Capítulo 16: ¿Se conocen?

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Aaron:

Miraba fijamente a Holly sin que se diera cuenta. Ella estaba totalmente concentrada en el videojuego mientras yo tenia la cabeza apoyada en el sofá y no apartaba mi vista de su cara.

Me gustaba todos los gestos que hacia. Desde morderse el labio cuando aceleraba hasta el hecho de que me habia golpeado con el codo unas tres veces intentado girar hacia la izquierda.

Pero esos golpes no eran nada comparados con los de las peleas.

Hasta ahora pienso en las peleas desde hace mucho tiempo. Hace mucho no voy. La última vez fue cuando me encontré a Holly.

Siempre iba cuando tenia estres o cuando estaba aburrido. Pero ultimamente estoy relajado e inclusó me gusta estar en casa.

Yo normalmente no permanecía mucho en casa.

Mientras estaba metido en mis pensamientos, Holly se paró del sofá y antes de que me diera cuenta estaba frente a ella disculpandome por no sé qué.

Ella no acepto mi disculpa y me dijo que se habia divertido. Al igual que yo mientras la miraba.

Nos miramos fijamente y quise acercarla a mi pero me contuve. Ella se asustaría y no queria eso. Queria que pudiera confiar en mi.

La acompañe hasta el final de las escaleras pero justo en ese momento llegó mi madre.

Nos miro y dijo que tenia que hablar conmigo. Ya se de que iba todo esto.

Mierda.

Me despedí de Holly y subi al despacho de mi padre.

Cuando entre, ella estaba sentada en el gran sillón de cuero y me miraba fijamente con los dientes apretados.

Me acerque a una de las sillas frente al escritorio y me senté en esta.

-¿Qué estabas haciendo?- su voz era suave pero letal.

Mi madre es de esas personas que dan más miedo por su calma. Nunca pierde los estribos. Nunca grita. Ni siquiera una cabello se sale de su lugar cuando ella se enoja. Tiene una calma asesina que no soporto.

-Estaba bajando las escaleras- dije en tono obvio para molestarla.

Me gustaba hacer enojar a mi madre porque siempre cree que tiene el maldito control de todo.
Nunca nada puede estar mal. Todo tiene que ser perfecto. Incluso yo.

Ella soltó una pequeña risa irónica y sonrio.

-Sabes a lo que me refiero- su voz era totalmente cortante.

Me límite a mirarla fijamente con rabia en los ojos.

No importa lo que dijera el resultado iba a ser el mismo.

-Hijo mio, te lo he dicho mil veces- sonrio falsamente y luego la borró dejando en su lugar un rostro serio y que no daba lugar a contradecirla.

El mismo rostro que dejaba a los jueces y demás abogados sin palabras. El mismo rostro que habia ganado miles de casos y que habia hecho de la señora Morris la mejor abogada de la ciudad.

-No te acerques a esa niña. Tu no perteneces a su mundo. Tu ordenas y ella trabaja. Si les das confianza se aprovechara de ti. Ponla en su lugar. Quiero que ella sepa quien manda. Que no olvide cual es su lugar y a quien debe respeto. Que no olvide que tu no eres su amigo. Ella limpia inodoros y tu trabajaras en una oficina. Fin.

No podia estar hablando así. Esa maldita bruja.

Aprete mis dientes y la miré con odio.

No odiaba a mi madre, solo odiaba ese pensamiento de superioridad. Ese estupido complejo que fue fortaleciendo con el tiempo y que ahora es inquebrantable.

Mi Timida ChicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora