Escritos que te hacen un nudo en la garganta

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Estoy aquí, ¿no lo puedes ver? ¿no me puedes reconocer después de tres largos años de amistad?, te he visto, te he escuchado, te he hecho enojar, te estoy viendo ahora que estas frustrado sin encontrar a una chica. Una chica que tienes delante de tus ojos; ¿acaso todos esos años no fueron suficiente? ¿no podías ver que sólo tú me hacías sonreír de esa manera? ¿no podías ver que era yo quien siempre estaba ahí para ti? ¿que tan diferente es el ahora del antes? 

¿Acaso nuestras aventuras y experiencias no fueron suficiente?

¿Las pocas veces que fuimos al cine, las veces que nos quedamos en tu casa o en la mía, las veces en las que hacíamos travesuras, las veces que me llamabas enana y me empujabas a la fuente?

Tantas veces que estuve frente a ti, ¿por qué no te puedes dar cuenta de que estoy justo enfrente de ti ahora mismo? ¿tan difícil era reconocerme? ¿tanto crecí? ¿por qué no ves que soy la misma enana de siempre?

Todas aquellas veces que me ayudaste, todas aquellas veces que te ayude, esto sólo es una simple mentira que nadie comprenderá.

Nadie sabe lo que paso entre tu y yo, el primer encuentro, cuando me ponías nerviosa, cuando me hacías reír, cuando nos enojábamos y sentía ganas de llorar, ahora de verdad siento ganas de llorar, te tengo frente a mi y no soy capaz de decirte lo mucho que lo siento, lo mucho que te extraño, lo mucho que te he querido por estos largos siete años, estuviste siempre para mi, nuestras grandes e inolvidables experiencias, ¿recuerdas cuando dijimos que nunca creeríamos en e amor? ¿que nunca daríamos nuestro primer beso porque no creíamos en eso?  ¿cuando preguntamos como era un beso? que entonces me besaste y fue un momento hermoso, ¿lo recuerdas? si es así ¿como no me puedes reconocer? y si no lo recuerdas ¿como es que pudiste haberlo olvidado?, cuando el momento fue perfecto, esto es tan difícil, tan complicado y con respuestas tan simples pero tan imposibles de lograr, te extraño, aún tengo las estúpidas fotos en la estúpida caja de madera, nunca fui capaz de deshacerme de ellas, aunque cada vez que las viera se me hiciera un nudo en el estomago, nunca fui capaz de deshacerme de ellas, eran tan buenos pero dolorosos recuerdos.
Tan buenos recuerdos que me dolía el conservar las estúpidas fotos y no tenerte a ti cerca de mi, tan dolorosos recuerdos que aún me robaron lágrimas por mucho tiempo; fue difícil ¿sabes? fue difícil hacerme a la idea de que ya no estarías ahí, de que ya no estarías para ayudarme en mis problemas o sacarme de ellos, que ya no estarías ahí para decirme enana o hacerme bromas pesadas, que ya no estarías ahí para vivir inolvidables aventuras juntos, como la vez que nos perdimos, habíamos salido, yo estaba cansada, dijiste que sabías un atajo, pero entonces nos perdimos, caminamos por mucho, me enoje contigo porque sólo lograste que me dolieran aún más los pies, entonces me cargaste de caballito, llegamos a casa después de varias horas, mi papá estaba preocupado, pero nunca le dijo a mamá para que no me separara de ti.

¡Eran tan buenos recuerdos! ¡tan hermosos!

Pero al final sólo son eso, recuerdos, porque cuando sea capaz de decirte la verdad estaremos separados de nuevo, no soy capaz de verte sin querer un beso tuyo, pero tu no quieres lo mismo, ni siquiera me reconoces.

Aleje la carta, sentía que mis ojos ardían, no era capaz de acabar de leer aquellas palabras, deje las hojas a un lado y me puse de pie, camine hasta el balcón y me senté en el barandal, me recargué en el árbol que estaba al lado, el árbol tenía una rama larga que llegaba hasta la habitación de Chris, sonreí al saber que yo podía ir cuando quisiera, pero también el lo podría hacer.

Me lleve una mano al cuello, nuevamente sentí el dije entre mis dedos, las baje y escondí el dije, no me quería arriesgar a que Chris ya hubiera llegado y en cualquier momento se asomara por la ventana. Los ojos aún me ardían, sentía ganas de llorar, pero no quería joder, cada vez que lloraba me sentía débil, una lágrima traicionera rodó por mi mejilla, de pronto sentí que ya era tarde, más lágrimas vinieron después de esa, me quede tranquila, intentando no hacer ruido, respiré profundo hasta que me calmé y las lágrimas dejaron de salir, me limpie con el dorso de la mano, me sentía mal, quería decirle a Chris quien era, una descabellada idea paso por mi mente, no tenía que esperar cuatro meses para decirle, solo tenía que esperar los tres días que faltaban para el viernes, le diría y las cosas se facilitarían, todo sería mas fácil, me perdonaría, lo conozco.

Solo tres días...

Escuche que mi puerta se abrió, me volteé y vi a Amy cruzada de brazos en el umbral de la puerta.

- Necesito ropa-. Dijo con una sonrisa.

- No quiero ir Amy-. Dije con voz apagada.

- ¡Vendrás!-. Gritó.- Te hice un favor, me lo debes...

Me volteé para verla, finalmente asentí, no me cambié, aún tenía las mayas deportivas y la blusa azul, tomé mi cartera y Amy fue a su habitación a sacar algo.

Comencé a bajar las escaleras, no me preocupe en esperar a Amy, no creo que se pierda, tomé las llaves de la camioneta y salí de la casa, me adentré en ella y la encendí, mire a Amy que venía saliendo con una bolsa, se sentó a mi lado y comencé a manejar.

- ¿Por qué tardaste?-. Pregunté.

- Pues, fui a mi habitación por mi cartera-. Dijo encogiéndose de hombros.- Después le dije a papá que iríamos de compras y me dio más dinero y me prestó su tarjeta de crédito.

Me volteé para verla, ¿tanto iba a comprar?, tome un respiro y centré mi vista en el camino.

*****

Por fin era la última tienda, según mi cerebro yo no compraría mucho, pero terminamos por usar del dinero de Peter, compré zapatos, Amy me aconsejo que comprara de varios tipos porque se venía el invierno y es cuando habían más fiestas por el clima, se suponía que solo compraría blusas, pantalones, shorts y esas cosas, pero llego Amy a decir que después ocuparía vestidos para las fiestas por lo que compre casi quince, llevábamos el maletero y la parte trasera llenas de bolsas, entramos en la tienda, pero me arrepentí era de esa ropa llamativa con enormes escotes, mire Amy que miraba el lugar con asco.

- ¿En que puedo servirles?-. Pregunto una chica.

- En nada-. Dijo Amy.

Me tomo del brazo y salimos del lugar, esa ropa era asquerosa, entramos en la camioneta y comencé a conducir a casa, el camino fue tranquilo, con buena música en la radio, me sorprendió que los gustos de Amy fueran parecidos a los míos, por fin llegamos a casa, comenzamos a bajar las bolsas.

Tuvimos que regresar varias veces ya que no podríamos cargar todas las bolsas de una vez, las metí en el armario para acomodarlas después.

Cerré el armario y miré la habitación, me deje caer en la cama, estaba rendida y cansada.

Escuche las hojas arrugarse bajo mi cuerpo, las tome y las puse debajo de la cama, deje que mis ojos se cerraran, me arrastre por la cama y me cubrí con el cubrecamas y me sumí en un sueño profundo.





Cartas anónimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora