Ya es lunes y estamos a unos kilómetros de la ciudad. Realmente no quiero llegar a casa, pero es algo que ya no puedo evitar.
Los minutos pasaron rápido, y antes que pueda darme cuenta, ya estaba bajando del auto con Harry a mi lado. Él se ocupó de bajar todo del auto y subirlo a mi pieza. Nos acostamos en mi cama y permanecimos abrazados. Son 5:30 p.m y ésta es nuestra última tarde juntos, esto es todo cuanto planeamos hacer en el día; aprovecharlo al máximo, juntos.
Desperté aproximadamente dos horas después por las caricias de Harry en mi mejilla y cuello, no recordaba estar tan cansada. Sonreí, me acerqué a él y lo abracé, demandando lo que no podía tener; despertar a su lado cada día de mi vida. Respondió al abrazo al instante, plantó pequeños besos en mi frente y mejilla, y habló en mi oído.
-Te quiero, Allison, con mi vida.-me aferré más a él y él respondió abrazándome más fuerte.
Quisiera que no se tuviera que ir, quisiera tener más tiempo con él, poder acompañarlo al menos. Despertar a su lado todas las mañanas, dormirme escuchando su respiración en mi oído y sus latidos en mi pecho, su mano pasando por mi pelo, o la yema de sus dedos acariciando a lo largo de mi espalda, mi cuello, mi panza o mis brazos.
Por un momento me sentí egoísta, pero supongo que eso pasa cuando el hombre que amas se va lejos de ti. Ni siquiera sabía cómo parecer relajada mañana cuando él esté arrastrando su maleta por la puerta.
Un suspiro tembloroso se escapó de mis labios y cerré mis ojos con fuerza, no quería que Harry se preocupara por mí, tampoco quería ser una carga para él cuando suba al avión; pero demonios, dolía tan fuerte tener que verlo partir lejos de mí, por tanto tiempo.
