23. Tom.

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Kylie

Ni siquiera yo entendía cómo funcionaba mi relación con Morgan. Eso de estarnos besando repentinamente y sin previo aviso si que me gustaba. Pero eso no implica hacer que nuestra relación funcione, ya no quiero intentarlo. ¿Somos una especie de amigos con derechos?

Llevamos ya una semana en el hotel y ya me quiero ir, el día que conocí a Will, Morgan me habló sobre dónde podríamos vivir.

—¿En qué lugar quieres vivir?—Hablo mientras miraba el control remoto de la televisión.

—¿De Miami?—Tome una palomita del tazón que estaba sobre mis piernas, estábamos sentados en el sofá.

—De cualquier lugar del mundo.—Me miró y sonrió. ¿Esto era en serio?

—Mi vida está en Los Ángeles.

—¿Entonces ahí? Tengo un departamento en New York, una casa en Londres, una mansión en Missisipi y en otras partes. Un departamento realmente genial en París. Cualquier lugar.—Se encogió de hombros.

—Eres realmente rico.—Hable frustrada.

—Mi familia. Además, aún no comienzo como modelo.—Sonrió y volvió si mirada a la televisión.

—Los Ángeles, hay que vivir ahí.—Bese su mejilla y el bufo.

—¿Mansión, casa o departamento?

—¿En serio?

—Si, K. Mamá lo arreglará todo.

—Bien. Departamento.—El asintió y me tendió el control.

—Bien.

—Morgan...—Me miró y yo suspire.

—¿Qué sucede?

—¿Te has acostado con alguien de aquí?

—No responderé a eso.—Me dio la espalda y camino lejos de mi.

—Espera dimelo, no me molestara.

—Si, Ky. En este hotel, en esta semana. Si, lo hice.—Hablo fríamente. Trague el nudo que tenía en mi garganta.

—¿Con cuántas?

—Tengo que hacer una llamada.—Se fue a la pequeña terraza de la habitación.

Y desde ahí, a estado pegado a su celular, evitándome. Aunque eso me daba igual, podía andar con cualquiera siempre cuidando de que no me vieran y Tom ha estado muy coqueto y debo decir que yo aveces correspondo los coqueteos.

Si, lo quiero conmigo ya.
Me di una ducha y depile algunas partes. Lave mis dientes y me seque el cabello con una secadora de Morgan. Resulta gracioso que el traiga y no yo, me puse un conjunto de ropa interior negra con encaje y me cubrí con una bata de seda.

¿Debo ser infiel tan pronto?
«No es un matrimonio verdadero»

El ya lo hizo, ¿por qué yo no?
«Tú no eres el»

Tocaron la puerta varias veces así que tuve que abrir, no sin antes atar mi bata. Me acerqué a abrir y ahí estaba Thomas.
¿Por qué me haces esto dios?

—Señora O'Conner.—Balbuceo al verme de pies a cabeza. Este chico es mi crush supremo.

—¿Sucede algo?—Pregunte y él nunca dejo de ver mis piernas.

—Yo... Señora O'Conner...—Balbuceo y entonces no pude más.

—Llámame Kylie.—Lo tome de la corbata halándolo hacia adentro, cerré la puerta y lo empuje hacia la pared. Creo que soy media sádica.

—¿Qué hace?—Abrió sus lindos ojos miel de forma alarmada al ver mi bata caer al suelo.

—No digas nada.—Sonreí y desate su corbata, tirándola al suelo. El se hizo a un lado.

—Puedo ser despedido, usted está en su luna de miel. No podemos, aunque de verdad lo quiero, de verdad que si. Es tan hermosa y luce como una diosa así.—Sonrió coquetamente.

—Dime de una vez, si no, vete. Solo un momento, verás que no te arrepentirás.—Le guiñe un ojo y él negó con la cabeza.

—Kylie, te deseo pero estás en tu luna de miel, ¿qué haces?

—No es algo que te deba importar.—Rodee su cuello con mis brazos y bese su cuello, hasta llegar a su mandíbula.

—¿Tú lo quieres? Me refiero a... esto.—Murmuro entre un gemido.

—¿Dirás algo?—El sonrió y beso mis labios por primera vez. Sus besos eran dulces y perfectos, como si quisiera que así fuera.

—He venido a hablar sobre su estancia nada más.—Reí y bese sus labios una vez mas. Sonreí al ver que quitaba su saco y su camisa. Mientras el besaba mi cuello y acariciaba mi espalda.

—¿Tienes...?—Murmuró entre besos.

—En la pequeña habitación al lado de la estancia. Vamos ahí.—Me tomo en brazos, a lo que no pude evitar reírme y camino de forma rápida a la habitación y me recostó con cuidado en la cama.

—Condones, Kylie.—Me miró y sonreí señalando el paquete que estaba sobre la mesita de vidrio.

—Rápido.—Dije riendo al ver que no podía abrir el empaque.

—¡Dios mío!—Exclamó riendo y entro al baño.

—Vamos, Tom.—Dije riendo.

—Hey, listo.—Sonrió, mientras salía del baño en bóxers, Dios mío. Este chico es perfecto. Su bronceado es perfecto al igual que su abdomen.
Se lanzó a la cama a mi lado, quedando ambos mirando al techo.

—Siento que somos niños jugando, nunca había reído tanto al momento del sexo.—El soltó una carcajada.

—Lose, me puedo ir.—Se sentó en la cama, me senté a orcadas sobre su regazo, mientras rodeaba su cuello con mis brazos.

—Quédate.—Lo mire a los ojos y bese sus labios con cierta desesperación. Hace tiempo que no tenía sexo con nadie.

—Eres hermosa.—Murmuró entre besos, su mano subió desde mi cintura hasta mi sostén, desabrochandolo.

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