Capítulo 25

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- Rebeca...-. Dijo Paul poniéndose de pie.- ¿En que puedo ayud..?

- Necesito un favor-. Interrumpí.

-  Pues, si quieres matar a alguien... lamento decirlo pero no podré ayudarte-. Bromeó.

Pero ni siquiera estaba de humor para reír, mi corazón latía con tanta fuerza que creía que perforaría mi piel y saldría de mi pecho. Paul pareció notar que esto era serio porque se sentó y me hizo un gesto para que hiciera lo mismo.

- ¿Y bien?-. Preguntó.- ¿Que ocurre?

Mi cerebro comenzó a buscar todas las explicaciones que tendría que darle, pero no tenía tiempo, por lo que busco una simple pregunta.

- ¿Recuerdas mi escrito?-. Murmuré.- ¿El que era demasiado personal?

Paul asintió, me mordí el labio, mi corazón latía con más fuerza.

- Si... era muy personal, y lo escribí porque era en lo único que podía pensar.- Confesé.- Y solo pensaba en aquello porque era justo lo que estaba ocurriendo...

Paul alzó la mano y entrecerró los ojos para procesar la información que le acababa de dar.

- ¿Por qué habrías de sentirte así?-. Preguntó.

¡He allí! ¡la pregunta del millón!

- Porque Chris es el chico del escrito, es el chico que no me reconoce y que no se da cuenta de quien soy-. Dije bajando la cabeza

Paul me miró sorprendido; no lo culpo, aquello parecía ser una serie de drama. 

- ¿Lo sabe él?-. Preguntó.

Negué con la cabeza; había intentado decirle a Chris quien era, pero nunca lograba pronunciar algo.

- ¿Y que esperas Rebeca?-. Preguntó.

- Es que no es tan fácil, lo he intentado pero mil veces ha salido mal...-. Confesé.

- Rebeca, se irá-. Anunció.- Y lo más probable es que no regrese.

- ¡Ya lo se!-. Grité desesperada.

Me llevé las manos a la cara, sentía que las lágrimas comenzarían a brotar de mis ojos.

- Pero he tratado de decírselo y nunca funciona...le deje una nota y al parecer no la ha leído.

- ¿Y a qué esperas?-. Preguntó.- Ve y díselo antes de que sea tarde, antes de que se vaya.

- ¿Me vas a dejar terminar?-. Pregunté molesta.

Paul me miró, levanto las manos rendido y guardo silencio.

- Ahí esta el problema, resulta que Chris ama a la Becca que el conocía a la que se supone esta en Madrid, pero yo soy ella y si no me ama... ¿que significa eso?-. Terminé.

- Que estas jodida...-. Murmuró.

¿Gracias?  

Deje caer mi cabeza contra la madera.

- Supongo que debería dejarlo ir...-. Comenté. 

Paul no respondió, pero la respuesta era obvia, si Chris no me quería no lo podría mantener a mi lado, escuché pasos acercarse. Eso o era Paul que se iba.

- ¡Becca!-. Gritaron a mis espaldas.

Me incorporé de inmediato para encontrarme con Charles que estaba agitado.

- Chris se esta yendo-. Apuntó con respiración entrecortada.

Recordé que tenía que recuperar la carta, ya era tiempo de que cada uno siguiera con su vida, era tiempo de dejar a Chris vivir su vida y era tiempo de vivir la mía.

Asentí, aunque no haría lo que se supone que haría, corrí escaleras arriba y al llegar al pasillo choqué con alguien.

- Perdón...-. Dijo ese alguien.

Levanté la mirada para encararme con ese alguien, era Chris, esboce una leve sonrisa al igual que él.

- ¿Tan rápido te vas?-. Pregunté.

- Si, el vuelo es en tres horas-. Anunció.

Asentí, Chris me abrazó y después se aparto y lo vi alejarse hasta desaparecer por la puerta principal. Caí en cuenta de que tenía que recuperar la carta, por lo que hice lo mismo.



- ¿Ya se fue?-. Pregunté a Amy que me miró desde el umbral de la puerta con el ceño fruncido.

- ¿que haces tu...?

- ¿Ya se fue?-. Repetí.

- ¿Quien?-. Preguntó confundida.

- ¡Chris!-. Espeté molesta.

- Acaba de llegar-. Confesó.

La aparté a un lado para poder pasar a la casa, no me detuve a darle explicaciones, corrí inmediatamente a mi habitación. Abrí el balcón y me subí al árbol dispuesta a avanzar hasta la habitación de Chris, no fue muy difícil, no se porque a Amy le fue tan complicado, afortunadamente la ventana estaba abierta y Chris no estaba en su habitación, la mochila estaba sobre la cama, me facilitaba más las cosas, saqué el libro de Mary, Mary y la nota que había dejado hasta hace unas cuantas horas. Escuché pasos, supe de inmediato que era hora de irme, deje el libro y cerré la mochila, me acerque hasta la ventana con paso lento para no hacer ruido, puse mi pie en el marco de la ventana, los pasos se detuvieron, guarde silencio, entonces sentí un dolor demasiado fuerte, me mordí el labio para no gritar, la ventana era una de esas que subían y bajaban, por lo que mi pierna ahora estaba entre el marco de la ventana y la ventana, sostuve la ventana como pude, los pasos volvieron, hice una mueca, puse todas mis fuerzas para levantar la ventana y liberar mi pierna, pero todos mis fallidos intentos parecían inútiles, los pasos estaban más cerca, sería mi fin. Al fin pude levantar la ventana, salí disparada hasta el suelo y la ventana se cerró con un fuerte golpe. 

Mierda

Me deje rodar hasta quedar bajo la cama, no se me ocurrió nada más inteligente, tenía que ser bajo la cama. 

Doble mierda







Cartas anónimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora