No se iba...
Chris no se iba...
Maldito karma que aparece cuando le da la gana...
Me baje de la barra de los lavamanos, la desesperación comenzaba a correr por mis venas y lo único que se veía posible de lograr era llevarme las manos al cabello para intentar alejar tanta desesperación, la tensión aumentaba, Chris seguía tocando la puerta, no me veía decidida a abrirla. No podía, era una cobarde... ¿que se puede esperar de alguien como yo?
- Rebeca-. Llamó por segunda vez.- Se que estás ahí...
Miré en dirección a la puerta ¿que se supone que significaba aquello? ¿debería estar contenta? ¿si me llamo Rebeca es que aún no lee la carta? Dudas, dudas y dudas y ninguna maldita respuesta.
- Solo quiero hablar-. Escuché.
Puse los ojos en blanco, habíamos estado hablando en mi habitación, preguntó por Amy, no le respondí, se enojó, se largó, ¿era ahora mi problema?
- Rebeca-. Insistió.
Deje la mochila en la barra, estúpida, era mi única arma de defensa y la dejaba en la barra. Era verdad, una vez un idiota quiso levantarme la falta y se llevo la cara plana gracias a la preciada mochila. ¡Alabadas sean las mochilas!
Tome un respiro y intenté ordenar mi cabello, me plante con todo el valor que tuve frente a la puerta, tome quite el seguro, tome el cerrojo y abrí.
Christopher me atrapó en sus brazos, era un abrazo que ni siquiera esperaba, de mi garganta no salió ni un solo sonido. Solo me dejé envolver por aquel abrazo.
- Me iré-. Murmuró.
Y listo... era como si su boca fuera una pistola y aquellas palabras las balas, estaba más que claro, aún no leía la carta y lo más probable era que la leería demasiado tarde, eso o, o simplemente ya no quería estar cerca de mi. Por lo que solo me quedaba una opción, decirle.
- Chris...
Chris puso su dedo indice en mis labios, señal de que me debía callar, así lo hice, aguarde.
- No me quería ir sin arreglar las cosas contigo-. Murmuró.
- Pero si...
Chris me miró en plan "déjame terminar". Sin saber que más hacer volví a callar.
- No quería que me detestaras de por vida.
No entendía, no entendía ni una sola frase que salía de sus labios, estaba más preocupada por la carta que estaba en su mochila que por lo que decía.
- Yo no te odio-. Confesé.
Chris me fulminó con la mirada, al parecer comenzaba a perder la paciencia...
¡Pero me estaba reclamando algo que ni siquiera era cierto! ¿que podía esperar?
- Pero por lo que dije aquella tarde en tu habitación-. Puntualizó.
- Chris-. Interrumpí.
- Rebeca, lo siento-. Finalizó.
- ¿Que?-. Pregunté confundida.- ¿Por qué? Chris no tienes la culpa de nada...
- Si-. Interrumpió.- Fue mi culpa por no aclarar las cosas desde un principio.
Me volteé para verlo, podría asegurar que mi expresión mostraba total confusión.
- Rebeca-. Agregó.- Cuando dije que me gustabas estaba confundido, lo lamento.
Desvié la mirada, no quería escuchar aquellas palabras, era como si estuviera leyendo un libro que ya había leído, no te quiero, quiero a otra chica, era simple ¿por qué los hombres no podían ahorrarnos esta parte?
- Y la chica que me gusta no esta en este continente...
No necesitaba escuchar más, lo que él no sabía era que yo soy esa chica, lo cual significa que si yo no le gusto, Becca tampoco lo hará.
Asentí y lo alejé con el brazo, tome la mochila.
- Un placer conocerte...-. Dije desde la puerta.
Chris asintió, era así como quería recordarlo, tranquilo, con media sonrisa. Salí del baño y camine por el pasillo, no quería entrar a las otras clases por lo que me vi dispuesta a bajar a la biblioteca.
Esperaba encontrar a alguien allí, alguien en especial y alguien en quien podía confiar.
Paul...
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Cartas anónimas
Teen FictionChristopher y Rebeca, mejores amigos por tres años, se conocieron cuando tuvieron nueve y por problemas se separaron a los doce. Rebeca no tuvo la oportunidad de decirle que lo amaba, apenas eran niños sin conocer el amor y se dio cuenta de que lo a...