Mis días fueron estar en cama, llorando hasta sentir que no podía más y me quedaba dormida. Esta sensación era como si no tuviera vida, muy a penas probaba bocado y las bolsas bajo mis ojos eran de un tono tan oscuro como el cielo nocturno. No podía evitar llorar al pensar que Morgan acabaría con todo.
A cada segundo recuerdaba a Thomas acercandose a mi y después llegan las lagrimas al verme correspondiendo su beso y me preguntaba, furiosa conmigo misma, ¿por qué seguí su beso? Si amo a Morgan como a mi vida, ¿por qué tendría que corresponder a otro hombre?
Nadie había venido a casa, nadie sabía de esto y aunque no debía, quería a todos los que me aman junto a mi. Una persona como yo no lo merece, no merece nada. Casi dos semanas sin saber de él que fueron una pesadilla hasta el día que volvió. La puerta principal se abrió y sólo por el cachorro, corriendo feliz, supe que era el. Salí de la cama y corrí a mi tocador, frotando con una brocha un poco de corrector para ocultar mis bolsas. Me mire al espejo y pase mis manos entre mi cabello, intentando alisarlo un poco.
-Morgan.-Murmuré al verlo entrar al cuarto, su mirada recorrió mi cuerpo y su cuerpo dejó escapar un suspiro. Se adentró en el armario, sacando una maleta y lanzando su ropa en ella.
No, no, no.
-¿Qué haces?-Pregunte, aún sabiendo lo obvio.
-Me iré, no podemos estar juntos.-Respondió frío, haciendo un hueco en mi corazón.
-Tus papás se preguntaran que ha pasado.
-Me interesa una mierda su opinión. Me iré, así que ahorra tu aliento.
Entonces me derrumbe, literalmente lo hice aunque fuera lo más patético que una mujer podía hacer. Caí en la alfombra, sollozando. Podía vivir sin el, pero no podría seguir sin mi corazón. Su reacción fue rápida, se inclinó hacia mi sin tocarme.
Tocame, pedía mi cuerpo a gritos.
-¿Anda algo mal?-Preguntó, con preocupación en su voz.
-Fui yo quien lo arruinó. Soy yo quien más te necesita. Te fallé y aún así tengo el descaro de sollozar por ti. No busco compasión, mucho menos amor por lástima. Se terminó, pero duele demasiado. No sé que hacer, no puedo buscar una razón exacta de porqué lo hice pero te extrañó. No puedo, no sé como seguir.-Solloce más, mientras cubría mi rostro. Sus firmes brazos me tomaron y me llevaron hacia su cálido cuerpo. Acarició mi cabello, en silencio.
-No hay vuelta atrás, por favor.
-Si no quieres nada más, vete ya.-Con su dedo índice, levantó mi rostro haciendo que lo mirará. Una mueca de compasión apareció en su rostro. Sonrió y beso mis labios.
-No podría dejarte ir, no cuando he sido yo quien te falló desde un principio. Aún duele, estoy destrozado por lo que paso pero...No imagino mi vida sin ti, Ky.-Mis lágrimas se deslizaban sobre mis mejillas, ardientes como el fuego.
No lo merezco.
Me lancé a sus labios, que me recibieron de manera salvaje y desesperada. Me aleje de él unos segundos y sorví mi nariz, me miró sonriendo de manera dulce. Limpio mis lágrimas y besó mi frente.
-Está bien, no me iré jamás.-Mis ojos volvieron a arder por las lágrimas venir, lo bese una vez más mientras desabotonaba su camisa. Quería sentirlo, tocarlo, besarlo y no soltarlo.
-Te amo, Morgan.-Volvió a besar mis labios, acariciando mi cabello con delicadeza. Me quite la gran camisa que cubría mi cuerpo, quedando en ropa interior. El se recosto en la cama y yo me senté sobre su regazo. Quite su camisa y me acerqué a besar su cuello, sintiendo en mi estómago ese zoológico que sólo el me hacía sentir con tan sólo una mirada. Ahora con él encima de mi, listo para entrar en mi: se detuvo.
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One Year
Teen Fiction»Quien diría que tus propios padres te obligarían a casarte con un desconocido a tus solo 22 años. 365 días, 12 meses juntos hasta el "divorcio".