Tom me había traído a los una gran heladería. Sabía mi debilidad por el helado, así que me sentía como una niña en una juguetería. Habían miles de gomitas y chocolates, en un estante. Y en el otro jarabes y en otro todos los helados. Tú los podías preparar, cogí un vaso del tamaño de mi mano, lo llene de nieve de vainilla y le derrame chocolate de HERSHEYs y le puse dos cucharadas de chocolates M&M. Thomas si le puso demasiado, chocolates de todo tipo, mani y entre otras cosas.
—¿Escogí bien?—Hablo rompiendo el silencio al sentarnos en una pequeña mesa para dos, dentro de la heladería.
—Me encanto.—Dije alegre.
—¿Cuándo te vas?
—Uhm.—Vacile un momento.—Hasta que esté listo mi departamento.
—Claro.—Asintió algo decepcionado.
—Puedo venir a verte.—Tome su mano y entrelace nuestro dedos, encima de la mesa.
—Se que solo soy tu capricho, Kylie.—Se safo de mi agarre y concentro su mirada en su helado.
—¿Mi capricho?—Hable confundida.
—Si. Solo me quieres para sexo.
Tiene algo de...razón.
—No. De verdad te aprecio.
—Estas casada, te irás y no se, tal ves, te consigas a otro.
—¿Insinúas que estoy con Morgan por su dinero?—Dije algo ofendida.
—Si no es eso, ¿qué es?—Me miró, firme.
—No te lo puedo decir.—Baje mi mirada a mi helado, que se estaba derritiendo.
—Es eso.—Sonrió cínicamente.
—Fui obligada a casarme con él. Lo amo, es verdad. Pero no como mi esposo, lo quiero como un amigo. En cambio a ti...
—¿Yo qué?—Hablo interrumpiéndome.
—Me gustas, ¿qué hay de malo con eso?—Ambos nos sonrojamos un poco.—Seremos amigos con derechos.
—Yo seré tu joven y sexy amante.—Hablo seductora mente.
Mmm...para que estuviéramos en el hotel, mi amor.
—Kylie yo...—El sonido de un celular nos interrumpió, era el mío.
Morgan.
—Lo siento, Thomas. Tengo que contestar.—Me puse de pie y camine lejos de él.
—¿Dónde estás?—Hablo serio.
Estaba molesto.
—En una heladería.
—Prepara tus maletas cuando llegues, nos vamos mañana.
—¿Mañana? ¿Tan rápido?
—¿Qué? ¿No has cogido lo suficiente con el recepcionista?—Río amargamente. Sentí un dolor en mi pecho.
¿Cómo reaccionaba así conmigo?
Yo ni siquiera le tome importancia a lo suyo.—No me hables de esa manera.—Gruñí moleta.
—Dale un buen polvo y regresa ra...—Corte la llamada y suspire. Mis ojos picaban, mis lagrimas querían salir pero no lo harían. Yo no puedo llorar por alguien como él.
—Estúpido.—Murmuré mientras caminaba hacia la mesa de Thomas.
—Kylie, ¿pasa algo?—Me miró preocupado, mire sus labios por unos segundos. Tenía la comisura de los labios llenos de chocolate, a lo cual no pude evitar reírme.
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One Year
Teen Fiction»Quien diría que tus propios padres te obligarían a casarte con un desconocido a tus solo 22 años. 365 días, 12 meses juntos hasta el "divorcio".