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Las puertas se abren de par en par, y aparece el hombre que quería ver. Con sus grandes zancadas, sus elegantes pasos, su máscara de frialdad y su enfado, que lo elevan a un máximo grado de atractivo . He intentado borrar la estúpida sonrisa que tengo en la cara, pero la alegría de ver a mi salvador derrota la necesidad de guardar composturas, si no me quedase un poquito de voluntad mi cuerpo ya estaría pegado al de él .
Creo que a ratos se me va un poco la pinza, pero con razón, o eso creo.

Se acerca a la mini oficina en la que Kyle y yo estamos guardando los archivos de seguridad.
Kyle finge no enterarse de lo que pasa pero su gran sorpresa es cuando Jade le coge del brazo y como si fuera un saco, le arrastra hasta la sala de reuniones que tiene unos cristales tintados.
Yo, me quedo allí parada mientras que todo personal uniformado me
Observa. Sonrió o eso intento mientras me acerco par ver, mejor dicho oír lo que está pasando.
Siempre he tenido mayor agudeza en el oído derecho así que, cuando encuentro una esquina pego mi oído a la vidrio frío y aunque no se oyera tan bien entendía todo lo que dialogaban.

—Lo siento, ¿vale? No volverá a suceder. —La voz de Kyle parece temblar, igual Jade se está pasando pero ese carbón se lo merece.
—Esta es mi empresa, mis empleados y ella es una de mis secretarias ¿entiendes? aquí mando yo y el que no quiera acatar las leyes impuestas se va a fuera. Y tú , tú no tienes ningún derecho a retener a nadie en esta sección, ¿me equivoco?
—No te equivocas . —Responde Kyle.
Oigo como un golpe en la mesa retumba.
Se ríe, no es una risa de alegría es pura rabia que no sabe como expresarla.
—Y aunque fuera tu novia, no tienes derecho a retenerla aquí. ¿Te ha quedado claro? —Jade jamás habla con los dientes apretados pero aunque no lo veo se que lo está haciendo, esta tan enfadado, creo que todo el mundo tiene un límite determinado pero al parecer el enfado de Ward es tan grande que me parece que va ha explotar.

Me duele que piense que yo podría salir o ser novia de una persona desagradable, vengativa y malvada. Pero bueno, para él Kyle es el buen amigo que me a pescado por su gran físico y esos estúpidos tatuajes que hay que admitir que me encantan.
Si estuviera en Londres sin dudar habría salido con Kyle aún  sabiendo su personalidad, pero saber que existe una persona como Jade lo cambia todo.

Ahora no oigo nada en absoluto, ¿habrán dejado de discutir?
—¿Qué está haciendo allí, señorita Junner? —De un salto me doy la vuelta y delante de mi me encuentro a Jade con una sonrisa junto a Kyle.
—Yo señor... Estoy... Estaba...bueno en realidad no estaba haciendo nada, nada de nada, en absoluto. —Lo digo tan rápido que me atragantó con mi propia saliva.

—Bueno, si no estás haciendo nada de nada, es hora de que bajes y arregles y también ordenes algunos papeles en mi despacho. —Su juguetona voz se va sustituyendo por una autoritaria y exigente.
—Claro señor.

Jade avanza hacia la salida de la sección. Estoy feliz, no sólo por el hecho de que me haya venido a buscar sino también de que le haya puesto en su sitio al carbón de Kyle.
Ahora que me viene a la mente, giro la cabeza para ver como de indignado estaba Kyle, pero lo que veo es sólo una sonrisa de burla diabólica.
Ahora creo que, no haber girado la cabeza habría sido lo mejor porque, presiento que Kyle va a hacer algo realmente gordo, algo que va destruir toda la empresa a parte de cubrir todo el sistema con un virus potente.
Se lo que se trae entre mano y yo involuntariamente lo voy a ayudar, no tengo otra opción, no soy capaz de salvarlo de mi misma y menos de salvar la empresa que entera de Jade.

Me doy un golpe en la cabeza que me hace tambalear. Es algo duro sin llegar a ser una piedra. Es cálido y reconfortante, y eso me lleva a que no me he dado contra la pared sino con los pectorales de Jade.
Levanto la cabeza ligeramente, no se que expresión en la cara voy a encontrar, pero necesito verle fijamente. Sus ojos no muestran enfado ni molestia. Eso me alivia por una parte pero la otra parte me preocupa que ya no sea conmigo el mismo. Es decir, que sea un jefe que no soporte mi presencia siquiera.

TODA MÍA (editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora