27. ¡Increible!

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Desperté a las 8 de la mañana. Me di una ducha y me vestí. Maquillándome al natural; polvo, labial y con mis pestañas rizadas.

Seque mi cabello y lo cepille. Guarde todo y me acerqué a Thomas, que dormía tranquilamente en la cama, con la sabana tapando hasta su cintura. Dejando ver sus pectorales. Levantando mi mano, acaricio su mejilla, y pasó mis uñas al rededor de su mentón. Abre sus ojos para mirarme, cerrándolos de nuevo y exhala, inclinando su rostro en mi toque.

Se inclina lentamente y mis labios automáticamente se alzan para encontrar los suyos. Se cierne sobre mi.

—No te vayas.—Murmura. Siento un dolor en mi pecho.

—Tengo que Thomas.

—Lose.

—Te voy a extrañar demasiado.—Trago el nudo de mi garganta.

—No más que yo.—Medio sonríe y se sienta en la cama, recargando su cabeza en el respaldo de la cama.

—Tengo que irme ahora, te quiero.

—No es un adiós. Te quiero.—Besa mis labios con desesperación, me deja y me mira a los ojos.

—Nos vemos, Thomas.—Me pongo de pie y tomo mi bolso, junto a mí iPhone. Al llegar a la habitación, hay un hombre de pie junto a la puerta, de traje negro, de seguridad. Me mira y se acerca a mi.

—¿Dónde está mi esposo?—Pregunto de inmediato.

—Lo sentimos, Señora O'Conner pero su esposo a tenido que volar de urgencia a Europa.

—¿Europa?—Abrí mis ojos sorprendida.

—Me han dicho eso, tiene que venir conmigo para llevarla al avión.—Mi equipaje ya lo tenía, eso me dijo. Subí a un camaro gris. Al llegar a la pista, antes de bajar le hable;

—¿Sabe a qué fue?

—Solo me han informado de eso, con su permiso.

—Propio.—Murmuré y el bajo, para abrir mi puerta.

¿Morgan a Europa?
¿A qué rayos iría?

Me indicaron que subiera al avión.
Subí y me senté en un asiento de cuero, café. Me puse en cinturón y observe el avión. Tiene más de 6 asientos, muy espaciosos. Con alfombras de piel. Suaves y el baño luce grande. Suspire aliviada. Mientras rezaba por qué este avión no cayese algún momento. Sentí mi mano vibrar, baje la mirada a mi iPhone. Un mensaje de Morgan.


Morgan💋
«Al fin me hablaron. Tengo que ir a una sesión de fotos con la mujer que te mencione. Lamento haberme ido así»
9:31 AM

Yo:
«¿Por qué no me llamaste?»
9:35 AM

Morgan💋
«Llega a mi casa. Mi madre te dará las llaves.»
9:41 AM

Ya no le respondí.

—Buenos días, señora O'Conner. Hoy seré su azafata, mi nombre es Caroline.—La chica salió del baño. Su cabello castaño está en un moño y viste una falda azul marino con un chaleco al junto. Sus ojos son color avellana, claros y grandes. Aparenta unos 25 a lo menos.

—Buenos días. ¿Qué edad tienes?

—25, señora.—Me sonrió, seguía de pie frente a mi.

—Llámame, Kylie. Soy menor que tú.—Sonreí y ella asintió.

—Merrick despegara en 3 minutos. ¿Desea algo? ¿Una manta? ¿Comida?

—¿Cuánto dura el viaje?

—Lo máximo tres horas.

—Una manta.—Ella asintió y fue por ella, era delgada pero suave, blanca. Me cubrí y observe por la ventana, quedándome dormida.

—Hemos llegado, despierte.—Murmuró una mujer, abrí mis ojos y bostece. Caroline me miraba.

—¿Qué pasa?—Hable con voz ronca.

—Hemos llegado.—Me sonríe dulcemente. Asiento y me pongo de pie, estirándome.—Suba al coche que la espera, su equipaje ya está listo.—Camino hacia las escaleras y bajo, sintiendo el calor en mi, el clima que amo. Me acerco hacia un Mustang negro, con ventanas oscuras. Entro y me pongo el cinturón. Llegamos a la casa de los O'Conner, el chofer me dijo que bajara y eso hice.

—Buenas tardes, Kylie.—Me sonríe, Marissa, la abrazo y me indica que entre. La rubia baja las escaleras junto a la chica de puntas rosadas.

—¡Kylie!—Chilla y me abraza.

—Manely, te extrañe.—Le sonreí y ella solo soltó una risita.

—Causó esa sensación en las personas.

—Vamos a ver el departamento.—Habla con entusiasmo, la madre de Morgan. Subimos al coche que nos trajo y 15 minutos después, llegamos. Un edificio, es increíble. Tiene cuadros salidos, unos encima de otros. Vaya imaginación. Todo es blanco y negro. Entramos y enseguida nos metimos dentro del elevador. Llegamos hasta el último piso. Nos acercamos al departamento 6, una puerta negra de madera. Metió la llave en la cerradura y se abrió. La cocina fue lo primero que vi, el suelo de madera. La barra era de la base de madera y de encima igual, pero más oscuro. La mesa, era negra de vidrio y con lámparas colgando desde arriba, había una habitación cerca. Me metí y observe por completo. Una gran pantalla colgando de la pared, junto a la puerta de cristal. Me senté en la cama, demasiado suave y amplia.

¿Acaso dormiremos juntos?

El baño era bastante amplio. Una ducha con paredes de vidrio, completamente visible si te duchas. Junto a una tina, con base de mármol oscuro. Salí y corrí hacia la otra habitación. Un cuarto con fotografías de hombres, rostros. No conocidos por mi. La cama era amplia pero sencilla con una pared hecha de ladrillo y el suelo tapizado co una alfombra suave. Había una habitación al frente, las paredes son de un dulce violeta con su propio baño y un gran armario, una cama individual, todo a conjunto de los colores. No había notado la sala, que estaba entrando. Dos sofas grandes, blancos y uno pequeño. Con cojines grises, negros y a rayas. Después de haber visto mi hermoso, departamento. Fui con Rebecca y Manely, que estaban sentadas en la barra platicando.

—Es hermoso. Es demasiado elegante y el diseño del edificio, es fascinante.—hable sin ocultar mi entusiasmo.

—Me alegra que te guste, Morgan eligió todo, con ayuda mía.—Sonrió la mujer.

—Morgan nos dijo que volvería dentro de una semana, tal vez más.—Manely hizo una mueca y yo asentí. Decepcionada.

—Marissa es tuya. Morgan luchó con garras por Marissa, la ama realmente.—Sonrió dulcemente Rebecca.

—¿Necesito ir por cosas al mercado?

—Marissa se encargó de llenar todo, absolutamente todo. Así que no te preocupes, tenemos que irnos.—Hablo Rebecca mirando a Manely, ella salió y Manley me abrazo.

—Tienes un Audi. Las llaves son estas.—Me las tendió en mi mano, junto a otras.—Y esas las departamento. Tienen cable, internet, teléfono, Netflix. Incluso un Xbox One.—Agregó con diversión.

—Así no me sentiré tan sola.—Sonreí levemente.

—Puedo venir a quedarme.—Se encogió de hombros.

—Yo te llamo.—Le sonreí.

—Esta bien, Chao.—Beso mi mejilla y salió corriendo, tratando de seguir el paso de su madre. El hombre que me trajo, subió y trajo todas las maletas. Dejándolos en la sala.

¿Qué voy a hacer sin Morgan?
Sin MO.

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Aquí empieza lo buenooooo
¡Gracias por leer!

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