Amy comenzaba a enfadarse, ya había terminado la clase de literatura y perdí la clase de historia, cosa que agradezco, era hora del receso, pero no quería irme por obvias razones, podían llamarme en cualquier momento, si me iba y ellos salían y yo no estaba se enojarían más y quien sabe que castigo me pondrían.
Tenía los nervios de punta, me arrepentí de haber puesto la nota en su casillero, pero ya no podía hacer nada, a esta hora ya la habría leído y ya estaría buscándome o yo que sé, lo vi corriendo en mi dirección con el papel en la mano, era obvio, ya lo había leído.
- Necesito tu ayuda-. Dijo con voz agitada.
- ¿Que ocurre?-. Pregunte confundida.
- Necesito que me ayudes a encontrar a la responsable de esto-. Dijo entregándome el papel.
Era obvio, ¿no?...
La desdoblé aún sabiendo que era mi nota.
- Es simple, solo recuerda a quien ayudaste-. Dije con una risita nerviosa.
- Ese es el problema-. Dijo sentándose a mi lado.- He ayudado a más de una chica hoy.
Me quede callada, o mi suerte era pésima o el destino me odiaba o cupido me deseaba la muerte más dolorosa y deseaba que me enterraran sola y como dijo Alice, que muriera sola.
- Vaya...-. Dije apretando los labios.- Ese si que es un problema.
La puerta de la dirección al fin se abrió, me puse de pie y vi a mis padres que me miraban preocupados.
- ¿Que ocurre?-. Pregunte.- ¿Cual es mi castigo?
- Ayudaras en la biblioteca por una semana...-. Dijeron sin preocuparse.
- ¿Por qué tan poco?-. Pregunte con curiosidad.
- Pues, el profesor dijo que tu no lo provocaste-. Dijeron confundidos.- ¿Tu lo provocaste?
- ¡No!-. Respondí rápidamente.- Pero yo di el primer golpe, para defenderme, claro.
- Ya, te creemos-. Dijo mi mamá.- Te quedas desde hoy.
Puse los ojos en blanco, desvié mi mirada hacía la oficina, el profesor me miraba con una leve sonrisa, me dio miedo, se que ya no soy una niña chiquita, pero de verdad, de verdad me da miedo que ese profesor tenga malas intenciones.
- Nos vamos-. Dijo Peter.
Amy se puso de pie y dio unas cuantas palmadas, se alejaron en el pasillo y me quede como estúpida, recogí mi mochila de la banca y caminé hasta los casilleros, me deshice de los libros que tenía y puse las siguientes cuatro materias.
Matemáticas, cultura, lengua y artes visuales.
Algo bueno, no tenía libro de cultura, ni de artes.
Me llevé la mochila a la espalda y caminé por el corredor, me dirigí al aula 3 para la clase de matemáticas, la profesora ya estaba en el aula aunque aún no sonara la campana que daba fin al receso.
- Buenas tardes-. Dije adentrándome en el aula.
- Buenas tardes...-. Alargó para que le dijera mi nombre.
- Becca-. Dije con una sonrisa.
- ¿La chica nueva?-. Preguntó alzando las cejas.
Asentí, me senté en el medio al lado de la ventana que me daba vista al jardín donde había estudiantes sentados en bancas, otros sobre el césped y unos cuantos recargados en los árboles.
- ¿Que carrera piensas tomar Becca?-. Preguntó la profesora sacándome de mis pensamientos.
- Diseño de interiores-. Dije con una sonrisa.
- Buena elección, tengo a varios arquitectos aquí...-. Dijo con una sonrisa.
Me sonroje al recordar que Chris quería estudiar eso, no sé si habrá cambiado de opinión.
Mi teléfono comenzó a sonar, me paré y lo busqué en la mochila, lo saqué y avancé por el aula.
- Con permiso-. Dije frente a la profesora que simplemente asintió.
Salí del aula y miré la pantalla del teléfono, era Alice, puse los ojos en blanco y contesté la llamada.
- ¿Que ocurre?-. Pregunté.
- Chris quiere ponerse en contacto contigo-. Dijo con voz agitada.
- ¿Estabas corriendo?-. Pregunte con el ceño fruncido.
- ¡Ese no es el punto!-. Gritó al otro lado de la línea.- Quiere hablar contigo, me encontro en facebook y te eliminé de mis amigos para que no se enterara.
- Gracias por eso-. Dije por lo último.- ¿Que le dijiste, sobre mí?
- Le dije que nos habíamos enojado, que no sabía nada de ti y que no sabía si tenías redes sociales ni tu número-. Dijo rápidamente.
- Gracias-. Dije de nuevo.
- ¿Que harás si se entera?-. Pregunta.
- N...no... no sé-. Dije nerviosa.
La campana sonó.
- Me debo ir, te llamo después-. Dije entrando en el aula.
Me senté en mi lugar y no me podía concentrar en matemáticas.
La campana sonó y las siguientes clases pasaron igual, no me podía concentrar en ninguna materia y no podía pensar, finalmente las clases se terminaron, pero no para mi, todavía me tenía que quedar dos horas en la biblioteca de la escuela, salí del taller de artes visuales y caminé hasta los casilleros para dejas los libros, nuevamente comencé a caminar a la puerta, me detuve frente a las escaleras que bajaban a la biblioteca y nerviosa, comencé a bajar las escaleras, unos chicos y chicas comenzaron a bajarlas corriendo entre risas y juegos, aquello hizo que brincara del susto.
- Rápido, no quiero llegar tarde-. Gritó una de las chicas.
Termine de bajar los últimos escalones, había estantes llenos de libros en todos lados, en el frente cada estante tenía hojas de color que indicaba el tipo de texto (poesía, misterio, romance, asesinatos, cultura, noticias, escolares), los chicos se sentaron en las mesas que había frente a los estantes y el profesor de literatura apareció con una sonrisa.
- Rebeca, que bien que llegas-. Dijo con una sonrisa.
Las miradas de las siete personas que estaban allí estaban sobre mi.
- Acompáñanos-. Dijo alzando los brazos.
Nerviosa avancé hasta ellos, me puse a lado del profesor esperando a que me dijera que hacer.
- Serás mi asistente en esta semana-. Dijo con una sonrisa que mostraba sus perfectos dientes.
No entendí, estaba confundida ¿asistente? ¿asistente de que?
- Anda ya Paul, ¿que haremos hoy?-. Preguntó una chica.
- Jugaremos-. Dijo sentándose sobre la mesa.- Como siempre... y hoy, tenemos una nueva invitada.
Tenía miedo, tenía miedo, mi sangre se congelaba, ¿que era esto?
ESTÁS LEYENDO
Cartas anónimas
Teen FictionChristopher y Rebeca, mejores amigos por tres años, se conocieron cuando tuvieron nueve y por problemas se separaron a los doce. Rebeca no tuvo la oportunidad de decirle que lo amaba, apenas eran niños sin conocer el amor y se dio cuenta de que lo a...