Hace una semana que llegue a mi departamento.
Una semana sin Morgan.
Una semana sin salir.
Una semana sin beber.
Una semana sin sexo.
Una semana, larga.Una semana viendo las temporadas de American Horror Story y comiendo lo que compro Marissa.
Esa puerta.
Hay una puerta de madera, cerrada con llave.¿Su cuarto de juegos?
Si, estuve leyendo las 50 sombras de Grey.
Marissa no me ha querido dar la llave, ya que es algo privado de Morgan. Lo cual me molesta y hace que mi curiosidad aumente más.
Me había dado una ducha, poniéndome una camisa negra de manga larga y unos pantalones de pijama negros. Dejando mi cabello algo húmedo. Era tarde, las 7 o 8. Tan solo espero que me llame Morfeo.
Estoy buscando algo en la nevera, por antojo. El timbre sonó, me acerqué y mire por el hoyo (el que tiene la puerta, por donde miran quien toca, idk, sorry)
¡Las chicas!
Abrí y todas me recibieron en un gran abrazo.La morena de cabello rizado, Danielle.
La pelirroja de ojos verdes, Emily.
La rubia oxigenada de Nicole.
Mi amiga castaña de ojos grises, Sue.
¡Manely!
—¡Perdida!—Gritaron al unísono.
—¿Qué hacen aquí?
—No contestas tus llamadas, ¿has tenido tu iPhone en modo avión?
—Si.—Me sonroje apenada.
—¿Es por Morgan?—Manely me miró y yo me encogí de hombros.—Regresa mañana.
—¿Ya mañana?—Pregunte emocionada. Ella asintió sonriendo.
—Hay que salir de fiesta, ¿nos vamos a algún club?—Sue me da un leve empujó con su hombro.
—Ya veo porque están tan lindas.—Les sonrió.
—¿Qué dices?—Pregunto Danielle, refiriéndose al club.
—¿Me esperarán?
—Tienes mucha comida, claro.—Nicole me sonrió y todas rieron. Me cambie de ropa, ya que ya me había dado una ducha. Me vestí con un vestido negro sin mangas hasta la cintura, de la cintura hasta la mitad de mis muslos amarillo. Busco mis tacones negros en el armario, todos mis tacones acomodados en una repisa, un armario genial.
Se basaron en el de Sex at the city 2.
Nicole viene y me ayuda a rizar mi cabello, en tan solo 15 minutos. Me maquillo y tomo mi bolso negro con correa de cadena dorada.
Nos fuimos en el auto de Manely, llegamos al club. Pidiendo chupitos. Nos sentamos en una mesa, redonda, con un asiento de cuero.
—El chico de allá no deja de mirarte.—Me murmura Emily, que viste un vestido azul, idéntico al mío pero completamente azul mientras que su cabello está tan solo ondulado. Vuelvo mi vista a la barra, donde sirven las bebidas.
Un chico de ojos marrones y lindo cabello me mira, al cruzar miradas me sonríe. Vaya que es tierno sonriendo. Viste unos vaqueros negros rotos y una camisa negra junto a su chaqueta. Rebelde y tierno.
Pero es lamentable que Manely esté aquí.
—Quiero una cerveza, ¿quién va?—Emily me lanza una mirada cómplice.
—Yo iré.—Murmuró.
—Manely, necesito que me acompañes al baño.
—Oh, bien.—Murmura confundida y se pone de pie, siguiendo a Emily. Me pongo de pie y aliso mi vestido, caminando hacia el chico de linda sonrisa.
—Hola.—Me sonríe y sus ojos se arrugan, su sonrisa se parece a la de...Morgan.
Oh, Morgan
cuánto te extraño.«Olvídalo por ahora» Habla mi subconsciente.
—Hola.—Le sonrió, mostrando mis dientes.
—Shawn, ¿y tú nombre?
—Kylie.—Elevó mi voz ya que la música no me deja escuchar.
—Te ves hermosa.
—Oh, gracias.—Le sonrió tímidamente, sonrojada. Llamo al barman, evitando que vea mi sonrojo.
—¿Si, señorita?—Es un hombre de unos cuarenta años con cabello color jengibre, con su chalequin azul y su moño como uniforme.
—Tres cervezas.—El asiente energéticamente y va por ellas. Shawn se acerca y murmura cosas en mi oído, haciéndome cosquillas.
—¿No quisieras ir a algún lugar más tranquilo?
Sí que quiero.
Su fuerte y firme brazo, me rodea la cintura. Muerde el lóbulo de mi oreja y ríe tímidamente.
Tímido ahora, vaya.
—Será otro día, muñeca.—Me gira y me atrae hacia el, plantando un beso en mis labios, jalando con fuerza mi labio inferior. Se separa de mí y me guiña un ojo, caminando hacia la pista de baile perdiéndose entre la gente. Hace minutos me habían entregado las cervezas. Doy una rápida mirada hacia nuestra mesa y apenas van regresando las chicas. Suspiró aliviada y tomo las cervezas, dirigiéndome a nuestra mesa.
¿Estoy siendo infiel a Morgan?
¿O a Thomas?Mi chico risueño,
también lo he extrañado.Tantas cosas buenas que no merezco.
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One Year
Teen Fiction»Quien diría que tus propios padres te obligarían a casarte con un desconocido a tus solo 22 años. 365 días, 12 meses juntos hasta el "divorcio".