Fuimos a un lugar bastante alejado de lo que sería la ciudad, donde acostumbro ir. He viajado porque amo hacerlo, pero nunca pasé por este lugar. Dobló en un estrecho camino de tierra y condujo por unos metros más.
Abrió la puerta del acompañante y estiró su mano en busca de la mía. La tomé y salí del auto. Lo miré un poco sorprendida, nunca me habían hecho eso y no lo esperaba de él.
Subimos una escalera de cuatro escalones tomados de las manos, y paramos frente a una puerta de madera, puso la llave en la cerradura y la giró dos veces. Entramos a un largo living seguido de un comedor separados por sólo un barandal de madera. Abrió todas las ventanas del lugar, las paredes color bordó se aclararon levemente. Prendió unas innecesarias luces y se sentó en el sofá color negro del living. Se acomodó el cabello y palmeó el sillón dos veces invitándome a sentarme.
-Es muy lindo.-sonreí y me senté donde indicó segundos atrás.
-Era de mi padre.-había fallecido unos años atrás, quizá esa fue la razón por la cual cambió su forma de comportarse y se convirtió en el "chico malo" que sólo aparentaba ser.
Pasó su brazo izquierdo por mis hombros y me acercó a él, quedé apoyada en su pecho. Me levanté de repente al notar que estaba a punto de dormirme de nuevo.
-Hablemos, no quiero dormir.-
-Tus deseos son órdenes.-
-Me vas a contestar? A la pregunta que te hice?.-
-Sí, sólo no sé cómo.-peinó su cabello hacia atrás y tiró de las puntas.
-Como te sea más fácil.-
Se acercó a mí y me besó, puso sus manos en mi cuello y me acercó aún más. Su cuerpo se alejó, pero sus manos no me soltaron, y sus labios tampoco. Nos separamos en busca de aire, abrí los ojos y noté que estaba sentada sobre él con una pierna a cada lado de su cadera.
-Para.-dije entre respiraciones agitadas. Miré sus labios y luego sus ojos, aún estábamos tan cerca que nuestras entre cortadas y muy agitadas respiraciones se cruzaban. Me miró a los ojos, desvié mi vista para observar sus rosados y carnosos labios que se encontraban algo separados. Volví a mirar sus ojos y ya no miraba los míos, estaban enfocados en mis labios. Me acerqué y lo volví a besar, tomé el labio de arriba entre los míos y el de abajo lo tomé entre mis dientes, tiré levemente y solté. Me apretó más a él, sus manos estaban en mi trasero. Nos volvimos a besar, esta vez fue él quien me mordió el labio inferior, gemí en respuesta; me había dolido. Pasó su lengua por el lugar, esa acción me hizo olvidar el dolor. Puse mis manos en su nuca y me acomodé sobre él. Quiso alejarse pero no se lo permití acercando su cara a la mía con mis manos.
Había algo de lo que quería hablar, pero no lo recuerdo ni quiero hacerlo. Puso sus brazos en mi cadera abrazándome, se levantó del sofá y comenzó a caminar. Con su brazo izquierdo abrió una puerta y, luego de unos pasos, otra. Levantó su rodilla apoyándola en algo, nuestros labios no se separaban todavía. Me soltó en la cama y se posicionó sobre mí. Besó mis labios cortamente y bajó a mi cuello. Continuó bajando pero se topó con mi remera, la quitó en un movimiento y siguió con su trabajo. No quería que parara, pero sabía que debía hacerlo. Esto no podía llegar más lejos, no debería. Sus labios taparon los míos justo cuando estaba a punto de hablar. Dejó caer su cadera sobre la mía, se movió levemente contra mí, una y otra vez acelerando la velocidad. Se quitó la remera y acercó su torso al mío. Sentía los abdominales trabarse con cada respiración que daba. Desabotonó el primer botón del short y metió sus manos en él, agarrando mi cadera. Acarició el lugar y besó mi pera. Puse mis manos en su espalda y pellizqué y rasguñé el lugar. Nos di la vuelta, me acerqué a su cuello y besé y succioné el lugar, me alejé y podía ver el lugar levemente colorado. Repetí la acción un poco más abajo y después del otro lado, ahí quedó más rojo y más grande, ese sería mucho más notorio. Me quitó mi pequeño short y yo lo ayudé a quitarse su largo pantalón negro. Se levantó, tomó mi muñeca y tiró de ella. Me acomodó sobre su creciente erección, tomándome de mi cadera. Me movió en ella repetidas veces. Se levantó, con una de sus manos mantuvo el peso de su cuerpo y con la otra me agarró de la cadera, me movió como el quería. Estábamos los dos en ropa interior, su erección en mi entre pierna moviéndose de arriba abajo y de derecha a izquierda. La dureza de su polla me estaba volviendo loca, quería sentirlo dentro mío aunque no lo habría dicho en voz alta. Quería que se corriera en mí, gritar su nombre de tanto placer, su pecho desnudo chocando con el mío. Mi vista se nubló y volvió blanca, cerré los ojos fuertemente e intenté recuperar el aliento.
