? —me crucé de brazos.
—Supongo que unas horas, hasta que vean que no vamos a salir. —él también se cruzó de brazos y apoyó la espalda contra una columna que tenía cerca.

El silencio nos invadió de nuevo, yo fui hasta la cocina otra vez porque ya no toleraba esos sonidos que los paparazzis hacian con sus cámaras, ni las cosas que balbuceaban ahí afuera.

Él hizo lo mismo.

—¿Me odias? —murmuró.
—Un poco sí. —me voltee para verlo, ya que estaba de espaldas.
—Fue estúpido decir eso, lo siento. Es que últimamente nada a ido bien y viniste, y me hiciste sentir como si hubiera luz al final del túnel. —decía con la voz algo temblorosa, mirando como sus manos jugaban, él no quería mirarme a los ojos, tal vez lo iban a hacer sentir más incómodo de lo que por sí ya se veía diciendo todo esto.— Realmente estoy en la mierda. —miró al rededor de la cocina.

Yo no podía dejar de mirarlo, pero al mismo tiempo que él miró a su al rededor yo también lo hice. Si fuera alguien que lo ordenado me importase ya hubiera pensado que esto era un chiquero, y lo era, pero a mi no me importaban esas cosas.

Las cosas estaban tiradas por todo el suelo, incluida las cajas de pizzas de ayer.

Por mi parte, también comencé a jugar con mis manos nerviosas, a mirarlas como si estas me dieran respuesta a lo que tenía que hacer o decir

—Olvidalo. —dije en voz baja, calma.

Extrañamente yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora