Capítulo 24.

568 54 59
                                    

Entré a mi habitación y, rápidamente me tiré en mi cama. Mi corazón latía y quería llorar lo admito, pero me había prometido a mi misma y a mi madre que jamás lo haría por un chico. Un chico idiota y estupido.

Un dolor punzante en mi pecho resaltaba. Sabía exactamente lo que era… Decepción.

Esa palabra que me perseguía en amistades y ahora, en chicos. Vaya que se siente feo.

Me quedé mirando un punto fijo, pensando en lo que pasó en la fiesta, en lo que pasaría ahora y después.

¿Que tal si escribo sobre esto? ¿Seria muy obvia?

—Que más da… —Me dije en voz alta.

Comencé a escribir, lo que sentía.

Is it enough to love?
Is it enough to breathe?

Fruncí mi ceño, y luego Damon vino a mi mente otra vez.

Somebody rip my heart out
And leave me here to bleed.

Hasta que por fin, terminé.

Is it enough to die?
Somebody save my life,
I'd rather be anything but ordinary please.

Damon… —Suspire.— ¿Por qué?

Luego de varias horas de pensar en todo, destruía cada vez más mis sentimientos hacia él.

Me resigne a dormir, era lo único que podía hacer ahora.

(…)

El teléfono sonó.

—¡MEGAN ES PARA TI! —Gritó mi mamá desde la cocina.
—¿Mmmh? —Respondí dormida.
—¡MEGAN! —Repitió.
—¡AHÍ VOY! —Grité con mi ira. Si algo odiaba era que me molestaran cuando dormía plácidamente.

Bajé con cara de zombie y, atendí.

—¿Si? —Dije.
—Soy yo Billie ¿vas a venir o no? Te estamos esperando. —Dijo y, luego rió.
—¿Eh? ¿Para que? —Fruncí mi ceño.

Tendrían que verme, con un short una musculosa y despeinada. Tenía cara de que no había dormido en días.

—¡Para grabar! ¿Para que va ser? —Dijo irritado Notman.
—¿Grabar? —Dije, dejando el teléfono a un lado, sin importarme que él siguiera en la línea, fui a la sala (no muy lejos de la cocina) a fijarme el reloj de pared, lo quedaba mirando y entrecerraba los ojos como no entendiendo la situación.

Hasta que me desperté completamente.

¡TENIA QUE IR A LA GRABACIÓN!

¡MIERDA!

—¡Es tarde! —Dije corriendo desesperada al teléfono.— ¡Ahí voy! —Dije, colgué antes de que me respondieran, no me importaba, lo que menos quería era que pensaran que era una holgazana y que no me interesaba el disco.

Subí rápido a mi habitación, hice todo rápido. Me cambié y finalmente me fui.

—Me voy mamá. —Dije, le di un beso en la mejilla y salí corriendo hacia el estudio.

(…)

—¡Hasta que por fin, se digna a llegar! —Se burló Bill.—
—Veinte minutos tarde Mitchell… Vamos hay un disco que grabar y, el tiempo es dinero. —Dijo el productor del disco. Rió luego, ya que era una broma. Yo reí y fui a la cabina, vocalise y comencé.

Varios minutos pasaron y, teníamos que tomar un descanso.

—Billie.
Estábamos en la cabina, él tocaba cualquier cosa en su guitarra. Y subió la vista para verme.
—¿Si? —Levantó ambas cejas.
—Escribi una estrofa y, quería escribir una nueva canción para el disco. —Dije agarrando el trozo de papel que tenía en mi bolsillo trasero, con la estrofa.
Se lo entregué.

Comenzó a balbucear lo que leía.

—Es bueno pero… ¿Quien desgarró tu corazón? —Levantó una ceja intrigado.
—Alguien. —Dije por lo bajo. Miré a otro lado.
—¿Lo conozco? —Buscó que lo mirara.
—Tal vez… —Lo miré.
—Bien, que tal… ¿Si tu escribes la letra y yo te ayudo con la música? —Dijo sentándose alado mio, me sonrió, pasó su brazo sobre mi hombro.— Sabes, eres una gran amiga. Y quiero que confies en mi. —Sonrió y nos abrazamos.

Varias horas pasaron y con los chicos decidimos irnos a una pizzería a celebrar que la grabación salió buena.

—¿Que tal si de aqui nos vamos a una disco? —Dijo con voz graciosa Rich.
—Si, estaría genial ¿vamos? —Me miró Zac.
—Mmh… Bueno. —Dudé.
—¿Entonces vamos? —Dijo Billie llevándose un trozo de pizza a la boca.
—¡Bien! —Jerry contestó alegre. Nos páramos todos, casi al unísono y nos fuimos. Claro que pagamos la cuenta entre todos.

(…)

—¡Este lugar es lo más! —Gritó eufórico Jerry.
—¡YA LO CREO! —Respondí irónica, al ver tanta gente ebria y porqué no, drogada.

Pasamos entre la gente y nos fuimos a la barra.

—Danos cervezas para todos. —Dijo Billie.
—Bien. —Dijo el barman y fue por las bebidas.
—Yo no bebo. —Le dije.
—Vamos, tienes que tomar alguna vez. —Me dió palmadas en el hombro y sonrió.— A malos amores, alcohol. —Rió. Agarró las dos bebidas, me entregó una y tomó de la suya.
—Lo que dijiste no tiene sentido. —Frunci el ceño.
—Debe ser que ya estoy ebrio. —Comenzó a reír. Luego se fue a la pista, y con una ceña que hizo con su cabeza me arrastró a bailar.
—No voy a bailar. —Dije estancada en la pista.
—Vamos… —Agarró mi mano, el idiota de Billie. Comenzó a darme vueltas, yo reía con todo esto.
—Voy por un trago. —Sonreí torcida. Iba por una limonada, así que me fui a la barra y pedí lo que quería.
—¿Megan? —Me llamó una voz, a la cual yo conocía perfectamente.
Me voltee dudosa, y él estaba ahí apoyando un brazo en la barra y otra en el bolsillo delantero de su jean.

Me lo quedé mirando unos minutos, pensando en que tenía que hacer ¿ignorarlo?

Pero…

Le sonreí falsamente y me fui de ahí, bueno lo hubiese hecho si Damon no hubiese agarrado mi brazo.

—Tenemos que hablar. —Dijo demandante. Yo fruncí mi ceño.
—Luego hablamos. —Le dije.
A todo esto la música sonaba en cada rincón del lugar, y los cuerpos danzantes por allí esparcidos también. Él volvió a tomar mi brazo y tirarme hacia atrás, para hablar conmigo.— Te dije que luego. —Dije y me solté de su agarre con fuerza, haciendo caer gotas de mi limonada al suelo. No vi hacia atrás. No vi si me seguía.
Pero yo fui, a donde había estado con Billie.

Quería encontrarlo ya, y safarme de la situación en la que creía todavía estar.
No deseaba hablar con Damon, mucho menos después de lo que pasó ¿acaso no se acuerda?

De seguro estaba ebrio.

—¡Billie! —Lo llamé, al parecer no me escuchó, coqueteaba con una morena a lo lejos se veía, divirtiéndose. Y yo aquí, esperando un milagro.

Estaba sola, y ni siquiera sabía como safarme de esta.

Miré atrás, al parecer no me siguió. Busque un lugar en el cual sentarme, habia muchos ocupados a excepción de uno. Eran como lugares medio círculos cerrados, donde había un sillón y una mesa.

Me senté ahí y reflexione, bien, no había tomado nada de alcohol, así que estaba en total sobriedad. Mmmh… Que día más difícil.

—¿Podemos hablar? —Vi como se sentaba él frente a mi, no lo había visto venir, fue rápido.
—¿Que quieres hablar? —Rodé mis ojos, bebí de mi limonada.
—Sobre lo del otro día… —Bajó la vista.
—¿Para que? Ya está, no sucedió nada ¿no? —Fingí, fingía como la más estúpida.
—Es que… Te fuiste así, no quiero que te sientas mal, tu y yo somos amigos.

No lo estaba mirando a los ojos, pero en cuanto escuché esas palabra «amigos» es como si quisiera arrancarle los ojos y hacérselos comer.

Estaba fastidiada, vaya que fastidiada estaba.

No sabía como pensar o que hacer.

Tenía razón, me lo había dejado bien en claro la otra vez, sólo amigos…

Subí la vista lentamente y vi sus ojos azules, sus profundos ojos.

Así que pensé… ¿Por qué debería importarme?

Extrañamente yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora