Un sonido de una puerta abriéndose me sobre salta, no sé porque pero siento como si todo mi cuerpo sudara y tuviera un saco en la espalda, que me impide cualquier intento de movimiento.
Me doy la vuelta lentamente como si para encontrarme un hombre con unos ojos verdes esmeralda muy penetrantes e intimidantes.
¿Qué has echo ahora?, no puedes dejar de meterte en problemas por un segundo ¿verdad? — Me acusa una voz que viene siempre en el momento justo de mis dudas o problemas.
— Señorita Junner, vaya acomodándose que tenemos muchas normativas que ajustar para no tener inconvenientes en el futuro, y le aseguro que necesitara una libreta entera para apuntarlo sabiendo la capacidad de memoria que tiene usted.
La curva de sus labios se torna en una suave sonrisa amenazadora que me reta a decirle algo.
Seré despistada pero no tonta, así que me retengo en mi sitio guardando todos los insultos posibles que se me ocurren para definir lo capullo que es.
Pasamos unas horas intensas mientras me explicaba las normativas y lo que yo tenía que hacer en esa empresa a la que nunca oí mencionar el nombre.
— Señor Ward me disculpo otra vez por estar tan despistada estos últimos momentos, le aseguro que haré todo lo posible para estar centrada.
— Eso espero, yo he tenido bastantes momentos desastrosos, ¿ no le parece? —Asiento con la cabeza agachada.
Se dirige hacia la puerta haciendo una señal con la mano para que le siga.
¿Qué le pasa, es que no le gusta los ascensores para hacerme bajar tantas escaleras con tacones?
Cuando llegamos al Audi, me duele todo el talón y los dedos del pie derecho, como buen caballero, él me abre la puerta.
Cuando el Audi arranca ninguno dicimos nada. Él con un semblante serio mira por la ventana y yo finjo que estoy repasando los papeles de la reunión.En mitad del camino, un mal giro del conductor hace que vaya a parar encima del señor Ward.
Desprende un olor muy agradable, natural y al mismo tiempo elegantemente sofisticado.
Me echa hacia atrás suavemente y se lleva una mano a la puerta pero se que le hace un gran esfuerzo para respirar despacio y no acercarse a mi.
Sus manos desprenden unas chispas, como si fueran corrientes eléctricas. Me da la espalda y sale sin más. Esto es demasiado raro, la gente tiene distintos sentimientos pero este señor es demasiado impenetrable, su mascara de un señor serio es cortante y a la vez increíblemente sexi.
No se de donde habrá venido ese ultimo pensamiento.Ahora si que usa el ascensor, para subir el edificio más alto que haya visto jamas, tal vez en mis sueños lo haya visualizado.
Entramos en una habitación echa simplemente por cristal, es precioso, toda la ciudad de Nueva York deslumbrada ante mis ojos. Este momento lo había esperado tanto que me quedó petrificada en mi asiento.-¿Ve algo interesante, señorita Junner?? Su sonrisa me indica que es solo un sarcasmo, y me guardo las explicaciones de mi felicidad.
-Necesito que se ponga a trabajar ya, espero que no me decepcione, he confiado en John y él tampoco quera perder su trabajo por haberme mandado a una mocosa sin talento. Tienes dos horas para hacerme pensar que vales la pena. Lo que tienes que hacer lo tienes en tu despacho. Te puedes retirar.
Si, vale, lo acepto, pero es el colmo que me llamen mocosa una persona que ni siquiera sonríe por placer.
-Perdoneme por mi atrevimiento, pero señor quisiera que me dijera que problema tiene usted conmigo.
-Si Taylor, usted es demasiado atrevida y no le conviene, yo soy así con todas las personas que me da la gana. Es curioso que me pregunte eso, porque usted es peor que yo, creo que no sabe que es la responsabilidad y me sorprende mucho que no sepa a que se debe mi comportamiento.
Ahora, definitivamente se puede retirar.¿Será un cabrón? Pero es que su madre no le ja enseñado a ser amable con chicas que solo buscan respuestas y no más insultos.
Mi despacho, no es tan amplio como el del mi jefe pero si que tiene una gran y rectangular ventana que solo da visualización hacia las tiendas de enfrente.
-Hola, tu debes ser la nueva secretaria del señor Ward...— Una gran sonrisa ilumina los ojos de este chico, ojala todos fueran así.-Y tu eres...
-Ah, perdona, Soy Sean, el mejor amigo de ese joven-abuelo. Señala hacia el despacho del señor Ward.
-Oh vaya!!
Mi cara es todo un poema, de la sorpresa.
-Si, vaya, yo también me pregunto como soy amigo de un chico amargado de la vida a la temprana edad. Pero no te creas, solo es una mascara que utiliza con todo el mundo, cuando digo con todo el mundo es con todos el mundo. Lo intenta conmigo pero soy impenetrable a sus hechizos intimidantes.-Bueno Sean, encantada de conocerte, me gustaría charlar contigo pero el amargado de la vida , como lo llamas tú, me esta poniendo a prueba así que tengo que terminara esto.
Le señaló con las dos manos el fajo de fichas.-Nos vemos más tarde porque se que acudirás a mi para que te lleve a cualquier lugar con tal de sacarte de aquí, si se da el caso, dame un toque. El número de mi teléfono esta en tu agenda programada por mi mujer que es tu compañera de trabajo. ¿La ves? esta justa en frente tuyo.
Es una persona muy elegante, al igual que él, su mujer vestía muy formal y de una manera muy sofisticada, su sonrisa brilla desde lejos mas que su collar de diamante colgado al rededor de su cuello.Me paso trabajando a tope las dos horas que me a concedido el señor Ward, para impresionarle, café y mas café a sido mis salvación para no caer rendida encima de la mesa.
La hora ha llegado, llamo a la puerta y cuando oigo un adelante, entro.
Me cuesta empezar pero cada vez me siento confiada de que lo estoy haciendo bien. Cuando termino, la voz del señor Ward inunda la habitación.-No esta mal.
Ahora si que le voy a tirar un vaso de leche por encima de su cabello, negro brillante. Para que se refresque la
memoria y piense que estado dos horas sin respirar siquiera. Desde las Tres de la madrugada hasta las cinco. ¿es qué no piensa este tío? Para solo decirme un " no esta mal"-Gracias, por su atención.
¿Necesita algo?-No señorita Junner, la llamaré si se da el caso.
Iba a cantar el himno de alegría por salir de allí sin perder mi trabajo.
Ahora me parece muy largo el camino hasta mi despacho porque tengo todos los ojos de todos los empleados de la empresa en mi espalda. Acelero mi marcha, al llegar cierro la puerta y respiro hondo.-Eeeh Taylor, ¿puedo entrar?
Pero ahora ¿quién es? De mala gana, voy y abro la puerta.-¿Quieres venir a desayunar conmigo? mi marido me ha invitado para que te rescatara, y por cierto, soy Paris, la mujer de Sean.
Me extiende la mano, y yo la acepto borrando la cara de mal humor que tengo.
-Encantada. De verdad necesitaba que alguien viniera y me sacara de este laberinto sin salida. Muchas gracias.
Me ofrece café y lo acepto de buen grado.- Tranquila, ya te iras acomodandote.
-Por suerte solo tengo que estar un año.
Y sonrió al imaginarme saliendo de esta empresa y tirándole un cubo de agua a la cara del señor Ward.
Mi pobre taza de café se impacto contra algo duro, no sabría decir el que. Pero se que es una persona por los zapatos negros. Mi cabeza me pasa para levantarla, es imposible que tenga un día normal en mi nuevo o casi ya no trabajo porque la taza ha ido a parar en la camisa blanca del señor Ward.
Su cara demuestra una furia que yo nunca había visto en una persona tan joven y angelical.-A mi despacho.
Gruñe.

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TODA MÍA (editando)
RomanceTaylor una simple chica de Londres que al ser la elegida para las prácticas en empresa Ward. Encamina un viaje con el propietario de la dicha empresa hacia la ciudad de Nueva York. Su trabajo era fácil, ser una buena alumna y aprender del gran empre...